La vacuna de AstraZeneca se retira de la circulación, pero no por culpa de sus efectos secundarios

La vacuna de Oxford-AstraZeneca, crucial durante la pandemia, ha perdido su autorización en la UE debido a efectos adversos, aunque su calidad ha sido respaldada

La vacuna de AstraZeneca se retira de la circulación, pero no por culpa de sus efectos secundarios
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Michael Head, University of Southampton

La vacuna de Oxford-AstraZeneca fue una parte fundamental de la respuesta a la pandemia de covid-19. Sin embargo, el 7 de mayo de 2024, la Comisión Europea ha anunciado que se anula su autorización para usarla.

Este anuncio fue precedido por una solicitud de AstraZeneca el 27 de marzo de 2024 para retirar la autorización de comercialización de la UE. Varios medios de comunicación lo han relacionado principalmente con los “efectos adversos” conocidos, a saber, un riesgo muy pequeño de sufrir coágulos sanguíneos. Es mucho más probable que esta decisión se deba a otros factores.

La primera dosis de la vacuna de AstraZeneca, al margen de los ensayos clínicos, se administró el 4 de enero de 2021. Ese año se administraron unos 2 500 millones de dosis y se salvaron aproximadamente 6,3 millones de vidas.

Fue un producto clave en el momento álgido de la pandemia. Durante esta fase, a lo largo de la primera mitad de 2021, surgió la variante delta en la India. En medio de importantes problemas de suministro mundial, la vacuna de AstraZeneca fue una de las pocas herramientas disponibles durante esa crisis humanitaria.

Esta vacuna contra el covid, al igual que las de Pfizer, Moderna, Novavax y otras, se sometió a las pruebas pertinentes. Los ensayos de fase 3 (cuando la vacuna se prueba en miles de personas) demostraron que el producto de AstraZeneca era seguro y eficaz. Se distribuyó en muchos países de Europa a principios de 2021, incluido España.

Los posibles efectos adversos relacionados con los coágulos sanguíneos se comunicaron públicamente en febrero de 2021, y, por ejemplo, el gobierno del Reino Unido y el organismo regulador de medicamentos de ese país (la MHRA) publicaron entonces una declaración sobre la continuación de su uso el 18 de marzo de 2021.

En medio de especulaciones e investigaciones, la Agencia Europea de Medicamentos y la Organización Mundial de la Salud destacaron que los beneficios de la vacuna superaban con creces los posibles riesgos.

Era un momento en el que los niveles de covid eran extremadamente altos e iban a peor, con alrededor de 4 millones de nuevos casos confirmados a nivel mundial por semana.

Está bien establecido que el propio covid causó un riesgo significativamente mayor de producir coágulos de sangre y trombocitopenia (bajo recuento de plaquetas). Un análisis de agosto de 2021 de 30 millones de personas vacunadas en el Reino Unido demostró que las probabilidades de eventos trombocitopénicos (trombos) eran mucho mayores tras una infección por coronavirus, en comparación con cualquier vacuna contra la enfermedad.

A partir de ese estudio, la Fundación Británica del Corazón describió cómo por cada 10 millones de personas vacunadas con AstraZeneca, se producen 66 casos de coágulos sanguíneos en las venas y siete casos extra de un tipo raro de coágulo sanguíneo en el cerebro. En comparación, se calcula que la infección de covid causa 12 614 casos adicionales de coágulos sanguíneos en las venas y 20 casos de coágulos sanguíneos raros en el cerebro.

Para poner esto en perspectiva, estas tasas de trombos asociados a la vacuna son mucho más bajas que las de muchos medicamentos ampliamente recetados. Por ejemplo, la píldora anticonceptiva combinada, prescrita de forma generalizada a las mujeres, tiene un riesgo de formación de coágulos de aproximadamente uno de cada 1 000 casos. En el caso de las pacientes que reciben terapia hormonal posmenopáusica, alrededor de una de cada 300 presentan probabilidades de desarrollar un coágulo sanguíneo cada año.

Imágen pública deficiente

A la vacuna de AstraZeneca le acompañó una mala imagen pública, probablemente inmerecida. Algunos informes de baja calidad en Alemania en enero de 2021 aseguraron que solo era “un 8 % eficaz en ancianos”. Esta afirmación se repitió ampliamente, pero resulta que ese 8 % se refería al porcentaje de personas mayores de 65 años en el estudio y no a la medida de eficacia.

El grupo de presión antivacunas hizo su agosto alimentando la “infodemia” con otras afirmaciones falsas, como los vínculos inventados entre la vacuna y la infertilidad femenina. Al igual que ocurre con los coágulos sanguíneos, se sabe que el covid aumenta los riesgos de infertilidad, pero no existe ningún vínculo entre la infertilidad y la vacuna.

Existen sistemas de indemnización para las personas y familias que hayan sufrido daños por cualquier medicamento, incluida cualquiera de las vacunas contra la covid. Muchos demandantes informan de dificultades y frustraciones para acceder a dicha compensación. Se trata de un ámbito en el que los programas gubernamentales deberían ser más transparentes y en el que la desinformación de los grupos de presión antivacunas perjudica a los grupos a los que dicen apoyar.

Entonces, ¿por qué AstraZeneca quiere retirar un producto de tanta calidad? Es probable que una de las razones sea que otras vacunas contra el covid, como las de Pfizer y Moderna, son esencialmente mejores.

AstraZeneca es muy buena, pero las versiones de ARNm tienen mejores niveles de eficacia y seguridad.

Las preocupaciones iniciales en torno a las dificultades de la refrigeración necesaria para transportar y almacenar las vacunas de Pfizer y Moderna se han superado, incluso en países de bajos ingresos. Además, las preparaciones de ARNm son más fáciles de actualizar cuando surgen nuevas variantes.

Con estos factores, los pedidos de la vacuna de AstraZeneca son probablemente mucho más bajos ahora que en años anteriores. Tal vez haya llegado su hora, pero ha constituido una parte clave, segura y eficaz de la respuesta a la pandemia en la mayoría de los países del mundo.The Conversation

Michael Head, Senior Research Fellow in Global Health, University of Southampton

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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