MÚSICA | The Jayhawks: "Somos demasiado pop para la música de raíz y demasiado raíz para el pop"

MÚSICA

The Jayhawks: "Somos demasiado pop para la música de raíz y demasiado raíz para el pop"

Son una de las grandes bandas norteamericanas de rock actuales, con cuarenta años de carrera, once discos de estudio y múltiples giras. Visitan España en cinco fechas

El grupo estadoundiense Jayhawks en una imagen reciente.

El grupo estadoundiense Jayhawks en una imagen reciente. / Sam Erickson

Formados en Minneapolis en 1984, The Jayhawks pueden presumir de una relación con España cálida y fructífera, repleta de conciertos memorables y una base de fans más que sólida. Y son garantía de calidad, eficiencia y canciones como soles. Nos visitan en junio, en una gira con estas fechas: el 13 en Barcelona (Paral·lel 62), el 14 en Bilbao (BBK Music Legends Festival), el 15 en Vigo (Mar de Vigo Audotorium), el 16 en Madrid (Noches del Botánico) y el 17 en Valencia (La Rambleta). Hablamos con su alma mater, Gary Louris (Toledo, Ohio, 1955), a través de la pantalla del PC. Me atiende desde el salón de su casa al norte de Montreal (Canadá), donde – a tenor de lo que se atisba por su ventana – hace todavía un frío que pela. La razón para vivir allí, me comenta, es principalmente su esposa, Stephanie Stevenson, quien es canadiense, con quien se casó hace cuatro años, quien también asoma de vez en cuando (y saluda) junto a su perro por una esquina de la pantalla. La formación de esta gira la completan, como es habitual, Marc Perlman, Karen Grotberg y Tim O'Reagan.

P: The Jayhawks cumplen cuarenta años como banda. ¿Lo imaginó alguna vez?

R: Desde luego que no. Nunca. De hecho, pensaba que no quería convertirme en una de esas bandas que aguantan durante años una vez ha pasado su mejor época. Ahora me enorgullece nuestra longevidad, porque no hay muchas que puedan estar tanto tiempo y ser aún creativas.

P: ¿Hay alguna clave?

R: Creo que nuestras canciones no pertenecen a un marco temporal concreto ni a un género, nunca estuvimos de moda ni tuvimos un single de éxito, no estuvimos ligados a una canción en particular ni a un estilo ni a un movimiento, y en cierto modo nuestra falta de éxito nos ha beneficiado a largo plazo. Tengo amigos que venden muchísimos más discos y ya han perdido a su público. Pero creo que al final todo se debe a la valía de las canciones. Es lo que me motiva al levantarme por las mañanas.

P: Puede que su instinto melódico sea atemporal, aunque mucha gente aún les considere un grupo de americana.

R: Tampoco fuimos nunca considerados nunca una banda de americana como tal, somos de Minnesota y estamos un poco al margen, sin formar parte de una escena nacional. Somos muy pop para la escena de raíces y demasiado de raíces para la escena pop. Creo que algunas de las mejores bandas suelen caer en lo que yo llamo las costuras entre géneros. Me gustaría decir que somos atemporales, en cierto modo. Y que nuestras canciones significan algo para la gente. Eso es gratificante y nos motiva aún. No estamos para retirarnos.

P: Aunque ya no viven allí, se formaron en Minneapolis y en su web figuran con orgullo como banda de Minneapolis. La ciudad de The Replacements, Hüsker Dü y Prince. ¿Cómo fue crecer allí?

R: Lo que definía a la escena de Minneapolis entonces era precisamente su falta de definición. No había una banda representativa. Nada que ver con Seattle y el grunge, por ejemplo. The Replacements eran como nuestros Faces, una banda de indie rock un poco loca. Hüsker Dü eran muy diferentes a ellos, más speed metal a veces. Estábamos nosotros, Soul Asylum, y un millón de bandas muy distintas. Casi toda la gente que conocía estaba en algún grupo. Y luego también estaba la escena de Prince y The Time, la gente que estaba en su órbita, como Dez Dickerson. Era muy raro que se juntaran esos grupos tan diferentes. Aunque mi banda antes de The Jayhawks, Safety Last, que hacíamos rockabilly, teloneamos una vez a Prince, en la época de Controversy (1981). En general eran escenas que coexistían sin mezclarse. No nos sentíamos muy enraizados, pero tampoco cuando salíamos fuera, porque muy poca gente hacía el mismo tipo de música. Los sellos discográficos no sabían qué hacer con nosotros. Mezclábamos country y pop cuando no era habitual. Yo soy un anglófilo, crecí escuchando pop británico y nuestras canciones son básicamente eso, pero con el alma y la instrumentación de la música de raíz.

