Recuerdos del futuro

“La simple documentación sigue siendo una de las funciones más importantes de la fotografía. Lo que estás comiendo, leyendo o viendo en la tele es una especie de juego de rompecabezas. Es posible que no produzcamos ninguna imagen que pase la prueba del tiempo, pero refrescará nuestros recuerdos en el futuro”, escribe David Hurn en un posteo de Instagram. La imagen que acompaña el post es la de unas muñecas colgadas por los pelos en una soga con ganchos de madera y otras, que han perdido todo salvo la cabeza. La foto fue tomada en los noventa en Arizona. Esa colisión caprichosa entre pasado y presente genera una fricción que el fotógrafo de Magnum, que ya tiene 60 años de carrera, sabe aprovechar para buscar algún sentido en este mundo que ha perdido la cabeza. Eso lo que vino haciendo desde 2016 y ahora sus textos y sus fotos fueron recopilados en el libro On Instagram. En el libro hay fotografías de la revolución húngara de 1956, celebraciones de Halloween en el pueblo galés local de Hurn durante la pandemia, reflexiones en torno al Brexit e imágenes del set de A Hard Day's Night de The Beatles en 1964. De estas últimas, Hurn anotó en Instagram: “Richard Lester dirigió A Hard Day's Night y me pidió que actuara como fotógrafo especial en la película. Curiosamente, la mayor parte se rodó en un tren alquilado que viajaba todos los días entre las estaciones de Marylebone y Minehead”. Si de trenes se trata, hay una foto hermosa de Julie Christie y la siguiente historia: “En ese momento acababa de estar en dos películas, Darling y Dr. Zhivago. Pero ella era muy sencilla y con frecuencia se la podía ver viajando por Londres en el metro”. Nada tienen que ver los trenes, The Beatles y las muñecas agarradas por el pelo. Hasta que Hurn decide lo contrario, genera fricción y enciende el fuego para contar una buena historia, como si se tratara del fin del mundo. Y de su comienzo.

Volveré y seré estatua

Cinco años atrás, los legisladores de Arkansas decidieron reemplazar las estatuas que representan al estado en el Capitolio de los Estados Unidos por considerar que esos próceres de los siglos XVIII y XIX eran poco representativos. En lugar, el estado pronto estará representado estatuas de la líder de los derechos civiles Daisy Bates esta semana. Y por Johnny Cash. La estatua de dos metros y medio de altura representa al cantante con una guitarra colgada a la espalda y una Biblia en la mano. El escultor de Little Rock, Kevin Kresse, que fue seleccionado para crear la estatua, ha esculpido otras figuras musicales de Arkansas como Al Green, Glen Campbell y Levon Helm. “Caminó el camino y vivió lo que creía. Y esa fue precisamente esta cualidad que realmente me atrajo”, dijo Kresse. "Y esa consideración interior era algo que realmente quería intentar resaltar en esta escultura". Lejos quedaron los días donde dio un recital en la Casa Blanca, en 1969, convocado por Richard Nixon, que no estaba muy interesado en la paz mundial y la voz de los silenciados sino en consolidar su base electoral conservadora del sur. Cash nunca temió la arena política ni sus tensiones. Y de hecho, para que su estatua esté en el Capitolio hubo acuerdo de representantes demócratas y republicanos. La decisión fue rubricada en 2019 por el entonces gobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, que es conservador pero sagaz al momento de entender la época. Y es que a veces, la libertad sí avanza.

Tu nombre sobre mi nombre

En Milán, aún consideran que ver a alguien pintando en vivo y en directo es un gran espectáculo. Más cuando se trata de un artista que decidió recrear a escala real el Guernica de Picasso. A los 89 años, Ercole Pignatelli está cumpliendo un sueño que empezó cuando tenía 18, al ver por primera vez la obra allí mismo. El Guernica se mostraba en la Sala de las Cariátides en el Palazzo Reale de Milán, un espacio de 600 metros cuadrados construido en el siglo XVIII como un lujoso comedor que había permanecido sin techo después de haber sido alcanzado por las bombas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. “Fue como una aparición, como si me volviera a encontrar con algún ancestro que volvía de la muerte”, dijo este artista italiano sobre aquel encuentro. Ahora, Pignatelli decidió que durante dos semanas pintará su propia versión de la obra sobre un lienzo de similar tamaño al original, cuya reproducción tiene al lado allí, en el mismísimo Palazzo Reale. Esto es parte de una exhibición de obras en gran formato que Pignatelli fue creando desde 1954. También se superponen las fechas: Picasso comenzó a pintar su obra en blanco y negro el 11 de mayo de 1937, en París, pocos días después del ataque a la población de Guernica. La obra se exhibió ese mismo año y en 1939 fue enviado al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Picasso no quería que su obra retornara a España hasta que no cayera Franco. Así que el Guernica volvió recién en 1981 y desde 1992 se exhibe en el Museo Reina Sofía.

Mi enfermedad

El 7 de mayo de 1824, Ludwig van Beethoven, que entonces tenía 53 años, subió al escenario del magnífico Theatre am Kärntnertor de Viena para ayudar a dirigir el estreno mundial de su Novena Sinfonía, la última que completaría. Aquella actuación estuvo marcada por un incidente al comienzo del segundo movimiento que reveló a la audiencia de unas 1800 personas cuán sordo se había vuelto el venerado compositor. Beethoven era ajeno a los aplausos y a su música. Estaba de espaldas al público, marcando el ritmo. En ese momento, un solista lo agarró de la manga y lo giró para ver la estridente adulación que no podía escuchar. Era una humillación más para un compositor que se había sentido mortificado por su sordera desde que empezó a perder la audición cuando tenía veintitantos años. ¿Pero por qué se había quedado sordo? ¿Y por qué le acosaban constantes calambres abdominales, flatulencias y diarrea? La respuesta parece estar cifrada en unos cuantos mechones de su pelo sometidos a estudios de ADN. Y es que, parece, esos pelos tenían cantidades alarmantes de plomo. En 1802, Beethoven había accedido a que su cuerpo fuera estudiado tras su muerte para que la ciencia pudiera saber por qué su salud era tan frágil. Esto es algo que sabe su fan australiano Kevin Brown, quien cedió los cabellos para su estudio. El resultado, dijo Paul Jannetto, director del laboratorio, fue sorprendente. Uno de los mechones de Beethoven tenía 258 microgramos de plomo por gramo de cabello y el otro 380 microgramos. Un nivel normal en el cabello es inferior a 4 microgramos de plomo por gramo. También se encontró gran cantidad de arsénico y mercurio. Es probable que Beethoven se haya intoxicado con vino barato. El plomo, en forma de acetato de plomo, también llamado “azúcar de plomo”, tiene un sabor dulce, se agregaba al vino de mala calidad para mejorar su sabor. El vino también se fermentaba en calderas soldadas con plomo, que se filtraba a medida que el vino envejecía, dijo Janetto. Y añadió que los corchos de las botellas de vino se remojaban en sal de plomo para mejorar el sellado. Beethoven creía que el vino era bueno para su salud así que bebía una botella al día. En los últimos días antes de su muerte a los 56 años en 1827, sus amigos se lo servían en cucharadas. Mientras yacía en su lecho de muerte, le regalaron doce botellas de vino. Para entonces Beethoven sabía que nunca podría beberlos. Sus últimas palabras habrían sido: “¡Qué pena, qué pena, demasiado tarde!”.