Harvey Weinstein, la secuela

Oblicuidad

Harvey Weinstein, la secuela

El monstruo fue condenado con un exceso de pruebas.

El monstruo fue condenado con un exceso de pruebas. / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

El monstruo Harvey Weinstein ha sido absuelto por exceso de pruebas. O han anulado su condena en Nueva York por agresión sexual a dos mujeres, si nos ponemos serios. La fiscalía convocó a víctimas que no figuraban entre las denunciantes, para consolidar la imagen criminal del magnate cinematográfico de Miramax. La revisión de la sentencia obliga a la repetición del juicio por la mínima, cinco magistrados a cuatro.

Para certificar que algo no sucedió a la entera satisfacción de la conducta procesal apropiada, conviene acudir a Jodi Kantor, de quien no es desmesurado concluir que inventó el #metoo. Esta periodista del New York Times recibió el Pulitzer por su exhaustivo trabajo sobre décadas de abusos sexuales de Weinstein. A raíz de la anulación de la condena neoyorquina, que deja vigente la californiana que mantiene al tycoon en la cárcel, la columnista concluyó que «la condena fue frágil desde el principio». Más concretamente, «los fiscales promovieron la acción penal mediante apuestas arriesgadas, al límite de lo permisible».

Por tanto, no cabe hablar de un error judicial, sino de un enfoque discutible anulado por otra decisión no menos polémica. Es incorrecto proclamar la inocencia de Weinstein, a la espera del nuevo proceso, pero tampoco es falso. Así se define la delgada línea entre verdad y bulo que el intrépido Sánchez se cree capaz de trazar sin consecuencias ni errores.

Alejándose de los tribunales, conviene recordar que el antaño adorado Weinstein es un personaje irrecuperable, irredimible. Su biografía se ha acabado, a falta de otra media docena de películas sobre su tiranía cinematográfica y sexual. Las denuncias ya han surtido efecto, sin necesidad de que se traduzcan en condenas penales al igual que ocurre en la mayoría de casos de corrupción.

En el momento en que se rueda Weinstein, la secuela, conviene repasar acontecimientos que difícilmente hubieran cristalizado sin el #metoo. No puede ser una coincidencia que la sentencia anulada coincida con el auge de mujeres productoras de Hollywood, sin rival entre sus antecesores. Piensen en la Zendaya dominadora y productora única de Rivales, donde humilla a sus dos campeones masculinos. O en Taylor Swift desafiando a la industria con la exhibición directa en salas de la película sobre su gira estratosférica. O en la fortuna de Margot Robbie gestionando la obra maestra de Barbie. Son herederas agigantadas de Nicole Kidman o Reese Witherspoon.

Si insisten en el pesimismo, la primera década del #metoo puede celebrarse con Weinstein revisado y con Donald Trump reasentado en la Casa Blanca. Ambos depredadores no solo sexuales han sido juzgados en el mismo edificio de Manhattan, también la actriz porno Stormy Daniels relató su encuentro sexual con el expresidente con el lujo de detalles de un proyecto cinematográfico. Estados Unidos siempre concede una segunda oportunidad y ahora se entiende por qué para la Casa Blanca solo había algo más peligroso que Osama bin Laden en libertad, y era someter al terrorista a juicio en Nueva York, donde todos parecen inocentes por comparación.

Suscríbete para seguir leyendo