Un septuagenario se enfrenta a 33 años de cárcel en Valencia por violar durante años a sus nietas - eldia.es

Tribunales

Un septuagenario se enfrenta a 33 años de cárcel en Valencia por violar durante años a sus nietas

El acusado también abusaba de su nuera, madre de las niñas, en una nave industrial de la Safor donde convivían

"Muchas de las cosas que se han dicho son verdad, otras no", reconoce el depredador sexual al escuchar el escrito de acusación

El hombre acusado de violar a sus nietas durante años en un municipio de la Safor. / I. CABANES

El hombre acusado de violar a sus nietas durante años en un municipio de la Safor. / I. CABANES / I. CABANES

Ignacio Cabanes

Un hombre de 78 años está acusado de violar desde 2014 a 2022 a dos nietas menores de edad y de abusar sexualmente de la madre de las niñas –su nuera– en un municipio de la Safor, en Valencia. El Ministerio Fiscal solicita para él penas que ascienden a los 33 años de prisión por dos delitos continuados de agresión sexual con acceso carnal a menores y por el delito continuado de abuso sexual sobre la madre.

El juicio contra este presunto depredador sexual se celebró ayer en la sección Tercera de la Audiencia Provincial de València. Antes de comenzar la sesión, la magistrada le recordó al procesado los motivos por los que está preso y por los que se enfrenta a dichas penas. Tras leer el desgarrador y repulsivo relato de la acusación pública, donde se describen las agresiones sexuales a las que sometía a las pequeñas, desde los siete a los once años, el procesado llegado el turno de declarar se acogió a su derecho no hacerlo, pero confesó parcialmente las graves acusaciones. "Muchas de las cosas que se han dicho son verdad, otras no", matizó. "Les deseo mucha salud porque las quiero a todas", concluyó sin querer ser sometido al interrogatorio de las acusaciones, ni tan siquiera a las preguntas preparadas por su abogado.

Los primeros abusos se remontan al verano de 2014 cuando la mayor de sus nietas tenía tan solo ocho años de edad. El acusado se aprovechó de la relación de parentesco que le unía a la niña, de la gran diferencia de edad, de la situación de convivencia –en una nave industrial abandonada donde vivía la familia– y de la situación de dominio que tenía sobre la menor, "para satisfacer sus más bajos instintos libidinosos", según sostiene el Ministerio Fiscal y la acusación particular.

Las agresiones a la mayor terminaron con la primera menstruación para evitar que se destapara

Primero comenzó con acercamientos y tocamientos por encima de la ropa. "Las nietas tienen que estar cerca de los abuelos", le decía a la pequeña. Pero esto dio paso a agresiones sexuales con acceso carnal, en las que el procesado presuntamente aprovechaba los momentos en los que se quedaba a solas con su nieta para forzarla sexualmente prevaliéndose de la desproporción de fuerza física entre ambos.

Además infundía en ella un temor dado su carácter agresivo. En otras ocasiones trataba de enmascarar su violencia sexual con juegos. "Esto es es juego del ‘Teto’" y diciéndole que le hacía esas cosas porque la quería.

A lo largo de esos tres años, hasta el verano de 2017, las agresiones sexuales se repitieron, sin que la víctima pudiera decir nada, tanto por su edad como por el miedo que le tenía. Su pesadilla terminó cuando tuvo su primera menstruación, momento en el que su abuelo le dijo que "ya no podía seguir jugando con ella".

Sus otras dos víctimas

Fue entonces cuando se buscó una nueva víctima más joven, en la que el riesgo de dejarla embarazada y que se destaparan las agresiones sexuales no le planteara un problema. La hermana pequeña de la anterior, de siete años en ese momento, comenzó a sufrir también abusos y, posteriormente, violaciones. Hechos que se repitieron hasta febrero de 2022, cuando la niña tenía diez años.

Asimismo, durante todo el periodo de tiempo en el que presuntamente violó a sus dos nietas, el procesado también abusó sexualmente de forma esporádica de su nuera y madre de las niñas. Tocamientos en el culo, el pecho e incluso en la vagina, al tiempo que le decía que era su nuera favorita. En ese momento la mujer desconocía lo que le hacía a sus hijas y por eso no lo denunció hasta que finalmente lo descubrió.

Las menores padecen desde entonces síntomas depresivos por estrés postraumático y precisan de atención psicológica especializada. En concepto de responsabilidad civil las indemnizaciones solicitadas ascienden a los 192.000 euros. 

Suscríbete para seguir leyendo