Como si fuera un gag de Lost in Translation, se estrena en España Rebel Moon – Parte 2: La Guerrera que Deja Marcas”, que parece sacado de una novela de la Serie Millenium de Stieg Larsson, frente al más concreto título original Rebel Moon Part 2. The Scargiver, segunda entrega del díptico de ciencia ficción del director Zack Snyder para Netflix. El cineasta logró firmar con la plataforma un acuerdo para rodar las dos partes de manera conjunta y asegurándose así un estreno cercano de las dos películas (vamos, lo que Warner le negó a Denis Villeneuve con Dune). Ahora completa esta revisión del clásico de Akira Kurosawa Los Siete Samurais, presentándonos la lucha final entre los habitantes del planeta agrícola Veldt, acompañados de los guerreros que han acudido en su auxilio, y las fuerzas imperiales de Mundomadre, lideradas por el psicótico almirante Atticus Noble.

Una nueva odisea espacial

Si bien toda la presentación de personajes y situaciones ya habían tenido lugar en la primera entrega, Rebel Moon – Parte 1: La Niña del Fuego, la primera hora de esta película sigue indagando en el pasado, buscando subrayar algunos componente emocionales entre los personajes que faciliten la empatía del espectador hacia ellos. Empeño en vano, ya que uno de los principales lastres de la primera parte era ya de por sí lo endeble y estereotipado de la construcción de personajes.

Es cierto que esta segunda entrega se beneficia (lo único que podemos apreciar mejor frente a la entrega anterior) de una mayor concreción de la acción en un espacio determinado, por lo que la narrativa no resulta tan deslavazada. Sin embargo, los resultados no son mucho mejores. El desarrollo de la acción es absurdo, cuando no cae directamente en la ridiculez (¿Cuántos soldados hacen falta para percibir unos explosivos verde fluorescente? Parece chiste, pero no).

Puesta en escena

La puesta en escena de Snyder es heredera del cómic y los videojuegos, pero, en nuestra opinión, pierde valor cinematográfico. El gusto por el exceso de Snyder vuelve a pasar factura con secuencias alargadas hasta la saciedad supuestamente para resultar más épicas y espectaculares. El cineasta vuelve a abusar del ralentí como marca de la casa, pero que resulta de uso totalmente indiscriminado, excesivo y sin un fin dramático en el mayor de los casos. Cuando por fin este recurso enfático tiene una finalidad, ya ha dejado de tener valor por saturación. Lo mismo sucede con esos grandes planos repletos de elementos, naves, personajes, soldados, vehículos, armas, explosiones. Todo con un valor muy ornamental y pictórico, pero que acaba cansando, porque nada de esto se sustenta en un guion que le dé sentido.

La historia y los personajes resultan trillados y planos, con diálogos farragosamente enfáticos, pero retóricamente simplistas. Y es una pena, porque los actores se esfuerzan por darle humanidad, especialmente una Sofia Boutella que se vuelca por completo, física y dramáticamente, en el personaje de Kora. Hay personajes infrautilizados, como el androide Jimmy, cuyo arco argumental daba para algo más importante y no la nadería con la que Snyder se lo ventila.

Claro, pero es que ahora Snyder dice que su visión es hacer seis películas. Apaga y vámonos. Es una pena, porque el que fuera un cineasta interesante y prometedor, parece haberse quedado en la cáscara de lo que auguraba ser.