Gaziel: "En Cataluña no basta ser una nación para ser un Estado"

Novedad editorial

Gaziel: "En Cataluña no basta ser una nación para ser un Estado"

Diëresis recupera uno de los libros fundamentales del gran periodista, «Quina mena de gent som», cuatro ensayos sobre las relaciones entre Cataluña y España

Josep Pla y Gaziel, fotografiados juntos en Pals, en 1962 / Biblioteca de Catalunya
Josep Pla y Gaziel, fotografiados juntos en Pals, en 1962 / Biblioteca de Catalunyalarazon

En Cataluña hemos tenido la suerte de tener una serie de hombres de letras y de prensa que nos han dicho cómo somos, qué pensamos, de dónde venimos. Y eso nos lo han dicho pese a que en muchas ocasiones no queríamos escucharlo. Pero como todo eso lo dejaron por escrito, a veces hay un editor hábil y despierto que recupera esas palabras que llevan firmas como las de Josep Pla, Eugeni Xammar o Agustí Calvet, más conocido por su legendario seudónimo de Gaziel.

De este último, la editorial Diëresis acaba de publicar un trabajo que inexplicablemente llevaba un tiempo descatalogado. Se trata de «Quina mena de gent som» que se publica simultáneamente en catalán y, por primera vez, traducido al castellano. La obra nos ofrece cuatro ensayos de Gaziel sobre Cataluña y los catalanes y que tienen el valor de no haber perdido ni una pizca de vigencia, pese a tratarse de ensayos escritos entre 1938 y 1947. Es un libro que tiene como nada oculto trasfondos la relación entre Cataluña y España con sus pocas luces y sus muchas sombras tras de sí. Este libro nos llega en el momento en el que se cumplen seis décadas desde la desaparición del gran periodista.

En el momento de reunir los materiales que forman parte de este libro, Gaziel se veía a sí mismo, al igul que a otros compañeros que sufrían el yugo franquista en suelo catalán, como una suerte de símbolos vivientes y minúsculos de la tragedia catalana. Y es que, como él mismo explica en la introducción de «Quina mena de gent som», tras muchos años de esfuerzo y trabajo hubo que rehacerlo todo, incluso el propio hogar.

El primero de los ensayos de este volumen, titulado «Introducció a una nova “Història de Catalunya”», momento en el que el periodista se encontraba en el París de 1938 y ya era fácil adivinar cuál iba a ser el final de la Guerra Civil. Su punto de partida es la «Història de Catalunya» que había redactado Ferran Soldevila y que fue uno de los pocos libros que Gaziel pudo rescatar de su biblioteca, perdida para siempre por culpa de la contienda bélica. El periodista se pregunta en su exposición sobre cómo debería ser una nueva historia catalana, teniendo en cuenta el drama en el está sumergido Cataluña. Él apostaba en ese momento por un relato con una verdad desnuda y cruda. Todo ello sin olvidar un aspecto importantísimo: «La mostra acabada de col·lectivitat peninsular que mai no ha sabut a quina paret tocava i sempre ha anat a tres quarts de quinze, esmaperduda, descartada, vexada, mentre els altrees anaven fet el seu fet, és Catalunya», escribió Gaziel.

En otro de los ensayos del libro, el titulado «El desconhort», Gaziel traza una aguda reflexión sobre las relaciones entre Cataluña y España y como estas no han llegado a buen puerto, algo que ejemplifica de manera marinera cuando apunta, a propósito de las consecuencias del final de la Guerra Civil, que «volent portar la vella Espanya cap a no sé quines illes de la benaurança, la Catalunya nova ha fet naufragi i s’ha perdut, mentre la nau corcada segueix surant les ones». Y, en todo esto, la única víctima ha sido el piloto que ha acabado siendo lanzado al agua para ser sustituido por otro.

En todo esto Gaziel admitía que tuvo mucho que ver el grupo de intelectuales que conoció en París, entre finales de 1936 y principios de 1937. Había catalanes y españoles y el acuerdo entre ellos era prácticamente imposible porque, como aseguraba el periodista, lo único que le interesaba a todos era salvarse. Todos decían aquello que les convenía personalmente, pero nadie dijo lo que le convenía a la colectividad.

Gaziel reconoce que una de las grandes tragedias de Cataluña es que no ha sabido actuar con verdadera plenitud política. Para ello recuerda que Barcelona, en sus tiempos gloriosos de poder medieval, nunca supo –o no pudo– aquello que rápidamente obtenía, por las buenas o por las malas, Castilla y Portugal. Precisamente los condes catalanes para poder ser reyes, como Agustí Calvet rememora, debían irse fuera de casa para poder lograr ese poder y casándose con una heredera aragonesa. Cataluña nunca ha tenido reyes propios ni un Estado exclusivo. En cambio, Aragón pudo construir un Estado autónomo y confederativo, sin haber sido con anterioridad una nación comparable a la catalana, siempre según la palabra de Gaziel.

A ello se le suma que en Cataluña, en los momentos fundamentales, ha fallado la política y solamente ha quedado completa en su apariencia la biología. El llamado Estado Catalán, a ojos de Gaziel, nunca ha pasado de ser una posibilidad que en el momento de querer materializarse como hecho, ha acabado siempre siendo una impotencia. «Catalunya és precisament una mostra perfecta de com no basta ser una nació per a crear un Estat», dice el gran periodista. Por todo ello, y con amargura, no le queda otro remedio que Cataluña ha sido siempre «un alma en pena».

En el ensayo, Gaziel nos dibuja que Cataluña y España son antípodas, pero condenados a vivir juntos como si fueran unos hermanos siameses que no pueden ser operados. Cuando esto ocurre, el pueblo de temperamento heroico acaba inevitablemente dominando la política del conjunto y el otro, la economía. Pero ni Castilla es capaz de poner algo de «seny» en todo esto, ni Cataluña sabe segregar heroísmo.

Leídas estas páginas ochenta años después de ser redactadas, uno se acaba preguntando si no será que no queremos reflejarnos en el espejo de Gaziel.