GUEPARDOS

 

Al nacer tras un período de gestación cercano a los tres meses, los guepardos están completamente indefensos. Ni siquiera pueden abrir los ojos, así que su madre se encarga de proteger a una camada de hasta seis crías de los depredadores. Aproximadamente cada cuatro días mueve a sus hijos de nido para evitar el almacenamiento de olores que atraigan a otros animales. Los alimenta con leche materna hasta que cumplen tres o cuatro meses, detalla Cheetah Conservation Fund. Luego les lleva carne.

 

Los cachorros siguen a su mamá en sus viajes diarios mientras busca presas. De esta forma aprenden de ella. Además, su progenitora libera animales vivos, como gacelas jóvenes, enfrente de ellos para que intenten atraparlos y practiquen sus habilidades de caza bajo supervisión. Al año y medio generalmente se separan.

Orangutanes

 
Se dice que las relaciones más intensas entre madres e hijos son las de los humanos y… las de los orangutanes. Suelen dar a luz a una única cría tras un período de gestación de ocho meses y medio, aproximadamente, indica Orangutan Foundation International. Durante sus primeros dos años de vida, dependen completamente de su mamá para alimentarse y transportarse. Se sujetan al vientre, costados o espalda de sus progenitoras mientras se mueven por los árboles. A veces lo hacen hasta los cinco años e incluso llegan a cumplir ocho años todavía consumiendo leche materna.
 

Suelen separarse tras una década juntos, pero es común que las hembras visiten a sus madres hasta los 16 años. Según primatólogos, su infancia es tan prolongada porque deben aprender casi todo de sus cuidadoras: dónde encontrar comida, qué y cómo ingerirla (incluso con el uso de herramientas) y formas de construir un sitio de descanso. Adicionalmente, las mamás protegen a sus crías de los depredadores.

Pingüinos emperador

 

 

Antes de convertirse en madres, los pingüinos emperador deben alimentarse y acumular grasa para el invierno. Sólo producen un huevo tras un embarazo que deja hambrientas a las hembras, por lo que deben pasárselo al macho para que lo proteja del frío con su cuerpo. Al ser tan preciado, en ocasiones se resisten a entregarlo hasta que sus parejas las convencen, apunta la BBC Wildlife Magazine. Después emprenden un viaje de hasta 80 kilómetros para llegar al océano a pescar.

 

Las mamás pasan dos meses alimentándose y vuelven con sus compañeros alrededor de la temporada de eclosión. Si su huevo aún no eclosiona, cambian de lugar con el macho. Si su polluelo ya nació, regurgita comida para alimentar al recién nacido. Ambos padres mantienen cálido y seguro a su descendiente hasta que pueda sobrevivir por sí solo, de acuerdo con la Antarctic and Southern Ocean Coalition.