Opinión

Rocafuerte preso en México

Guillermo Arosemena Arosemena/ Guayaquil.

 

 

Al terminar su misión diplomática en Gran Bretaña, Vicente Rocafuerte regresó a México en marzo de 1830 teniendo entre sus logros el reconocimiento como país y la firma de un tratado comercial, el primero en Hispanoamérica. Entre 1821 y 1824 había hecho en Estados Unidos varias gestiones a favor de México, además de haber tenido participación fundamental en el derrocamiento del emperador Agustín Iturbide. Se encontró con un ambiente hostil para él, por haber entregado 63.000 libras esterlinas a Manuel Hurtado, representante de Gran Colombia; era parte de un préstamo que él consiguió para México. Regresó en momentos que México estaba convulsionado: Anastasio Bustamante, vicepresidente de Vicente Guerrero había subido a la presidencia y el hombre atrás del poder era Lucas Alamán, Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores. Tan pronto llegó, lo contactó y hubo cordialidad. Años previos Alamán opinó favorablemente para que Rocafuerte viajara a Londres. A los pocos meses de regresar Rocafuerte se convirtió en editor y financista del periódico El Fénix; lo usó para difundir sus ideas liberales, entre ellas la propia postura respecto a la tolerancia religiosa; también para defenderse cuando fue perseguido por financiar un movimiento cuyo fin era tumbar a Bustamante.

Desde Londres había sido crítico de un acuerdo que el Vaticano quería firmar con México para mantener su influencia colonial en la nueva república. Él sostenía que toda religión dominante era peligrosa por ser opresora, debía haber libertad de culto, esencial para bien de los ciudadanos. Rocafuerte consideraba que México debía abrir las puertas a los extranjeros protestantes; para él el Protestantismo era religión que favorecía el desarrollo económico. Opinaba ser necesaria la competencia de credos y la separación entre religión y Estado. En sus palabras: “Washington recomendaba a sus compatriotas que separaran su política de la europea, del mismo modo nos conviene a nosotros separar nuestros intereses de los de Roma, seremos tanto más felices cuanto menos dependamos de la curia…” Plasmó sus ideas en un libro Ensayo sobre la Tolerancia religiosa, publicado a 1831.

Hasta comienzos de 1831 tuvo buenas relaciones con Alamán, pero diferentes factores lo convirtieron en terrible adversario: asesinato de Guerrero, su posición frente a la iglesia católica, su rechazo a Bustamante como presidente, su acercamiento a senadores de la oposición, haber sido duramente censurado por entregar dinero a Gran Colombia, sus rechazos a los proyectos industriales de Alamán y no recibir su pasaporte para viajar a Guayaquil a visitar su familia; todo esto lo obligó a escribir Consideraciones Generales sobre la Bondad de un Gobierno aplicadas a las actuales Circunstancias de la República de México. Fue duro ataque a Bustamante y Alamán; describía la opresión del régimen y ponía de ejemplos, acoso a la libertad de imprenta y persecución a adversarios. Alamán replicó que Rocafuerte se había molestado porque no se aceptaba su propuesta de iluminar la capital usando gas y lo hizo responsable de muchos desaciertos. Rocafuerte lo demandó por difamación, pero el juicio no prosperó. Una nueva prisión sufrió Rocafuerte después de escribir en el Fénix atacando a Alamán de querer hacer negocios con dinero del gobierno. Se lo acusó de conspirador. Hacia esa fecha Alamán había renunciado a su cargo. Su amigo Francisco Fagoaga, quien reemplazó a Alamán, lo dejó en libertad y consiguió un salvoconducto para viajar a Guayaquil y abandonar México para siempre. En su viaje a Acapulco fue hecho prisionero por dos ocasiones.