En 1950 Akira Kurosawa obten�a un notable reconocimiento internacional con su obra maestra, Rashōmon. El entonces joven Akira, tom� dos relatos cortos del escritor neorrealista Ryūnosuke Akutagawa y los molde� en una pel�cula inmensa, una expresi�n formidable en lenguaje cinematogr�fico de ese lugar com�n al que llegamos muchas veces con el latiguillo "todo depende del cristal con que se mire".
La historia cuenta el juicio por asesinato de un samurai en el Jap�n feudal. Las versiones del hecho son de Tajōmaru, un bandido conocido (interpretado por ese inconmensurable actor fetiche de Kurosawa, Toshiro Mifune), Masako Kanazawa, su viuda que alega haber sido ultrajada por el bandido y el mism�simo samurai (declara a trav�s de una m�dium). Por supuesto cada uno ofrece una versi�n diferente de lo sucedido. Como espectadores, accedemos a ese relato a partir del testimonio de unos hombres, un monje, un peregrino y un le�ador, que comparten esos hechos mientras esperan el paso de una copiosa lluvia en las puertas Rashō.
Dos d�cadas despu�s, la banda m�s importante de la m�sica popular, vivi� su propio Rashōmon. En 1969 la tormenta perfecta de celos, cansancio y explosi�n creativa tuvo su epicentro en Let It Be, el proyecto de Los Beatles que hab�a iniciado como un proceso de vuelta a las fuentes rockeras de la banda. Para ese entonces, ya estaban todos los casilleros de la experimentaci�n musical completos, sobre todo con dos discos: Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (reconocido como Sargento Pepper) y The White Album (El �lbum Blanco)
Ese a�o, los estudios Twickenham de Londres se convirtieron en las puertas de Rashō. Cada integrante de la banda decidi� llevar al colapso ese cataclismo en reposo que era por entonces la sociedad art�stica de los cuatro de Liverpool. La idea era grabar una pel�cula del proceso creativo de un concierto, los ensayos de todo un nuevo material, y culminar con un recital en vivo, algo que la banda hab�a dejado de hacer hace a�os. El resultado nunca lleg� a buen puerto. Las partes fueron m�s que la totalidad. Claramente, Paul McCartney estaba en un momento de explosi�n creativa superlativo. Su supremac�a como l�der no declarado de la banda era evidente. El que m�s sufr�a esa superioridad era George Harrison, limitado en el caudal creativo que emanaba de su talento; se quer�a ir. Constantemente. Lennon estaba disfrutando de la relaci�n m�s importante de su vida junto a Yoko y su atenci�n estaba en otras �reas de la m�sica m�s all� del arte.
Como consecuencia de todo ese incendio permanente, el proyecto original que iba a ser registrado por el director Michael Lindsay-Hogg se convirti� en un film maldito: Let It Be. Ninguno de los cuatro m�sicos asisti� al estreno oficial del film y la pel�cula qued� en el olvido por expreso deseo de la banda. Nunca permitieron un reestreno ni una reedici�n en ning�n formato. Hasta ahora.
A partir de la vuelta al material original que tuvo lugar con el proyecto de Peter Jackson y Get Back, el film vuelve a estrenarse en la plataforma Disney Plus. Apple Corps., due�a de los derechos de la banda, le pidi� a Park Road Post Production, de Peter Jackson, que restaurara meticulosamente la pel�cula a partir del negativo original de 16mm, lo que incluy� la remasterizaci�n del sonido utilizando la misma tecnolog�a de-mix que se utiliz� en la docuserie Get Back. El resultado, como en la serie documental, es maravilloso y Let it Be, finalmente, tiene lugar en la historia como el documento f�lmico important�simo que fue y es.
La pel�cula se divide en dos partes destacadas. La primera, con el registro en los estudios Twickenham, del ensayo del nuevo material. Hay momentos como el de Ringo y George realizando arreglos para la bella composici�n Octopus Garden (que luego iba a ser grabada en Abbey Road) o McCartney dando indicaciones a Lennon sobre c�mo deb�a sonar la guitarra en I've Got a Feeling. Ese primer segmento se lleva una hora de producci�n total. La segunda parte, con el famoso concierto en la azotea del edificio de Apple Corps., es el cierre y dura 25 minutos.
