Pedro Ruiz: "Cuando decides dejar de tener la razón en todo, la vida se vuelve mucho más amable" - La Opinión de Murcia

Artes escénicas

Pedro Ruiz: "Cuando decides dejar de tener la razón en todo, la vida se vuelve mucho más amable"

Pocos formatos le quedan por probar al barcelonés, que llega a Murcia con su último espectáculo, ‘Mi vida es una anécdota’, un show en el que, aunque se resiste a adelantar mucho, promete contar algunas de las historias más interesantes de sus años delante de las cámaras.

Pedro Ruiz.

Pedro Ruiz. / L.O.

Oriol López

Pedro Ruiz (Barcelona, 1947) es un artista polifacético. Radio, televisión, música, libros. No hay palo que no haya tocado. Y, por supuesto, también el teatro, protagonizando más de treinta espectáculos. Tras una vida entera compartiendo momentos con los personajes más famosos del país, llega a Murcia con el show Mi vida es una anécdota, donde el artista desclasifica sus vivencias top secret.

¿Por qué su vida «es una anécdota»?

Me he relacionado con un montón de personas que me han enseñado mucho. Convertir eso en anécdota me parecía interesante. No es decirle a la gente «miren qué vida tengo». A través de lo que cuento, que me ha ocurrido con personajes como Ana Obregón, Roberto Carlos, el Rey, Maradona, Felipe González, Carrillo, Raphael, Adolfo Suárez o Mario Conde, intento demostrar que nada es para tanto. Que a las personas conocidas les pasan casi las mismas cosas que a las desconocidas.

¿Por qué ahora?

A veces te dicen que hagas un biopic, pero eso no lo veo. El show se aleja de ‘la gran tecnología’. Es sencillo y cercano, convierto el teatro en la sala de estar de casa. Tiene todo: diversión, música, verdades, secretos, parodia, emoción e interacción con el público, que, al final, me puede preguntar lo que quiera. Es un plato combinado.

Verdades, secretos… ¿Se ha mordido la lengua?

Quiero poner concordia en una época de agresiones permanentes. No hablo mal de nadie. Hay cosas muy llamativas, pero contadas con bondad y relativizando. Creo que al país, y al mundo en general, nos conviene bajar el tono, porque está todo a punto de reventar.

Lo anuncian como su «mejor show»...

Esto siempre parece una técnica estrictamente publicitaria [Ríe]. Eso sí, considero este espectáculo muy eficiente. No es el final de mi carrera. Es un punto y aparte y luego continuaré con otros.

¿Algo que pueda adelantar?

Si lo cuento no vienen a verme. Hay una de mis osadías tempranas, una entrevista que hice en un idioma que desconocía por completo, en la televisión de Franco. También cuento quién pagó el caballo que le regalé a Estefanía de Mónaco. Costó casi dos millones de pesetas y luego hubo un acontecimiento muy divertido.

¿Dónde está la línea entre realidad y ficción?

No hay ni una sola invención. Solo incorporo dramaturgia, no es lo mismo hablar de Camilo José Cela a secas que imitarlo al hablar. Los que vengan encontrarán más de lo que esperaban.

¿El público se implica?

Claro, la gente quiere saber más. Ese momento, que dura unos 10 minutos casi al final, me gusta porque te das cuenta de la hondura que tiene la gente escuchando. Hay un flujo que convierte a cada función en única y es lo que más me gusta de este show.

¿Más preguntas divertidas, o incómodas?

A mí ya no me da miedo nada. Lo que me lo daba ya ha ocurrido, como la muerte de tus seres queridos. Soy un hombre que va libre por la vida y ahora no pretendo dañar, sino restañar, que es mucho más interesante. Así se camina muy bien por la vida, recordando aquello que decía Machado de «solo le canto mi copla a quien por mi camino va». En el momento en el que decides dejar de tener razón en todo, la vida se vuelve mucho más amable. Yo ya no quiero tener razón, sino derecho a no tenerla.

¿Le queda algo por hacer?

Me gustaría vivir mil años más con esta salud, que es un insulto, porque con 76 años me tiro del trampolín todos los días y esas cosas que se cuentan, que son verdad. Si volviera a empezar, sería por la música. Me gusta mucho componer para mí y para otros. Y me gustaría ser director de cine, y este año dirigiré, seguramente, con el productor Juan Gona. Y estoy negociando mi vuelta a la televisión para recuperar La noche abierta. Estoy lleno de planes. La clave de la salud es tener más planes que años. Y yo tengo muchísimos.

Amplíe eso de rodar.

Pues Juan está intentando levantar la producción de un guion mío del 2018. Se llama Un día libre. Es una comedia en serio, no una de guiños y muecas.