P: Siempre he pensado que podrían haber sido tan populares como Wilco. Me pregunto por qué no.

R: Cuando sepas la razón, házmela saber (risas). Jeff (Tweedy) es también un hombre de negocios, sabe cómo manejar una banda. Y es parte de su valía. Tiene mucha determinación y suele tomar buenas decisiones comerciales. Es curioso porque compartimos influencias, nos gusta el rock de raíces, el punk rock o el kraut rock, compartimos gustos, pero a él le ha ido mejor que a nosotros. Yo me alegro por él, aunque tenga un poco de envidia.

P: Lleva desde 2021 sin publicar nuevo disco en solitario y desde 2020 sin publicar a nombre de Jayhawks. ¿Algún disco en camino?

R: Sí, estoy trabajando en un disco en solitario. Aquí en casa, en mi propio estudio. Todo muy íntimo, con guitarra acústica. Más tranquilo de lo que imaginaba. Casi nadie compra discos ya. Pero lo presentaré solo, sin banda. The Jayhawks tenemos un par de canciones nuevas, pero no creo que nos pongamos a trabajar en un nuevo disco hasta finales de año, cuando podamos juntarnos todos en un estudio.

P: ¿Se siente un poco esclavo del directo, ahora que apenas se venden discos? ¿Mantiene la ilusión?

R: Bueno, tampoco tocamos tanto como antes. Nos hacemos mayores y no tenemos la ilusión de compartir un autobús durante seis semanas. No apetece. Es duro. La gente se cree que es cool, pero pasar tanto tiempo viajando por carretera de ciudad en ciudad no es bueno para las relaciones. Ahora preferimos tocar menos y escoger mejor. Coger un avión y tocar de jueves a domingo, y luego volar de vuelta a casa. Hemos aprendido a girar de forma más eficiente. En los 90 hubo años en los que llegamos a tocar 150 conciertos o más. Ahora estamos en cuarenta o cincuenta. Me encanta tocar en directo, pero prefiero pasar tiempo en el estudio. No soy un músico de jazz, y eso permite que cada concierto sea distinto. Aunque a veces puede ser una experiencia repetitiva si tocas demasiado. La gente no compra discos, cree que todo es gratis, pero a largo plazo acaban pagando si son fieles. También se ha perdido el trabajar en estudios profesionales, la mayoría ya graba en casa porque no puede permitirse alquilar uno. Se puede hacer muy buena música desde casa, por supuesto, pero creo que la calidad ha mermado, en general. David Bowie decía que antes girábamos para promocionar un disco, y luego pasamos a grabar un disco para promocionar nuestra gira. Y esa es la realidad del negocio, no tiene vuelta atrás. Tampoco quiero un mar de teléfonos móviles en los conciertos, aunque todo esto suena al típico señor mayor que se queja siempre. Hay que aceptar el mundo tal y como es, pero no puedo evitar sentir nostalgia de cómo eran las cosas antes, cuando la gente compraba discos.

P: ¿Escucha música reciente?

R: No mucha. Mi hijo Henry, que también es músico, lo puedes buscar en Instagram, está haciendo cosas muy buenas, aunque ligeramente distintas a lo mío. Las produce él mismo. He estado escuchando mucho a The Smile, el proyecto de Thom Yorke. A Andy Shauf. Y aa mis amigos The Sadies, de Toronto. También me cuesta dar con grupos veteranos que hagan música tan buena como la que hacían antes, en sus mejores tiempos. Excepto nosotros (risas). Me sabe mal no escuchar cosas más actuales. Se suele decir que tu gusto se solidifica a los treinta años. Y creo que mi sentido de la melodía está pasado de moda ahora mismo. Tiene más que ver con los años 60 y los 70 que con estos tiempos. He intentado escuchar a Taylor Swift, pero se me hace difícil por el contenido de las letras. Como hombre de 69 años que soy, difícilmente puedo identificarme con ellas. Y muchas de las cosas que escucho de forma accidental, en una tienda o en un restaurante, me cabrean. Me pregunto por qué escogen esas progresiones de acordes. Me pasa como al chef que va a un restaurante y es incapaz de simplemente disfrutar de la comida que le sirven y no puede dejar de preguntarse cosas sobre sus ingredientes o su presentación. No puedo evitar diseccionarla. Es una analogía pretenciosa, lo sé, pero es real. Me gusta escuchar The Sleeping Forecast, de la BBC, que es un mezcladillo de la previsión del tiempo en el mar con música ambient. Me gusta esa música, como de nana. Esa no la juzgo, solo la disfruto. Creo que el disfrute de la música se me estropeó cuando me convertí en músico.

