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Condições Laborais: Teste de Existência

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¿su trabajo ExistE?
A continuación, encontrará usted 30 aseveraciones referentes a las 
condiciones laborales en las que puede situarse personalmente. El 
objetivo de este test es determinar, con base en los lineamientos marcados 
por las leyes, convenciones y marcos filosóficos que supuestamente debe-
rían regir a todos los ámbitos laborales, qué tanto existe para el resto del 
mundo su profesión, oficio o empleo. Cada respuesta en positivo significa 
un paso hacia el rango máximo de existencia, que supondría condiciones 
laborales estables, prestigiadas, reconocidas y protegidas en todos los flan-
cos posibles, públicos y privados. A partir de ahí, cada quien puede hacer 
el cálculo para los resultados obtenidos al responder según la propia ocu-
pación, temporal o permanente. Si tiene usted varios trabajos, es necesario 
que haga el ejercicio con cada uno y al final atraviese los resultados para 
saber en qué áreas están sus fortalezas y en cuáles sus debilidades. Recuer-
de también que es esta una práctica meramente indagatoria (recreativa, 
si prefiere llamarla así), de modo que no se obliga a nadie a realizarla. 
Comencemos.
Sólo un favor: elija usted cualquier marca para llenar los cuadros corres-
pondientes, excepto la equis.
☐ Existe un sindicato para quienes ejercen su labor (si tiene una fla-
mante afiliación, punto extra).
☐ Percibe una remuneración económica fija, previamente acordada.
☐ Existe un contrato o, al menos, un acuerdo previo sobre el tiempo 
en que realizará esas labores.
☐ Entre las posibilidades de su trabajo está el acceso a las prestacio-
nes laborales marcadas por la ley (por cada prestación que real-
mente reciba usted, punto extra).
☐ Tiene un lugar fijo para realizar sus labores.
☐ Tiene un horario fijo para realizar sus labores.
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☐ Conoce perfectamente quién funge como su sector patronal.
☐ La relación con ese sector patronal es estrictamente profesional.
☐ Sus logros particulares y generales son susceptibles de reconoci-
miento formal por parte de terceros.
☐ Existe un esquema de ascenso por méritos, antigüedad u otro criterio.
☐ Si usted decide renunciar, hay formatos para proceder en estricta 
profesionalidad.
☐ Existen escuelas de cualquier nivel para adiestramiento, capacita-
ción y/o profesionalización en sus labores.
☐ Sus labores son ejercidas con base en indicadores claros de 
productividad.
☐ La calidad de su trabajo puede determinarse por el nivel de cum-
plimiento o incumplimiento de metas precisas.
☐ Los conocimientos adquiridos al ejercer sus labores pueden apli-
carse a labores futuras o simultáneas.
☐ Puede reconocer fácilmente a una comunidad cercana de personas 
que realizan labores similares a usted.
☐ Puede reconocer fácilmente a personas expertas en el área en la 
cual realiza usted su trabajo.
☐ Su trabajo protagoniza una efeméride en su país, región o en el 
mundo, además del Día del Trabajo.
☐ Si ya tiene seis meses o más de experiencia en su actual ocupación, 
está en posibilidades de adiestrar o aconsejar a alguien que comienza.
☐ Tiene usted una rutina específica para realizar sus labores.
☐ Al final de su jornada puede descansar.
☐ Si se proyecta a futuro, tiene opción de jubilarse y pensionarse para 
vivir una vejez tranquila.
☐ Puede usted ejercer sus labores sin entablar un vínculo emocional 
con el objeto de su trabajo.
☐ Le es perfectamente posible reconocer cuándo está trabajando y 
cuándo no.
☐ Es muy claro cuándo está haciendo horas extras (punto extra si son 
remuneradas).
☐ Existen instituciones bien definidas a las que puede acudir en caso 
de desacuerdos, inconformidades o injusticias que se den en su 
espacio laboral.
☐ La división entre los asuntos personales y los asuntos de trabajo es 
diáfana y no se presta a confusiones.
