OPINI�N
Obituario
Jorge de Esteban

Muere, a los 86 a�os, Jorge de Esteban, catedr�tico de Derecho Constitucional, embajador en Roma y fundador de EL MUNDO

Fue un jurista determinante en la definici�n del modelo constitucional espa�ol y en la difusi�n de los valores democr�ticos, liberales y de modernidad

Muere, a los 86 a�os, Jorge de Esteban, catedr�tico de Derecho Constitucional, embajador en Roma y fundador de EL MUNDO
ANTONIO HEREDIA
Actualizado

Retirado desde hac�a a�os de la intensa vida profesional que hab�a llevado, dedicada al Derecho Constitucional y a la defensa de los valores democr�ticos y el Estado de Derecho, ha muerto hoy, a consecuencia de la enfermedad pulmonar que padec�a, en el hospital de la Luz de Madrid, a la edad de 86 a�os, Jorge de Esteban, catedr�tico de la Universidad Complutense, ex embajador en Roma y fundador de este peri�dico en 1989, presidente de su Consejo Editorial y presidente de Unidad Editorial. Con De Esteban se va uno de los protagonistas m�s relevantes de la Transici�n Espa�ola y uno de los juristas que, a trav�s de su amplia obra acad�mica y de la infinidad de art�culos period�sticos que public� en EL MUNDO, defendi� la Constituci�n Espa�ola como una de las mayores conquistas de nuestro pa�s y abog� por su reforma para evitar que perdiera su vigencia, como ha venido ocurriendo en los �ltimos a�os, tal y como denunci� con preocupaci�n.

Jorge de Esteban hab�a nacido en Madrid en 1938. Hijo de m�dico, estudi� en el Colegio Alem�n para m�s tarde pasar al Ramiro de Maeztu. Doctorado en Derecho con Premio Extraordinario, ingres� en la Universidad como ayudante de Luis S�nchez Agesta. Dem�crata convencido y descontento con las instituciones franquistas, se traslad� a Par�s a la Universidad de la Sorbona, donde trabaj� con Maurice Duverger, colaborador de Le Monde y uno de los te�ricos del Derecho m�s importantes en Europa en esas d�cadas. Con su doctorado en Par�s, titulado La representaci�n de los intereses en Francia, un trabajo donde analiza la evoluci�n del sistema pol�tico franc�s desde la Revoluci�n a la V Rep�blica, se traslad� a Espa�a para en 1972 obtener la c�tedra de Derecho Pol�tico. As� comenzaba una de sus pasiones, la docencia, que compartir�a con su alma de diplom�tico. Desde su c�tedra fue una referencia indiscutible del Derecho espa�ol y maestro de varias generaciones de juristas, como Luis L�pez Guerra, vicepresidente del Tribunal Constitucional (1992-1995) y presidente de secci�n del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (2015-2017), o Pedro Gonz�lez-Trevijano, magistrado del Tribunal Constitucional desde 2013 y presidente del mismo entre 2021y 2023.

Durante el curso 1974/75 fue profesor visitante de las Universidades de Michigan y de Harvard en el curso 1978/79. A su vuelta, entr� a formar parte de la Junta Electoral Central hasta el a�o 1982. Mientras tanto, ejerci� como subdirector del Centro de Estudios Constitucionales en 1980 y 1981 y de vicedecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid en 1981 y 1982. Hasta su jubilaci�n en 2005, fue director del Departamento de Derecho Constitucional de la misma universidad.

Embajador en Roma

En 1983 dej� temporalmente su pasi�n por la ense�anza para cumplir su otra gran ilusi�n, la diplomacia. As�, bajo el primer Gobierno de Felipe Gonz�lez fue enviado a Roma como embajador, puesto que ocup� durante cuatro a�os, hasta 1988. Una experiencia de la que nacieron los cuatro vol�menes de su Diario Romano de un embajador (Huerga&Fierro), un testimonio de su labor en la capital italiana, que termin� por desencantarle definitivamente de la pol�tica. �l que se hab�a definido hasta entonces como un hombre de izquierda moderada, expone en el ep�logo de esta obra: "Aprend�, de forma decepcionante que la izquierda no se diferencia apenas de la derecha conservadora en la forma de gobernar, de manipular y de aferrarse al poder por el poder, cuando yo siempre hab�a pensado que si hab�a alguna raz�n para ser de izquierdas no pod�a ser otra que la creencia en unos valores, en una �tica, en la absoluta convicci�n de que las cosas que van mal y los males sociales que afligen a nuestro pa�s no son irreparables, sino que la acci�n pol�tica los puede transformar, solucionar o, al menos, mitigar".

Tras su vuelta a Espa�a en 1989 entr� a formar parte, desde su creaci�n, de Unidad Editorial, empresa editora de este peri�dico, participando activamente en la salida del diario y en la formulaci�n de la l�nea editorial (junto al catedr�tico de Derecho Penal, Enrique Gimbernat) siempre ligada a la visi�n liberal de la pol�tica y a la defensa del orden constitucional. El 15 de septiembre de 2005 fue nombrado presidente de Unidad Editorial en sustituci�n de Alfonso de Salas y dos a�os m�s tarde, presidente del Consejo Editorial de EL MUNDO.

