El halcón… y su indulgencia - Revista La Ciudad
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El halcón… y su indulgencia

por José Florentino Beorda   –    

Fábula

Ref.: “El halcón… Introspección y desahogo”

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-Ven aquí. No debes temer.

Al borde y al filo de la colina… escarpada y honda. No habitual para aquel escritor.

-No mires hacia arriba. No hacia abajo. Concéntrate hacia tu frente y a tu espalda… Qué es lo que dejas y hacia dónde deseas ir.

Atiborrado un poco, me esforcé para llegar.

Entonces prosiguió:

-Lo de arriba y lo de abajo, ya lo sabes. Lo has vivido. Compartido. Quizás elaborado mucho más de lo que pueda yo saber.

Lejos, muy lejos se proyectó lo agudo perseverante de mi vista, sobre el espacio natural. Ladera, valle, monte, bosque, madera… citrus, eucaliptus… cañaveral. Tierra elaborada por el hombre… un poco más allá.

-A tu espalda, lo que has hecho; lo que has dicho. Lo que sabes que está bien…

De pie junto a él, sentado sobre garras indestructibles… parecía solazarse y sonreír.

Mirando aún a la distancia, casi en voz alta, debí preguntar:

-¿Qué me falta saber?

Él, luego… echó a volar. No a volar… A demostrar, a su modo, la fuerza intrínseca de su perspicacia y su saber.

El esplendor de sus alas abiertas azul gris, en calmo vuelo horizontal. El replegarse de las mismas en armónico despliegue de plasticidad, dando impulso al intrépido viaje por el aire y el espacio… sobre el paisaje soleado y sobre mí… para después volver.

-Cuanto sabes, lo llevas dentro. Sólo debes, gradualmente, desplegarlo en función de lo que eres. Hoy y Aquí.

Y volvió a salir. El aire y el espacio eran, para su paladar, el sabor de lo preciado y el sustento alado para sobrevivir.

Una vez más conmigo…

-¿Por qué me dices: “Hoy y Aquí”? (Pregunté)

-Porque has sabido llegar… Porque sabes qué preguntar y cómo hacerlo.

Al acercarme hacia donde se había movido, lo vi entusiasta alimentar pichones con el producto de su peregrinaje por el espacio cielo.

Y luego, algo ensimismado, producto del momento… Le susurré casi en el oído…

-¿Y en qué me ayuda lo que has dicho?

Estaba aquí, a mi lado, casi al borde del desfiladero y es por eso que han quedado sus palabras resonando como si fuera un eco:

-No puedes volar sin haberlo previsto…

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