P: Ha estado de gira por España muchas veces a lo largo de las últimas décadas, incluso vivió en Puerto de Santa María (Cádiz). ¿Cómo es su relación con el público español?

R: No creo que necesariamente disfrutéis más de la música, pero sí lo expresáis más. Nos encanta ir a España, también por el tiempo, no te lo voy a negar. Con el frío que hace aquí... Nunca hemos explorado Italia, por ejemplo, como nos hubiera gustado. También nos va bien em Suecia, Noruega, Finlandia, Holanda o Reino Unido. Pero su público es más reservado. En España muestran más sus emociones, hacen más ruido, y creo que nuestro público está más mezclado por género y edad. Es un país de rock and roll.

The Jayhawks dará cinco conciertos en España el próximo mes de junio.

The Jayhawks dará cinco conciertos en España el próximo mes de junio. / Vivian Johnson

P: ¿No hablamos demasiado en los conciertos?

R: Jajaja. Sí, pero no recuerdo ningún momento particular en que me haya cabreado. Quizá en algún concierto solo, pero tampoco. Creo que es mejor que cuando la gente está demasiado callada.

P: ¿Hay algún disco del que sienta un orgullo especial?

R: Creo que nuestro favorito es Sound of Lies (1997), diría que es nuestro mejor trabajo, aunque lo grabamos hace casi treinta años. Tiene algo mágico. Una vibra algo oscura y desesperada, que le sienta muy bien, y que no ocurrió a propósito. Si lo intentas, no te sale. Es el más sólido, de principio a fin. Smile (2000) tiene grandes momentos, pero también otros que ojalá no hubiéramos incluido. No creo que hayamos hecho un disco realmente malo, aunque unos sean mejores que otros.

P: Es curioso que no mencione Hollywood Town Hall (1992) ni Tomorrow The Green Grass (1995), que son los considerados como cimas por la mayoría de la gente. ¿Demasiado de raíz?

R: Cuando publicamos Sound of Lies (1997) recuerdo que alguien, creo que en Holanda, nos preguntaba por qué no seguíamos esa senda. Pero es lo que somos. También soy consciente de que hay gente que cree que no hemos sido igual de buenos desde que Mark Olson se fue. Lo acepto. Está bien. Y al contrario, quienes piensan que luego fuimos mejores. Con los dos discos que mencionas teníamos a la discográfica (American Recordings) apoyándonos por completo, trabajando con George Drakoulias en un gran estudio en Los Ángeles, nos apoyaba la MTV... era un momento muy excitante porque estábamos en ascenso. Algunas de nuestras mejores canciones están ahí. Son grandes discos, pero quizá tengo un problema con ellos porque teníamos otros músicos. Ojalá podamos hacer discos igual de buenos que los que hemos publicado hasta ahora. Es difícil, porque según te haces mayor tienes la sensación de que ya lo has hecho todo, y cuesta ser creativo. Intentas evitar cosas, no repetirte, y entonces ya no estás haciendo algo, sino intentando no hacer algo. Es complicado. Muy poca gente puede decir que ha hecho sus mejores trabajos a la edad que tengo yo ahora. Bob Dylan aún hace muy buenos discos. ¿Tan buenos como Blonde on Blonde (1966)? Probablemente no. Leonard Cohen también hizo grandes discos en sus últimos años. Pero el del rock es normalmente un juego para gente más joven. En el blues o el jazz, la edad te hace mejor. Aunque tampoco hemos sido una banda de rock.