La primavera llega cuando a ella le parece oportuno - La Opinión de Zamora

Opinión

La primavera llega cuando a ella le parece oportuno

Las flores silvestres han surgido por todas partes inundando de fragancia los campos

Parcelas sembradas con colza en distintos parajes de la provincia de Zamora, que durante la primavera se tiñen de un intenso color amarillo durante la etapa de floración de la planta oleaginosa.  | José Luis Fernández

Parcelas sembradas con colza en distintos parajes de la provincia de Zamora, que durante la primavera se tiñen de un intenso color amarillo durante la etapa de floración de la planta oleaginosa. | José Luis Fernández / M. J. Cachazo

No hace falta mirar el calendario y mucho menos consultar el oráculo de los dioses para darse cuenta de que ha llegado. De que está ahí en forma de brotes. Trayendo consigo la vuelta de los colores. Acompañada de la fragancia de las flores. Y del sabor de las finas hierbas. La primavera, con independencia del lugar y el momento que la sociedad le ha asignado en el año, ha llegado por su cuenta. Ha llegado por causas que podrán determinar los meteorólogos, a quienes por su profesión no les debería coger por sorpresa. Tampoco a la gente del campo que es capaz de relacionar la temperatura con la humedad y predecir si llegan o no las lluvias.

Tanto influye la llegada y afianzamiento de la primavera que hay a quien le cambian las ideas, y con ellas la manera de comportarse. Incluso llegan a convencerse de que estando presente la primavera nada malo puede llegar a pasarles. Hasta que comprueban que ese día el coche no les funciona, o que les han cortado el agua de su vivienda porque ha reventado una tubería de la compañía que la suministra, o que tienen que pagar el plazo de una compra que hicieron por navidades, de la que ya se habían olvidado.

Pasan cosas. Claro que pasan cosas. Las mismas o parecidas a las del resto del año. Al menos a las personas adultas. Solo los adolescentes y los incluidos en el cupo de la primera juventud son la excepción a la regla. Porque las hormonas son lo que son, y se agitan hasta el punto de hacer que lleguen a atraerles sensaciones y deseos que durante el invierno les pasaban más o menos desadvertidos.

Leo en alguna parte que los "Mayos" ya no se ponen en todos los pueblos por falta de "mozos". Ese árbol o poste que se colocaba en mitad de la plaza, rematado por algún adorno o por un ramo de flores, en ofrecimiento al comienzo del buen tiempo, que daba el pistoletazo de salida a las relaciones derivadas del amor haciéndolas más fogosas. Los Árboles de Mayo son un símbolo que da la bienvenida a la fertilidad que trae asociada la primavera. Un simple árbol, o un tronco de árbol, convenientemente adornado que data de la época en la que los romanos hacían rituales paganos. Mucho después que los fenicios y los griegos hicieran lo propio. Mas tarde también lo adoptó el cristianismo, como exaltación de la naturaleza. Hasta hace unos pocos años eran colocados por "los quintos", o sea, por los jóvenes que les tocaba ir a "la mili", al servicio militar obligatorio, ahora inexistente.

Por eso el convencionalismo de que la primavera comienza el 21 de marzo y termina el 20 de junio es un decir. Porque empieza y termina cuando ella quiere, cuando decide cuales son los días más adecuados. Este año ha elegido el mes de mayo.

En mayo se celebraban en Roma "Las Calendas" en las que los mercaderes ofrecían sus productos a la diosa Maya. También las fiestas de "Floraria", la madre de las flores. Y el "Día de Europa", recordando a la mitología griega, cuando Zeus mutó, transformándose en un toro blanco para raptarla y llevársela a Creta. También el "Dea Día" o día de lascosechas. Y el "Idus de mayo" o día de los comerciantes.

En el "Tarjelión" griego, "Las Tarjelias" eran algo así como "correr a gorrazos" a dos hombres, a los que se golpeaba con ramas de higuera y tallos de cebolla al objeto de que resultara purificada la ciudad. Lo hacían precisamente en mayo, en honor de Apolo, hermano de Artemisa. Y en "La Plintería" se bañaba en el mar a la estatua de la diosa Atenea buscando también la purificación.

Este año, lo de la llegada de la primavera, lo que se dice llegar, ha sido ahora, en los primeros días de mayo. Y ha sido posible cuando las sedientas tierras hispanas fueron agraciadas con la llegada de las lluvias. De hecho, la cuenca del Duero ha acogido gran cantidad, llegando a alcanzar un récor; en lo que se refiere a los últimos diez años, un noventa y tantos por ciento de agua embalsada.

Los árboles se muestran esplendorosos con las ramas tupidas de hojas. Los arbustos han crecido como espigas. Y las flores silvestres han surgido por todas partes inundando de fragancia los campos. Eso no lo ha decidido un consejo de administración, ni tampoco el alcalde del pueblo. Lo ha decidido la madre naturaleza, esa que aman y cuidan con primor los japoneses, influenciados desde hace muchos siglos por la religión sintoísta. Aquí, en Zamora, aún se siguen poniendo los "Mayos" en algunos pueblos de la provincia. En honor de quienes lo hagan es lo de menos. Lo importante es que esa tradición continúe existiendo.

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