Hace 42 años se cerró ingreso a los porteños al Paseo Independencia del Rompeolas

El rompeolas era el paseo tradicional de antaño para los porteños.

Deben reubicar PEMEX, para recuperar el icónico y tradicional espacio

Este año se cumplieron cincuenta y dos años de aquel destacado acontecimiento ocurrido en los muelles de Petróleos Mexicanos (PEMEX), en el Centro Histórico de Manzanillo, donde un barco petrolero llamado Mary Ellen Conway ardió en llamas dramáticamente, poniendo en severo riesgo a prácticamente toda la población de Manzanillo.

Hay que decir que en ese tiempo la mayoría de los porteños estaban concentrados en esta parte de la ciudad y, aunque existían asentamientos humanos importantes en Salagua, Santiago y El Colomo; el Valle de las Garzas y Nuevo Salagua no existían como poblaciones, ni tampoco existían los muchísimos fraccionamientos que hay ahora entre Nuevo Salagua y Santiago.

Otra cosa que hay que destacar es que, cuando los barcos petroleros descargaban su combustible en el mencionado malecón, éste se acumulaba en ciertos tanques ubicados sobre la ladera del Sector 1, con capacidad de almacenamiento de alrededor de 100 mil litros cada uno. Estos contenedores se conectaban por medio de ductos externos a los buques-tanques. Posteriormente, ese combustible almacenado en las cisternas del Sector 1 era trasladado a las instalaciones de la paraestatal en Tapéixtles a través del ferrocarril.

El 13 de marzo de 1972 llegó a los muelles de PEMEX el Mary Ellen Conway a hacer su habitual descarga, y la estaba haciendo cuando un de repente, sin que hasta la fecha se haya conocido con exactitud la causa, el buque-tanque comenzó a arder, propagándose rápidamente ese incendio a las puntas de las mangueras que enlazaban al barco con las enormes cisternas del Sector 1, mismas que lograron ser apagadas rápidamente por los trabajadores de la paraestatal petrolera, que sabían cómo controlar la situación en esos casos; pero el barco no se logró apagar, por lo que la amenaza continuaba latente.

Mientras esto sucedía, la población del Centro Histórico comenzó  a aterrorizarse, creándose una crisis colectiva de grandes proporciones. Las llamaradas del barco ardiente iban cada vez más en crecimiento, y además, habían alcanzado ya mucha altura, a tal nivel que estas se veían desde mucha lejanía, lo que alimentó el intenso miedo en la población.

Familia dando la vuelta por el paseo Independencia del rompeolas.

La gente corría a lo loco, no sabían para donde ganar, ni que hacer y lo peor es que eso aconteció en horarios hábiles, donde los niños estaban en sus escuelas, los papás en sus centros de trabajo y las señoras en sus casas, ya que en esa época la labor de ama de casa no era mal vista y se ejercía con mucho amor.

Así es que no sabían si ir por sus hijos o salirse de los trabajos, o si los maestros debían retener a los niños; era un caos total en el Centro de Manzanillo. Los bancos y negocios quedaron con las puertas abiertas a causa del espanto y emprendimiento de la huida ante la inminencia del desastre, y sin embargo, nadie se robaba nada. Otro punto a destacar es que las autoridades municipales tampoco sabían qué hacer.

No se tenía todavía a Protección Civil, porque esa dependencia aún no existía, pues esta se formó en 1985 tras del terremoto de ese año en la Ciudad de México. Y, si algo hacían, era intentar apagar el incendio, pero no calmar a la población. Los únicos que hicieron algo en la medida de los que les fue posible fueron los de Ferrocarriles Nacionales que ayudaron a sacar en tren a una pequeña parte de la población, llevándola hacia Campos en varios viajes.

El peligro terminó cuando un valiente hombre porteño de gran corazón, el Cap. Leoncio Ucha Mora, tomó el mando de un remolcador llamado “Escorpión”, quien ya emponzoñado de la decisión y el valor de su capitán, logró sacar el barco hacia el rumbo de Las Brisas, separándolo completamente de los muelles de Pemex del Centro de Manzanillo a un lugar prácticamente deshabitado por el entonces.

Una vez que terminó la maniobra, logró, quien sabe cómo, porque el remolcador se dañó, regresar a tierra. El buque cisterna se consumió en fuego en altamar, y el corazón del Centro de Manzanillo logró salvarse de una explosión de grandes proporciones que, sin duda alguna, hubiera acabado con esta zona de la ciudad, matando quien sabe a cuantos miles de manzanillenses.

Toda esta historia la sé porque mi propio padre nos la contaba a mí y a mis hermanos, ya que yo estaba en el vientre de mi madre en plena gestación de dos meses, cuando aconteció tal hecho anteriormente descrito. Gracias a Dios que mi mamá no me abortó del susto, al menos no a los dos meses, aunque sí nací de forma prematura; sin embargo, mi papá de cuando en cuando nos recordaba esta historia.

Es una lástima que el Ayuntamiento de Manzanillo no haya hecho algún evento para recordar lo acontecido. No es raro tampoco, porque para hacer algo así, se necesita tener personal de Manzanillo en lo referente a las dependencias que tengan que ver con la historia de Manzanillo, que tenga amor por nuestro municipio, pero de a de veras; que sí sepa de nuestra historia, y no solamente que la conozca, sino que la estime, aprecie y valore, porque solamente con esas características se pudo haber hecho algo para recordar el incendio del Mary Ellen Conway y la hazaña de los tripulantes del Escorpión, comandados por el Capitán Ucha.

Gráfica donde se observan aspectos de la construcción de rompeolas.

Que todo lo sucedido sirva para hacernos recordar que PEMEX debe ser sacado del Centro Histórico, tal vez a modo de sugerencia, hacia las cercanías de Campos, utilizando para ello los nuevos muelles que allá están construidos y a los que no se les está dando uso alguno.

Dicen que los tanques del Sector 1 ya no funcionan para almacenamiento, que porque ahora los barcos envían directamente ese combustible a través de ductos de manera directa hacia Tapéixtles; pero esto es un rumor, pues oficialmente se desconoce si verdaderamente esos tanques de veras ya no acumulan nada. Podría ser que sí, ya que jamás se ven pipas ni hay un tren saliendo con carga de esa terminal.

Mientras sean peras o sean manzanas, ese muelle sí representa todo un peligro para la población del Centro Histórico y todas sus colonias circunvecinas desde la colonia Alameda hasta Tapéixtles, el recinto portuario y Las Brisas, península esta hoy altamente poblada, a diferencia del 72, en que eran solamente tierras de cultivo con una que otra casita.

Muy en especial, ya es hora también de rescatar el hermoso Paseo Independencia de Manzanillo, que está sobre el Rompeolas, del cual hoy el privilegio de acceder a su plancha de larga extensión y bellas vistas lo tenemos vedado desde hace 42 años, solamente porque Pemex está instalado en los alrededores de ese paseo turístico.

También se recuperaría la playa del Rompeolas y todo el lugar donde hoy está el Muelle de Pemex. Se ha prometido gestionar para recuperar este malecón y sus alrededores, pero lamentablemente solamente nos han aplicado El Son de la Negra, pues “nos dicen que sí, pero no nos dicen cuando”; así nos han dicho por muchos años, y por eso vivimos penando desde aquel lejano 72 en que nos cerraron el ingreso a uno de nuestro paseos más bellos, y soportando además todos los días el riesgo de otro incendio de algún buque-tanque, guarde Dios la hora.