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M�s 'sangre a borbotones': vuelve por todo lo alto el Rafael Reig m�s 'noir'

Esta obra melanc�lica, pero con un gran punto vitalista, se incorpora felizmente a la l�nea detectivesca que nutre desde hace a�os la narrativa del escritor

El escritor Rafael Reig en 2021.
El escritor Rafael Reig en 2021.UVA
Actualizado

En una isla llamada Dragonera (no la real, en las Baleares, sino una imaginaria, en medio del Atl�ntico, donde todas las calles, plazas y parques tienen nombre de poeta), languidece en 1979 un grupo de cuatro personas que est�n a medias entre el funcionario aficionado a las siestas y el esp�a con adicciones, y que, en el escalaf�n de lo c�mico, s�lo andan un par de pelda�os por debajo de los detectives de los Tres enigmas para la Organizaci�n, de Eduardo Mendoza, con los que comenzamos 2024.

Cualquier cosa peque�a

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En ese enclave supuestamente estrat�gico, que no se sabe bien si es multinacional, independiente o directamente ap�trida, asesinan de dos disparos a un candidato a la presidencia con muchas cosas que ocultar, y ese "magnicidio preventivo" activa no s�lo la consiguiente investigaci�n, sino una especie de "protocolo narrativo" en el que Rafael Reig (Cangas de On�s, 1963) se siente muy a gusto, aunque llevaba algunas novelas sin recurrir a �l.

Mucho m�s que pura trama

Son, digamos, unas aguas territoriales s�lo suyas (pero que recuerdan a veces a Rafael Chirbes, a Marta Sanz o a Esther Garc�a Llovet cuando se esfuerza un poco, la de la buena Spanish Beauty y no la de las calamitosas Gordo de feria o Los guapos) en las que gusta de husmear en rincones corrompidos, c�nicos o desesperados, donde la pereza alcoholizada de perfil bajo se topa de repente con el mal casi en estado puro, con una ambici�n criminal de dimensiones y alcances francamente abrumadores para un equipo tan desentrenado como el que dirige el casi jubilado militar Gin�s Loyola.

Pero, como siempre en Reig, el argumento general (que, tras la autobiogr�fica Amor intempestivo y la melanc�lica El r�o de cenizas, ambas excelentes) queda sometido al puro placer de contar, a las digresiones sobre toda suerte de temas, graves o leves, al retrato de curiosos personajes secundarios o a la cr�nica de situaciones privadas (quiero decir sexuales) que tienen algo de chismorreo goloso y mucho de trascendencia disimulada.

En cuanto a los personajes principales, y como suele suceder en las grandes novelas policiacas, reflexionan mucho m�s sobre la vida, en general, que sobre el caso que de repente les ocupa, alterando las rutinas y las inercias. Eso vale tanto para "los buenos" como para "el malo", el g�lido asesino a sueldo Peter Doyle, a quien tambi�n seguimos en sus movimientos y cuya diab�lica alma (e incluso su corazoncito) llegamos a vislumbrar entre estrangulamientos y tiroteos.

Una literatura casi feliz

Y tambi�n reconocemos aqu�, por descontado, la mirada y la personalidad de Reig, alguien que parece desenga�ado y aun escarmentado ya, pero en absoluto descontento. Es un hombre que puede que est� de vuelta de todo, pero lo cierto es que vuelve con una sonrisa, y eso se agradece mucho, sobre todo porque se percibe en el buen humor de sus novelas, que tienen algo claramente melanc�lico y oto�al, pero tambi�n un gran punto vitalista, agradecido, casi feliz, lo cual se nota en muchos detalles del texto, desde los que afectan al paisaje isle�o de Dragonera como los que tiene que ver con el comienzo de un enamoramiento: "Se besaron hasta que se termin� el vino".

Cualquier cosa peque�a (t�tulo que procede de un poema de Claudio Rodr�guez) se incorpora, pues, a esa l�nea m�s o menos detectivesca de la narrativa de Reig, y lo hace a conciencia, es decir, con calma, con naturalidad, cuando tocaba o, mejor, cuando apetec�a: "Pase lo que pase, siempre encontramos una soluci�n, incluso sin buscarla, lo que ya deber�a habernos hecho sospechar de nuestras soluciones, que se limitan a sustituir un problema por otro, no pocas veces de mayor tama�o".