La curiosa conexión de Cristina de Noruega con una capilla vikinga de Burgos

En el siglo XIII los reyes de Castilla y Noruega intentaron forjar una alianza mediante un matrimonio real, que finalmente fracasó.

Cristina de Noruega (Ecelan)

Cristina de Noruega (Ecelan)

Ecelan

En la Colegiata de Covarrubias, en la provincia española de Burgos, descansan los restos de una princesa que viajó miles de kilómetros para casarse con un príncipe al que nunca había visto y así sellar una alianza entre dos naciones distantes: Castilla y Noruega.

Se trataba de Cristina Haakonsdatter, hija del rey Haakon IV de Noruega, a quien enviaron para contraer matrimonio con uno de los hermanos del rey castellano Alfonso X. Aunque el enlace tuvo lugar, la deseada alianza finalmente no fructificó y su nombre se habría perdido de no ser por su sepulcro y por una capilla erigida en honor a San Olaf, uno de los pocos santos de origen noruego.

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Historia de una alianza fracasada

La historia empieza en 1257, cuando Alfonso X solicitó a Haakon IV que le enviase a una de sus hijas para contraer matrimonio con alguno de sus hermanos y así forjar una alianza militar con Noruega. El rey noruego envió a su hija Cristina, de 23 años, una edad que en la época era ya relativamente avanzada para contraer matrimonio.

Castilla no era su única opción, de hecho: en el camino pasó por varias cortes, incluida la de Aragón, en la que según las crónicas el rey Jaime I el Conquistador le pidió matrimonio, aunque ella rehusó y se dirigió a su destino final, la corte castellana. Haakon IV tenía este reino como opción prioritaria para una alianza porque producía grandes cantidades de cereal.

 

Capilla de San Olav, Covarrubias, España

Capilla de San Olav, Covarrubias, España

Capilla de San Olav, en Covarrubias, Burgos.

Una vez llegada a Castilla, se le concedió la opción de elegir cuál de los pretendientes, hermanos del rey, quería como esposo. Cristina eligió al infante Felipe, en parte porque le agradó más y en parte por preferencia del rey Alfonso, que le prefería a él para los planes políticos que tenía para esa alianza. La boda se celebró en Valladolid en marzo de 1258 y la pareja real se instaló en Sevilla.

Al parecer el infante Felipe sentía un gran amor por su esposa y le prodigaba grandes atenciones, ya que tras la boda su séquito regresó a Noruega y ella se sentía muy sola. Incluso hizo construir para ella una capilla en Covarrubias dedicada a San Olaf, el santo patrón de Noruega.

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Pero su matrimonio no duró mucho, ya que la princesa Cristina murió en 1262, aparentemente a causa del calor, ya que nunca llegó a acostumbrarse a un clima tan distinto del de su tierra natal. Fue enterrada en la Colegiata de San Cosme y San Damián en Covarrubias, donde permanece hasta hoy.

Cristina de Noruega sepulcro (Lourdes Cardenal)

Cristina de Noruega sepulcro (Lourdes Cardenal)

Sarcófago de Cristina de Noruega en la Colegiata de Covarrubias.

Lourdes Cardenal

Esto suponía un problema político porque la pareja no había tenido ningún hijo y, con la muerte de la princesa, la alianza quedó en agua de borrajas y no se intentó renovar. El fracaso tuvo efectos sobre todo para Alfonso X, a quien le interesaba el apoyo de Noruega para reforzar sus aspiraciones al trono del Sacro Imperio Romano Germánico.

Además, el infante Felipe se volvió a casar, de ahí que la princesa Cristina quedase olvidada por la historia. Permaneció en el olvido durante siglos por la poca trascendencia que tuvo su matrimonio. Solo en el siglo XX se rescató su recuerdo, en parte por interés turístico y por la curiosidad que supone tener una princesa noruega enterrada en una modesta ermita rural.

Sobre este lugar hay una leyenda que habla de un “conjuro” para las mujeres solteras que quieran encontrar el amor: consiste en tocar la campana que hay en el claustro de la colegiata, para que el espíritu de la princesa les ayude a tener un amor más fructífero que el que ella tuvo en vida; lo cual, considerando que ella murió a los cuatro años de casarse, tampoco es pedir mucho.