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☐ En su día o días de descanso, no realiza actividades ni remotamente 
parecidas a las que realiza en su trabajo.
☐ Tiene acceso a un esquema claro de licencias y permisos, con o sin 
goce de sueldo.
☐ Si el mundo cambiara mágicamente y todos los seres humanos 
tuvieran la oportunidad de dedicarse a lo que más aman, usted 
seguiría realizando ese mismo trabajo.
Total:
 ☐
Si cada marca significa un grado de existencia para el trabajo ejercido 
en tanto satisfacción personal, legitimación, reconocimiento y prestigio 
social, quienes afirmen para sí mismos las 30 aseveraciones o más, con-
siderando los puntos extra, podrían decir bajo este marco que tienen un 
trabajo estable, bien remunerado, protegido y suficientemente posiciona-
do en su entorno. De 26 a 29 puntos, estarían todavía en un nivel de 
aceptabilidad en el que hasta por inercia esperanzada se pensaría que el 
rango podría aumentar, eventualmente. De 21 a 25, el escenario deja de 
ser tan promisorio, pero aún se estaría en una franja de visibilidad y po-
sible negociación. De 16 a 20, el asunto se complica porque, además, se 
puede comenzar a pensar en qué ámbitos se encuentran las afirmaciones 
marcadas para definir la gravedad de la situación. Pero a partir de ahí, se 
va en picada. Si bien tener de 11 a 15 puntos significa poseer alrededor de 
la mitad de las condiciones ideales, ya no es posible pensar en protección 
ni en reconocimiento, por ejemplo, y de 10 hacia cero se estaría hablando 
de una precariedad pasmosa.
Personalmente, desearía que hubiera entre las lectoras y los lectores de 
este libro un buen porcentaje que tuviera el mínimo de 75% de aseveracio-
nes marcadas en positivo, puesto que sería un signo de esperanza, incluso 
para quienes estamos en el nivel ínfimo. Como siempre, saber de alguien 
cercano que se encuentra en mejores condiciones que las propias da un 
cierto grado de optimismo; algo absurdo, pero optimismo al fin. Por eso, 
—y porque siempre es un poco más alentador pensar que Una es quien 
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tiene mala suerte y no que el sistema está hecho para aplastarnos a como 
dé lugar— intento convencerme de que habrá “mucha gente” que al leer la 
lista de criterios no le vea caso ni entienda desde dónde o para qué se están 
formulando, si es lo mínimo indispensable con lo que cuenta un trabajo, 
su trabajo.
Desafortunadamente, todo parece indicar que la tendencia va exacta-
mente para el lado contrario.
Cuando comencé a hacer esta lista tenía todas las energías depositadas 
en señalar la sistemática y terrible invisibilización del trabajo doméstico y 
de cuidados, que es el asunto central de este libro. Pero justo cuando había 
terminado de escribir los 30 criterios, vino a mi casa mi amiga N, y durante 
la plática surgió el tema. Me pareció buena idea leerle los enunciados y 
decirle mi propósito al redactarlos, después de platicarle de mi investiga-
ción sobre los elementos constitutivos de un esquema laboral. Ella, que se 
dedica a labores editoriales, es una gran poeta y doctorante en literatura, 
me escuchó por un momento y poco después me detuvo; me pidió volver a 
leer pero más lento, a fin de que ella misma pudiera responder al ejercicio. 
El asunto se tornó un poco más serio. N respondió “sí” o “no” a cada pre-
gunta y en algún punto sacamos la conclusión: tampoco ella podía marcar 
como afirmativa prácticamente ninguna de esas casillas.
Enseguida, pensé en hace un año, cuando era yo profesora de secunda-
ria, e intenté responder el ejercicio con mis condiciones de ese momento. 
Apenas pude marcar la mitad de los enunciados: tampoco ese trabajo me 
garantizaba una situación de tranquilidad ni plenos derechos. ¿Y qué signi-
fica eso en términos meramente humanos, personales, familiares, políticos? 
