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Milei pone busto de Menem en el lugar de Néstor Kirchner y Cristina Fernández disputa la batalla cultural

Por Manuela Castro

(CNN en Español) -- Hasta hace unas semanas el busto de Néstor Kirchner estaba a primera vista en los pasillos de Casa Rosada pero desde este martes, su lugar es ocupado por el expresidente Carlos Menem. Este es el símbolo más reciente de muchos del gobierno de Javier Milei para avanzar en la batalla cultural.

Dos acontecimientos de la semana pasada: 1. El vocero del presidente Javier Milei, Manuel Adorni, anunció que el Centro Cultural “Néstor Kirchner” (CCK) pasará a llamarse Palacio Libertad. 2. Cristina Fernández de Kirchner inauguró un Salón de las Mujeres en el Instituto Patria, desmantelado en la sede de Gobierno dos meses atrás por la actual administración.

Algo de contexto: El Salón de las mujeres argentinas originalmente se encontraba en la casa de Gobierno. La entonces presidenta lo inauguró en 2009 en homenaje a las protagonistas de la historia “en el ámbito más emblemático del poder político de la Argentina, un lugar permanente que nos hemos ganado pero que todavía es muy resistido", dijo.  

Gentileza Presidencia Argentina

El 8 de marzo pasado se bajaron los cuadros de Eva Perón, Juana Azurduy, Victoria Ocampo y las Madres de Plaza de Mayo, entre otras, y se subieron los de Julio Argentino Roca, Domingo Faustino Sarmiento, Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi, Tumba del Soldado Desconocido de Malvinas y Carlos Saúl Menem, entre otros. La sala pasó a llamarse el Salón de los Próceres.

Karina Milei le puso voz a la noticia en un video que se difundió a la par que miles de mujeres copaban la Plaza de Mayo por el Día Internacional de la Mujer. “Venimos a honrar a los próceres de nuestra historia (...) Homenajes que serán válidos hoy y lo serán dentro de 100 años y no el guiño político estéril a un movimiento político del momento”, narraba la secretaria de Presidencia y hermana del presidente.

El cambio de nombre del CCK exhibe un paralelismo. Su apertura fue el 21 de mayo de 2015, a finales del segundo mandato de la expresidenta cumpliendo un “sueño de Néstor”, según contó Fernández entonces. Es el centro cultural más grande de Latinoamérica y una toma de posición del lugar que el kirchnerismo le dio a la cultura.

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Adorni confirmó su nuevo nombre en un tuit: “Palacio Libertad. Fin”.

Para que la decisión se haga efectiva todavía falta o bien un tratamiento legislativo o la sanción de un Decreto de Necesidad y Urgencia. La Oficina de Comunicación de Presidencia dijo a CNN que está en agenda avanzar, aunque no se conoce mediante cuál de los dos caminos.

El detrás de escena de la batalla de los símbolos

Durante las dos presidencias de Fernández de Kirchner (2007-2015) universidades y hospitales públicos, calles, estaciones de transporte, entidades de la sociedad civil y más fueron bautizadas con el nombre de Néstor Kirchner.

Estos bautismos que forman parte del folclore kirchnerista son los que ahora el gobierno pareciera querer desbancar. 

Ezequiel Saferstein es doctor en Ciencias Sociales e investigador del Conicet, y junto a su colega Analía Goldentul estudió en profundidad las herramientas de la construcción del discurso político. En diálogo con CNN dice que la batalla cultural es importante. “Todo gobierno que asume tiene una gesta refundacional. Lo hizo el kirchnerismo, claramente, el macrismo de modo mucho más tibio y finalmente no avanzó mucho sobre eso, y ahora, sin dudas, el mileismo trae unas formas muy fuertes”, explica.

“Milei, la revolución que no vieron venir” es la biografía autorizada del mandatario argentino. Uno de los escritores que firman el libro, Nicolás Márquez, estuvo en la conversación pública esta semana por expresiones homofóbicas explícitas, que no tiene sentido reproducir, durante una entrevista radial. El gobierno no contestó a CNN el pedido de comentarios sobre estas declaraciones. La semana pasada Márquez presentó si trabajo en la Feria del Libro y habló de la batalla cultural y de un cambio de época.

Saferstein, también autor de “¿Cómo se fabrica un best seller político?”, ha dedicado a última década al estudio de la literatura de las derechas y dice que Milei y Márquez comparten “espacios de sociabilidad intelectual” desde hace más de diez años, aunque el escritor no forma parte del gobierno. 

“Por más que Milei tenga una formación en particular como economista, siempre habló de esta disputa. Su alianza con Agustín Laje y Nicolás Márquez es un reflejo de eso. De hecho, la Escuela Austríaca de economía a la que adscribe Milei no es puramente economicista sino más filosófica y política”.

