El mismo día en el que en un diario de tirada nacional anunciaba el proyecto de la baronesa Thyssen y Stoneweg de construir un nuevo museo en el antiguo cine Comedia, se echaba de menos una nota, una crítica o una alusión a una de las películas de animación más extraordinarias que ha pasado por la cartelera de cine desde El chico y la garza.
Por desgracia, ni en ese diario, ni en la gran mayoría se citaba el estreno en 76 salas de nuestro país de la película china Deep Sea. Un Viaje a las profundidades. Un viaje a un mundo onírico y caleidoscópico de remolinos de colores y cascadas de agua que cobran vida como nunca se había visto.
Mientras Garfield, después de patrocinar el Mutua Madrid Tenis capitanea el box office por segunda semana consecutiva —algo que es de admirar: que padres y sus peques vayan al cine—, otra película de animación es ignorada por una gran parte de la crítica de nuestro país. Una pena. Pero lo dejo aquí. Es hora de hablar de una película animada está llamada a convertirse en un film de culto.
La historia y los personajes
Acariciando dos películas del Estudio Ghibli como son El castillo ambulante y El viaje de Chihiro, el realizador Tian Xiaopeng —que debutó con Monkey King: Hero Is Back en 2015—, construye una fábula sobre una pequeña llamada San Su que vive con el trauma de que su madre la abandonara. La niña no logra encajar en la nueva familia que se ha creado alrededor de su padre y añora las caricias de su madre. Como regalo de cumpleaños, San Su es invitada a conocer el mar junto a su familia. El viaje que está a punto de iniciar la pequeña es similar al que emprenderá Chihiro, cuando encuentra un lugar abandonado. En este caso será un viaje a las profundidades donde descubrirá un mundo nuevo, y encontrará a un amigo, maestro, el chef del restaurante del fondo marino. Juntos irán a la búsqueda de sus deseos.
Con esta trama, Xiaponeg realiza un deslumbrante ejercicio de animación 3D, en el que se mezclan el fondo marino, las acuarelas y la tradición de la pintura china. La pantalla del cine se pinta del rosa de las medusas, de colores indescriptibles, de una fauna marina que desborda de imaginación. Todo ello concebido como una aventura de iniciación y con un ritmo trepidante, que no descuida los momentos de reflexión y de mirada interior.
Uno de los grandes descubrimientos de la película que tuvo su estreno mundial en el Festival de cine de Berlín es el restaurante del fondo del mar. Una especie de barco, restaurante, submarino, que puede recordar al castillo ambulante de la cinta del Estudio Ghibli. Un lugar en el que además de los comensales —diferentes formas marinas—, encontraremos a su dueño, el chef Nan He, un personaje con numerosas capas que le confieren una humanidad infinita, aunque nunca sepamos si está a favor o en contra de su nueva amiga, San Su.
¿Por qué ir a verla?
Conviene recordar que la primera película de animación asiática The Princes Iron Fan fue realizada en China en 1941 por los hermanos Wan. Una película que influyó sobre el todopoderoso Osamu Tezuka. La animación china, que últimamente está visitando con frecuencia la cartelera de cine de nuestro país, no es la flor de un día. Ha sido importante en el país desde sus orígenes, y poco a poco han perfeccionado tanto la técnica como las temáticas. Deep Sea es un claro ejemplo de lo que puede dar de sí, a pesar de la dificultad o la competencia que le suponga pasar casi desapercibida por la cartelera de cine.
El viaje que iniciará San Su al principio de Deep Sea. Un viaje a las profundidades es tan fantástico, emotivo, deslumbrante, que merece la pena buscar en la cartelera de cine, y, desplazarse hasta el cine más cercano.
Descubrirás un mundo que nunca habías visto.
Una crítica de Enrique Garcelán