Esa es la pregunta que me ha resonado desde aquel día, cada vez más. La 
precarización laboral es una cuestión que parece no detenerse ante nada y 
basta abrir una de sus cloacas para que aparezcan más dudas y más incon-
sistencias: ¿Qué debe tener un trabajo para que alguien escuche que otro se 
dedica a eso y no le parezca extraño, absurdo, inútil, humillante, una pérdi-
da de tiempo? ¿Qué hace al prestigio, a la satisfacción, al reconocimiento? 
¿Cuándo llegamosa una estructura en la que hay que ganarse la vida como 
si, muy evidentemente, no la tuviéramos ganada, ni segura, ni valorada? Y 
a todo esto, ¿quién en este mundo quiere, pero realmente, quiere trabajar?
El negrito del Batey deja todo el trabajo al buey porque el trabajo, dice, 
lo hizo dios como castigo1. Es posible que todos, quienes trabajamos, es-
1 La representación de lo laboral en las artes, especialmente la música popular de dis-
tintos géneros, es un tema apasionante que habría que estudiar con mayor cuidado 
y mayores perspectivas. Pasando por canciones que ponen el énfasis en la opresión 
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temos de acuerdo con ello y asintamos con un gesto milenario, aprendido 
desde hace quién sabe cuántas generaciones (en una enseñanza a doblecara 
que al mismo tiempo nos insiste en que debemos ser productivos, lucho-
nes, esforzados), cada vez que alguien insinúa que hacen falta vacaciones, 
que el tiempo es tan corto y tan largos los pendientes, que el día tendría 
que tener 38 horas, que qué cansado es todo. Y sí, qué cansado.
Yo escribo este libro para hablar del binomio irrenunciable entre el tra-
bajo de cuidados y el doméstico, a partir de una experiencia propia que 
me ha obligado a ver la vida entera con otros filtros. Y por este sesgo cir-
cunstancial es que me obligo yo misma a ponerlo en palabras: me da tanto 
miedo olvidarme de algo como no poder contribuir a que alguien, al menos 
una persona más, lo vea también. Porque lo doméstico y los cuidados, estas 
dos referencias en apariencia comunes y tramposamente familiares, repre-
sentan un punto ciego en la precarización de lo laboral. Lo que no quiere 
decir que todos los demás ámbitos en los que se desempeña tanta gente 
no sufran de precarización, sino que dentro de todo ese panorama de lo 
público —de quien debe caminar, manejar o tomar transporte público ha-
cia su lugar de trabajo— habría que añadir también lo que sucede a puerta 
cerrada en las casas, en los parentescos, en las dinámicas de las que no se 
habla porque nos han enseñado que lo que se hace en privado se hace por 
voluntad, por afecto y por costumbre. Pero ahí también hay trabajo y de 
proporciones nunca justamente ponderadas. 
De eso quiero hablar. Y de todo lo que surja a partir de ello.
que significa una estructura diseñada para perpetuar la diferencia de clases (como 
“Working in the coal mine” de Lee Dorsey, “Working class hero” de John Lennon 
o “She works hard for the money” de Donna Summer); aquellas que exaltan las 
emociones individuales ante el trabajo que se realiza o anécdotas específicas (como 
“El arriero” de Atahualpa Yupanqui o “Construçao” de Chico Buarque); hasta las 
que expresan una completa negación hacia el trabajo (como “La guitarra” de Los 
Auténticos Decadentes o “No voy a trabajar” del grupo Bermudas). Las aproxima-
ciones a este tema complicado para la humanidad no tienen pocos vericuetos. Cabe 
mencionar la enorme fuerza que posee la endoculturación, es decir, la suma de dis-
cursos con que una generación recibe a la siguiente para imbuirle ciertos preceptos y 
esquemas, a menudo contradictorios, que se alimentan con todo lo percibido dentro 
de lo privado y de lo público. Tomando en cuenta todo esto, más las manifestaciones 
culturales que aquí ni siquiera se han nombrado pero que están, habría que consi-
derar desde qué edad comenzamos a considerar el trabajo como una vivencia tan 
importante, tan exigente y tan problemática.

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Cesar Vallejo

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