El kirchnerismo sostuvo sus banderas identitarias a lo largo de los tres mandatos de los Kirchner, pero también en el gobierno del presidente Alberto Fernández.

El analista político y fundador de Revista Panamá, Martín Rodríguez, dice que los principales íconos de la narrativa kirchnerista eran progresistas y enumera: “el matrimonio igualitario, los derechos humanos, las leyes de género, la renovación de la Corte, etc”. 

En contraposición, Saferstein reconstruye los escritos de los últimos años de los intelectuales del universo libertario cercanos a Milei, Laje y Márquez: “sus primeros libros discutían la década del 70 y la visión del kirchnerismo sobre los derechos humanos durante la dictadura, la idea de los mitos setentistas, de la memoria oficial”, explica, “después hay una segunda etapa con la ideología de género como nuevo tópico articulador”.

En esta línea se explica lo que ocurrió el último 24 de marzo, Día de la Memoria. La Casa Rosada publicó en su cuenta oficial de X un video polémico bajo el nombre de “Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Completa”.

Saferstein vuelve a insistir con la importancia que le dan los gobiernos a la batalla cultural. “No por casualidad el kirchnerismo y el mileismo encarnaron esa idea, retomando quizás a (Antonio) Gramsci, que planteaba que el poder se disputa también en ese plano. No creo que sea un aspecto para ocultar las transformaciones económicas profundas que está haciendo este gobierno, sino que aspiran a una refundación cultural”, dice. 

No es algo que Milei oculte tampoco. Se ha referido a eso en más de una oportunidad siendo presidente y antes también. Incluso, durante su enfrentamiento con la cantante Lali Espósito él mismo citó al autor marxista: “DESARMANDO EL GRAMSCI KULTURAL (...) La raíz del problema argentino no es político y/o económico, es moral (...) para implantar el socialismo era necesario introducirlo desde la educación, la cultura y los medios de comunicación”.

¿Y qué busca Cristina F. de Kirchner?

Como se dijo, esta semana la expresidenta inauguró el Salón de las Mujeres desmantelado por la actual administración, esta vez en un edificio de una organización civil ligada al kirchnerismo, ubicado en la ciudad de Buenos Aires. 

Una semana atrás protagonizó un acto en Quilmes, un municipio de la provincia de Buenos Aires, por invitación de la intendenta Mayra Mendoza, dirigente de La Cámpora, en el que participaron sus partidarios y se inauguró un microestadio. ¿Hace falta decir el nombre? A riesgo de pecar de redundancia: Microestadio presidente “Néstor Kirchner”.

En uno y otro evento se dedicó a confrontar al presidente, pero también a enviar mensajes hacia el propio kirchnerismo, que responden a disputas internas partidarias entre su hijo y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.

¿Por qué insiste en disputar los símbolos? ¿Está buscando liderar la centralidad de la oposición o, al menos, del peronismo? 

Rodríguez ensaya una respuesta: “Milei metió a la política dentro de discusiones intensas. Dentro del Parlamento y también por fuera de lo programático de las leyes en sí. La política está en medio de un pantano pesado de debates que van a generar efectos más o menos trascendentes. Ese es un escenario y lo otro es televisión”, dice y subraya un punto: “no veo a Cristina organizando el voto del peronismo, la veo organizándose a sí misma. Cristina tiene una habilidad enorme para gestionar su propia imagen y cuidar su lugar decisorio, busca por momentos más la defensa de un proyecto biográfico, que un proyecto político que implica pagar costos”.

Hace ya tres elecciones que Fernández de Kirchner no se presenta como candidata presidencial. En 2015 no podía hacerlo porque la Constitución argentina habilita solo dos mandatos consecutivos y ella acababa de cumplirlos, pero en 2019 y 2023 sí podía y no lo hizo. En 2023 se desempeñaba como vicepresidenta en el Gobierno de Alberto Fernández desde el inicio del mandato en diciembre de 2019.

Varios analistas coinciden en que no tenía los votos suficientes para volver al sillón de Rivadavia. 

“Ella sabe que no tiene un modelo para proponerle a la sociedad. En el plano de la discusión simbólica aparece y disputa los sentidos, pero no es algo que tenga raíces de una situación alternativa a la de Milei”, dice Rodríguez, “pero obviamente va a custodiar el progresismo del que ella fue mentora, aunque ahora está de moda decir que nadie es progresista, pero la comunión entre progresismo y peronismo es una obra de Cristina y Néstor".

Para cerrar, Rodríguez reflexiona sobre un último aspecto: “Imagino que debe haber una tensión básica entre querer el poder y dudar de quererlo por el problema que sería hoy tenerlo. Argentina tiene problemas que deberían haber sido resueltos con repertorios ideológicos que Cristina no maneja”, dice. “Dicho rápido: en Argentina había que hacer un ajuste y la política, aunque no toda, está diciendo ‘que lo haga Milei”.