Durante a�os se especul� respecto de todo lo que pas� en esas semanas de grabaci�n de Let it Be. Las peleas, los mitos alrededor de Yoko Ono y su incidencia sobre Lennon, el car�cter insoportable de McCartney, la contenci�n de Harrison y el hartazgo de Ringo. Diferentes miradas sobre un mismo suceso.
El investigador y especialista Dan Rivkin que lleva adelante la web y cuenta de X They May Be Parted acerca de las sesiones de grabaci�n de Let it Be ha comentado que "Ha sido tratado como un trabajo en progreso perpetuo, un �lbum que originalmente nunca tuvo la intenci�n de ser". Nada de D�jalo Ser.
El reestreno de la pel�cula en Disney+ suma un di�logo de cinco minutos entre Peter Jackson y Michael Lindsay-Hogg, responsable del registro de m�s de sesenta horas de esas sesiones interminables. Es interesante ese momento porque Hogg explica cu�l era la idea original del film, unas peque�as escenas previas que sirvieran de introducci�n al concierto en un anfiteatro, el retorno de Los Beatles al vivo. Todo se vino abajo con la partida de George Harrison y el colapso del proyecto. De ah� su idea de darle un cierre a ese material con el concierto en la azotea.
La verdad desnuda
La revoluci�n y vuelta al concepto Let It Be comenz� con el acceso de Peter Jackson a m�s de 50 horas de grabaci�n cruda que fueron obtenidos durante los 20 d�as en enero de 1969 como registro de la grabaci�n del �lbum. Ese fue el trabajo original de Hogg. Por eso, en la charla actual como preludio del film incluida en la plataforma, el director veterano piensa hoy el resultado de su pel�cula como una segunda parte del monumental trabajo realizado por su colega, el realizador de El Se�or de los Anillos.
Jackson trabaj� en su mayor parte con un material que era in�dito. Y ofrece una nueva mirada sobre esos d�as enigm�ticos y atrapantes. Nuevamente nos sumergimos en las puertas de Rashō para acceder a otro relato posible. La maravilla del Jackson documentalista nos entrega una parte de ese conflicto, s�. Pero tambi�n suma la qu�mica de cuatro amigos entra�ables, momentos de disfrute y un acceso a un desborde creativo supremo, como el momento en el que McCartney compone en vivo esa pieza suprema que es Get Back. Respiramos aliviados. Hab�a mucho m�s que ver y aprender de esos d�as y de nuestros amados Beatles. "Desde el punto de vista de los cuatro Beatles, creo que aprendimos m�s sobre sus personalidades y de qui�nes eran como seres humanos, porque reaccionan a las cosas que salen mal en lugar de reaccionar a las cosas que salen bien", coment� en una de las tantas entrevistas el director de King Kong.
Pero hay otra mirada que se suma a la historia de ese �lbum, de ese disco en constante proceso. En 2023, se cumplieron 20 a�os de la salida al mercado de Let it Be... Naked. Ese "desnudo" del nuevo t�tulo se refiere a la obra tal cual la hab�a pensado McCartney. Un sonido limpio, sin esas sobre grabaciones experimentales. En un trabajo sobre los masters originales, Paul Hicks, Guy Massey y Allan Rouse, productores de sonido, eliminaron el trabajo original de Phil Spector y resaltaron la instrumentaci�n central de los Beatles y el teclista Billy Preston. El resultado deja afuera las paredes sonoras marca registrada Spector sobre las cintas originales que Harrison y Lennon le hab�an entregado al productor para que dispusiera a su gusto, generando el enojo de Paul. Por eso, m�s all� de que Abbey Road se grab� despu�s en 1969 (y sali� a la venta en septiembre de ese a�o), Let It Be demor� su llegada a las bateas hasta 1970, convirti�ndose en el �ltimo �lbum Beatle oficial.
Let it be... Naked ofrece un sonido limpio, con varias versiones que se pod�an escuchar en la serie de discos anteriores, el proyecto Anthology que en los a�os noventa ofreci� tres canciones in�ditas recuperadas de viejas cintas de grabaci�n en tres discos dobles (en plena vigencia del CD) que mostraron tomas alternativas de piezas conocidas.
Todo un material adictivo en el marco de un proceso de comercializaci�n extrema pero que no cuestionamos porque con cada arista que se abre, con cada pieza diferente que suma a cristal con que se miran esos d�as m�gicos, nos sentimos ubicados en las puerta de Rashō dispuestos a ser testigos protagonistas de ese Rashōmon musical que marc� el final (y no la muerte) de la banda m�s grande de todos los tiempos.
