Nicola Coughlan, de contarlo a vivirlo en 'Los Bridgerton' | El Periódico

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Nicola Coughlan, de contarlo a vivirlo en 'Los Bridgerton'

Nicola Coughlan, en 'Los Bridgerton'.

Nicola Coughlan, en 'Los Bridgerton'.

Natalia Araguás

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Nicola Coughlan (Galway, 1987) siempre ha tenido el mismo sueño, pertinaz: ser actriz y no tener que ejercer jamás ningún otro oficio. Así lo declara cada vez que le preguntan y parece un rapto de falsa modestia en alguien que se ha convertido en una de las actrices irlandesas más internacionales gracias a ‘Los Bridgerton’, la colorista y sensual serie de época que es uno de los hits de Netflix desde que se estrenara en 2020 aliviando la pandemia. En la tercera temporada, que llega a las pantallas el próximo jueves, el papel Nicola Coughlan, siempre importante, se convierte en central (van 'spoilers'): Penelope Featherington, que firma como Lady Wistledown sus gacetillas sobre los romances de la alta sociedad londinense, dejará de ser juez en 'Los Bridgerton' para convertirse en parte de las aventuras que glosa. Enamorada desde siempre de su amigo Colin Bridgerton, la relación abandonará por fin el terreno platónico. La evolución de la pareja protagoniza la nueva temporada, “supersexy y lujosa” en palabras de Netflix.  

Además, Coughlan acaba de estrenar ‘Big Mood’ en el británico Channel 4, una serie que ya tiene fecha de emisión en varios países, donde interpreta a una chica con trastorno bipolar, cuyas oscilaciones se retratan a través de la amistad con Eddie (Lydia West) en una hilarante comedia. En la vida real, ambas actrices se conocieron estudiando arte dramático en Londres hace quince años, “los años de lucha”, según los define Coughlan. Sus inicios no fueron fáciles: trabajaba en una óptica y tenía 30 años cuando obtuvo el primer papel que le dio fama mundial en ‘Derry Girls’, donde interpretaba a la alumna de un colegio de monjas que vivía una adolescencia risueña con sus amigas en el Derry de los 90 pese al conflicto norirlandés. Antes del inesperado éxito de ‘Derry Girls’, Nicola Coughlan ejerció trabajos de todo tipo que le sirvieron para sobrevivir en la capital británica y para pagar el préstamo que pidió para formarse en la Oxford School of Drama, donde tenía compañeros de clase que se codeaban con la familia real británica. Hija de un militar y criada en el catolicismo, no llevó bien sus continuas idas y venidas de Londres a Galway por no poder mantenerse ni la amenaza continúa de tener que abandonar la interpretación y sufrió una depresión. Aún hoy en día dice sentir ansiedad frente a los extractos bancarios. 

Seis años después de todo aquello, Nicola Coughlan se sabe famosa y asume que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. No ha dudado en dar su apoyo a Ucrania y Palestina –no le importa que esto último le suponga perder trabajos– y en Irlanda ha hecho campaña a favor del matrimonio igualitario y el aborto. Preocupada por la justicia social, es una activista del body positive y, harta de comentarios sobre su peso, no dudó en postear en su Instagram: “Si tienes una opinión sobre mi cuerpo, por favor, no la compartas conmigo. Es muy difícil soportar el peso de miles de opiniones sobre cómo te ves todos los días”. Ella saca partido de sus curvas con un estilo festivo y personalísimo que, ha confesado, se inspira en el vestuario de ‘Los Bridgerton’: chorreras, volantes, juegos de texturas, sombreros, atrevidos estampados y guantes de ópera con los que brilla en la alfombra roja.

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