En su opinión, el objetivo no es reproducir una fotografía mecánica/digital en pintura, sino construir una imagen pictórica.
Alain Urrutia: construir una imagen pictórica. Las pinturas son impactantes por su «impenetrabilidad emocional»; poseen y producen una especie de silencio, una demostrable falta de legibilidad, incluso una dificultad que supera su tema en sí.
Con esta noción en mente, ralentiza el proceso de percepción para permitir caminos hacia nuevas interpretaciones a partir de imágenes preexistentes, instando al espectador a cuestionar sus suposiciones sobre lo que están viendo.
A Alain Urrutia le interesa la mirada lenta de la realidad que ocurre mientras está pintando construyendo una imagen pictórica
Trabaja de manera intuitiva. El trabajo que ha realizado hasta la fecha está estrechamente relacionado con la idea de que en la fotografía, la realidad se convierte en una imagen y posteriormente se traduce en otra realidad cuando se pinta.
Alain Urrutia propone una serie de pinturas en las que mantiene sus elementos característicos -el formato pequeño y el blanco y negro- pero se aleja en cierto modo de la búsqueda del significado de las imágenes para centrarse en la manera que tenemos de observarlas y adentrarnos en ellas. Dentro de la tradición occidental, la pintura ha estado casi hasta nuestros días ligada al marco, elemento que funciona como una ventana hacia otros mundos y que tiene la capacidad de convertir una pintura en un objeto tridimensional y corpóreo, pero que también es capaz de cambiar su carácter y de limitar su contenido. En los últimos tiempos pareciera que la pintura hubiera decidido liberarse para siempre de aquellas antiguas barreras y hablar por sí misma, pero ¿no es acaso el propio formato de la pintura el que provoca su finitud y no aquello que lo envuelve?
En algunos casos, el artista ha tardado años en encontrar la imagen adecuada, y los marcos vacíos han acompañado a Urrutia en sus traslados de Bilbao a Londres y, finalmente, a su estudio de Berlín. Saltando entre lo profundamente personal y lo onírico y sentimental, cada caso de reapropiación de marcos es un acto de renovación, un llamamiento a la longevidad. En el cuadro The Immortal, que representa la penúltima jugada de una famosa partida de ajedrez de 1851.
En el cuadro de Urrutia, no hay presencia humana, ninguna mano que mueva las piezas. Al igual que el marco que alberga el cuadro, el juego que ha hipnotizado a tantos, vive fuera de la vida humana. Existió antes y volverá a existir; sus entresijos, estudiados; sus jugadas, recreadas.
En este proyecto, la referencia al marco viene de las propias imágenes. Todas ellas comparten cierta naturaleza cinematográfica en el sentido de que Urrutia busca que la composición haga el trabajo más fácil al ojo, de modo que, como en un fotograma perfectamente encuadrado, de un solo vistazo pueda abarcarse todo lo que es preciso ver.
Algunos de los cuadros muestran lo que parecen fragmentos de una imagen más amplia, una especie de primer plano o zoom a la parte concreta que se quiere mostrar, y otras referencian directamente espacios acotados por elementos ajenos a quien los observa pero que hacen imposible una visión panorámica de aquello que se adivina a ver. Por otro lado, todas las imágenes parecen formar parte de una sugerente secuencia que avanza de principio a fin.
Aunque el significado está ciertamente velado, la sensación es que hay una historia sucediendo dentro de un orden marcado; comienza con un marco que se abre hacia la derecha, dando cabida al resto de imágenes que parecen luchar por salir del espacio que les ha sido dado, y termina con el detalle de la esquina inferior de un marco barroco que cierra la imagen por debajo, el último punto en el que posar la mirada antes de abandonar la secuencia.
Por fin, con una presencia casi volátil, la única pintura que parece escapar a la angosta narrativa, una nube que se desliza etérea por un cielo que adivinamos abierto en el único cuadro que está enmarcado. Un marco dorado del mil novecientos alberga la idea del cielo; el marco donde todo ocurre.
Alain Urrutia [Bilbao, 1981] vive y trabaja en Berlín. Se graduó en la Universidad del País Vasco y en la Academia Brera de Milán en 2004.
Urrutia ha expuesto en museos de arte internacionales, incluyendo el Boston Centre for the Arts, CA2M Madrid, Artium Vitoria y el Museo Guggenheim Bilbao en una exposición colectiva durante el verano de 2023 y de forma individual en 2012, como parte de las actividades de su 15º aniversario.
Alain Urrutia: construir una imagen pictórica. Texto Carolina Puigdevall Claver