Dos libros para la Transici�n

A lo largo de su carrera ha escrito multitud de libros relacionados con el Derecho y las instituciones, de los cuales, algunos se han convertido en autenticas obras de referencia en esta materia en Espa�a. La primera de ellas, determinante para el proceso de Transici�n que se estaba iniciando en Espa�a desde el inicio de la d�cada de los 70, Desarrollo Pol�tico y Constituci�n Espa�ola (Ariel, 1973), cuyos or�genes relat� en El libro que democratiz� Espa�a (Tirant Humanidades, 2021), unas memorias constituyentes -as� reza el subt�tulo- que lejos de pretender dar una versi�n completa y definitiva, aspiraban a arrojar luz sobre un aspecto muy concreto del proceso de Transici�n. Siendo ya catedr�tico de la Complutense, en 1972, De Esteban, seg�n narr� �l mismo, recibi� la llamada de "un grupo de profesionales cercano a Jos� Mar�a de Areilza", del que tambi�n formaban parte Jos� Luis Zavala, Luis Solana, C�sar Alierta o Gregorio Mara��n. La propuesta era clara: "Consist�a en saber si el Pr�ncipe, que hab�a jurado las Leyes Fundamentales, se hab�a incapacitado para convertir a Espa�a en una democracia de tipo occidental, sobre todo porque se jugaba la Corona". Al principio, confiesa, "la cuesti�n me parec�a m�s bien grotesca", pero tras leer con atenci�n las siete leyes que conformaban el corpus legislativo del franquismo, entendi� que "utilizando el uso alternativo del Derecho y mediante una interpretaci�n creativa, tal vez se podr�a pensar en esa ins�lita posibilidad". Con cuatro de sus disc�pulos (Luis L�pez Guerra, Jos� Luis Garc�a Ruiz, Santiago Varela y Francisco Javier Garc�a Fern�ndez), se retir� a la Hospeder�a del Valle de los Ca�dos y de ah� sali� Desarrollo pol�tico y Constituci�n Espa�ola, "un libro que ser� fundamental para el futuro de Espa�a", tal y como le confes� el propio Torcuato Fern�ndez-Miranda pocos d�as antes de ser nombrado vicepresidente de Carrero Blanco. Ser�a el propio Fern�ndez-Miranda, ya como presidente de las Cortes, el que, a las siete Leyes Fundamentales sumar�a, en 1976, una octava, la Ley para la Reforma Pol�tica, que no habr�a sido posible sin el texto de Jorge de Esteban y su interpretaci�n creativa. "Una hora de disimulo", se dijo entonces, "remedia m�s males que un a�o de resentimientos".

El segundo de los libro fue El proceso electoral (1977), en cuya presentaci�n conoci� a un tal Isidoro que le llamar�a poco despu�s para encargarle un proyecto de constituci�n federal que luego se apropiaron otros. Con esa propuesta, explic�, particip� de "forma indirecta" en la elaboraci�n del texto definitivo de la Carta Magna de 1978. Pero tambi�n, "de forma directa", como miembro de la comisi�n de expertos que reuni� el PSOE en el Congreso de los Diputados. De ah� que Jos� Luis Guti�rrez llamara a Jorge de Esteban "el octavo hombre, oculto tras los celajes del segundo plano". En aquella conversaci�n (LEER, junio de 2006) daba cuenta De Esteban de todos los detalles de aquel encargo, de sus discrepancias con Herrero de Mi��n y con Peces Barba, de su ilusi�n pol�tica y de su decepci�n con el resultado final de la Constituci�n. "Primero hicieron un borrador, que Pablo Castellanos filtr� en Cuadernos para el Di�logo. El borrador era una cosa infame. Luego hicieron una cosa mejor y estos se�ores se presentaron como los siete sabios de Grecia. Yo dije entonces que se hab�an convertido en los siete enanitos, porque la Constituci�n tiene partes muy buenas, pero tiene el T�tulo Octavo, por ejemplo, que es para ponerse a llorar. O el T�tulo Segundo, de La Corona, �qu� chapuza, madre m�a!".

Otras de sus obras son: Constituciones Espa�olas y Extranjeras (1976), Las constituciones de Espa�a (1982), o El r�gimen constitucional espa�ol (1983).

Una an�cdota guineana

A su regreso de Par�s, colabor� inesperadamente con Antonio Garc�a-Trevijano ("una gran inteligencia al servicio de causas imposibles", seg�n lo defin�a) en la elaboraci�n de un proyecto de Constituci�n para la Guinea reci�n descolonizada, trabajo por el que, seg�n cuenta, no le pagaron nada y ni siquiera le reconocieron. "Lo que s� puedo decir es que me daban una comida exquisita, porque su mujer es francesa y a m� la nouvelle cousine me vuelve loco, pero fuera de eso, ni las gracias. �l asesor� a los ecuatorianos, crearon el Banco de Guinea, se embols� muchos millones y no dijo nunca jam�s que yo hab�a estado una semana entera elaborando el proyecto que luego presentamos a un grupo de guineanos entre los que estaba Mac�as".

Seg�n su familia, Jorge de Esteban "muri� tranquilo". En la Sala 1 del Tanatorio San Isidro podr� velarse su cuerpo a partir de las 18:00 h. y hasta 21:00 h. Tambi�n ma�ana de 10:00 h. a 12:00 h.