Mary de Dinamarca estrena la tiara de perlas de las reinas y la luce con un vestido de gala azul remodelado

Por fin. Mary de Dinamarca ha estrenado una de las tiaras solo reservada a las reinas danesas. Ha sido durante la cena de gala que el rey Harald y la reina Sonia han ofrecido en su honor en el Palacio Real de Oslo. Federico X y su esposa se encuentran realizando una visita de Estado a Noruega, y la primera jornada ha terminado con un banquete para el que la australiana ha lucido por primera vez la conocida como tiara Pearl Poiré, una joya con mucha historia.

La Pearl Poiré fue la tiara favorita de Margarita II, y ahora ha pasado a manos de Mary junto al resto de la parure, formada por un broche y unos pendientes de perlas y diamantes. También hay un collar, del que la australiana ha prescindido. Data del primer cuarto del siglo XIX, cuando fue encargada para la princesa Luisa de Prusia, esposa de Federico de los Países Bajos. Fue pasando a sus descendientes, hasta que su nieta, Luisa de Suecia, la llevó a Dinamarca cuando se casó con Federico VIII, bisabuelo de Margarita.

La propia reina Luisa las incluyó en un fondo para proteger algunas de sus joyas y que no pudieran ser vendidas o divididas por las herencias futuras. De ahí que hayan pasado de reina a reina, llegando ahora hasta Mary. Una de las curiosidades del impresionante conjunto es que los pendientes se realizaron separando dos enormes perlas de la tiara. El peso era tal que se hizo el soporte por encima de la oreja, para evitar que colgaran del lóbulo.

La australiana ha rescatado de su armario un vestido azul celeste de Birgit Hallstein, que ha remodelado para la ocasión. Se trata de un diseño que Mary lució en la boda de Carlos Felipe y Sofía de Suecia, en junio de 2015, y que ahora, nueve años después, y ya como reina, ha rescatado para la cena de gala en Noruega. Eso sí, Birgit Hallstein ha hecho verdadera magia, pues el vestido parece totalmente de estreno.

La nueva versión presenta una falda de vuelo de seda azul sin el aplique de flores original, y una parte superior de tul, con manga francesa y una tela de hombro a hombro. El resultado es un look muy regio, con el que Mary ha demostrado una vez más que es la reina del reciclaje. llevaba, además, la banda roja y azul marino de la orden noruega de St. Olav.

En cuanto a las damas de la familia real noruega, Mette-Marit ha apostado por una falda de Temperley London que, curiosamente, también llevó en la boda de Carlos Felipe y Sofía de Suecia. Un diseño en color blanco, con flores rosas en distinto tamaño. Si en Estocolmo combinó la falda con un top rosa, en esta ocasión ha optado po una chaqueta blanca de manga larga y peplum. Llevaba la banda de la orden danesa del Elefante, al igual que su marido, el príncipe Haakon, y sus suegros, Harald y Sonia.

La heredera noruega ha coronado su cabeza con la tiara de amatistas y diamantes, una pieza que el rey Harald adquirió en los años 90 para entregársela a su esposa, la reina Sonia. Las amatistas están rodeadas de diamantes talla brillante, alternándose con pequeñas flores de diamantes también en talla brillante. La tiara la han lucido con asiduidad tanto la heredera como su cuñada, Marta Luisa, y forma parte de una parure que cuenta con unos pendientes que Mette-Marit también lucía. No así el collar, que ha preferido dejar guardado en el joyero real.

Por su parte, la reina Sonia llevaba un vestido naranja con capa, realizado con un tejido plisado. La tiara elegida ha sido la de las esmeraldas, una pieza de estilo neoclásico que el joyero Bapts realizó en 1804 para la emperatriz Josefina. Está hecha con diamantes y esmeraldas, que representan volutas y madreselvas. En la parte superior central hay una gran esmeralda de talla princesa. Josefina dejó la diadema a su hijo, Eugenio de Beauharnais, que se la regaló a su hija Amelia, al casarse con Pedro I de Brasil. Amelia le legó la joya a su hermana, la reina Josefina de Suecia.

Finalmente, y tras pasar por varias cabezas, la diadema acabó en manos de la reina Marta, esposa del rey Olav V. Actualmente, es la tiara favorita de la reina Sonia, que, como soberana consorte, es la única que puede lucirla. Llevaba también el collar, los pendientes y el broche a juego.