El Barça recupera el puesto y el orgullo - El Periódico Mediterráneo

Barcelona - Real Sociedad (1-0)

El Barça recupera el puesto y el orgullo

Un gol de Lamine Yamal engendrado por Lewandowski y un tanto de penalti de Raphinha permiten al equipo azulgrana ganar a la Real Sociedad y recuperar la segunda plaza en en la Liga

Francisco Cabezas

No está el Barcelona para presumir de estabilidad y cordura. Ni en los despachos ni en la grada. Una vez asumido, y con la única expectativa esta temporada de quedar por delante del Girona en la Liga [el triunfo ante la Real Sociedad permitió ese momentáneo placer], conviene también olvidarse por un rato de los abrazos de docudrama de su presidente y su entrenador para detenerse en los futbolistas. Son ellos, con el verano encima, los que advierten la cercanía de una guillotina ajena a los capitostes. Y también quienes tienen aún que apañárselas para alojar al Barça en la segunda plaza mientras el club mercadea con su futuro y les exige la clasificación para la Supercopa arábica de Rubiales y Piqué. Porque seis millones de euros no son pipas de las que prescindir.

El fútbol obliga, pues, a las dobles lecturas. Ronald Araujo, cuya venta se presume determinante para poder acometer contrataciones y aspirar a algo así como una reestructuración de la plantilla, fue suplente frente a la Real Sociedad. Sus últimas actuaciones, en cualquier caso, invitaban a su paso por el banco aunque ello comprometiera esta vez al jovencito Cubarsí, que no lo pasó bien a campo abierto frente a esa mole llamada Becker, quien tuvo tres goles en sus botas y que, cuando acertó, se lo anularon por fuera de juego.

También sería un error pasar por alto la actitud de Lewandowski, más aún cuando arrecian las críticas por su salario creciente y la conveniencia de mantener en la plantilla a un futbolista que este agosto se irá hasta los 36 años. Pues bien, el ariete polaco, que es un tipo profesional, pero sobre todo orgulloso, se pasó la noche presionando como si la vida, la pasada, la presente, pero también la futura, le fuera en ello.

Y bien que le vino al Barça que Lewandowski decidiera dejarse el alma como si le hubiera poseído el fantasma de Neeskens. El polaco fue en busca de un balón hasta el centro del campo, se retorció como una culebra entre dos rivales, y resquebrajó tanto la defensa donostiarra como el tedio para engendrar el gol inaugural. Gündogan entendió a su compañero, y Lamine Yamal, responsable del desenlace, no tuvo más que frotar la lámpara del genio y formalizar el 1-0. Mientras el adolescente homenajeaba el fútbol callejero de Rocafonda con sus dedos, Lewandowski alzó el mentón con gusto. Y se cargó de motivos para poner mala cara cuando Xavi lo sustituyó en el segundo tiempo.

La hiperactividad de Raphinha

La Real Sociedad, a un palmo del final del primer acto, se llevaba un sopapo que sólo podía haber temido ante un francotirador como Raphinha. Especialmente su primer remate, cuando recibió de cara en la frontal del área para sacarse un martillazo al palo.

El equipo de Imanol Alguacil, que despistó a Xavi con su planteamiento inicial de cinco defensas, comenzaba a pagar su nula claridad en el frente en un partido de espeluznante tono bajo que requería evitar errores.

Aunque el Barça, animal de costumbres, no encontraba la manera de cerrar el encuentro por mucho que Raphinha siguiera a lo suyo. El portero Remiro le sacó una rosca en el amanecer del segundo tiempo antes de que los donostiarras volvieran a las andadas. Gündogan se despistó en el momento más inoportuno y permitió a la Real Sociedad advertir un camino hacia el empate. El episodio pudo haberlo zanjado Brais Méndez, pero tras hacer lo correcto –un recorte que dejaba a todos en Babia–, no supo cómo dar la dirección adecuada al disparo. El balón rodó fuera ante la desesperación de Imanol.

La noche no iba a dar para muchas certezas, más allá del creciente pesar de Pedri, sustituido en el segundo tiempo, o el caótico desempeño de Cancelo, metáfora de una temporada que entre unos cuantos se han propuesto salvar. Especialmente Raphinha, al que le tocó dar sentido a ese VAR que funciona en diferido -reparó en una doble mano de Odriozola dos minutos después de la infracción- y cerrar de penalti una jornada de alivio. No parece poco en este tiempo en que uno sólo encuentra consuelo en el diablo.