Jaime Magén: "El urbanismo de Zaragoza debe ser más variado para no resultar repetitivo"

Jaime Magén: "El urbanismo de Zaragoza debe ser más variado para no resultar repetitivo"

Nacido en Zaragoza en 1974, fundó el estudio Magén Arquitectos, que diseñó la renovación y ampliación de la Facultad de Filosofía y Letras, que no se cansa de recibir premios.

Jaime Magén, arquitecto, en la escalera de la renovada Facultad de Filosofía y Letras.
Jaime Magén, arquitecto, en la escalera de la renovada Facultad de Filosofía y Letras.
Guillermo Mestre

Jaime Magén (Zaragoza, 1974) es fundador del estudio Magén Arquitectos, que diseñó la ansiada renovación y ampliación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Esta obra ha recibido reconocimientos a nivel nacional e internacional, tan solo tres meses después de su inauguración. Este arquitecto defiende un urbanismo "más variado" ante una arquitectura residencial que es cada vez más idéntica entre sí, y promueve la rehabilitación de viviendas de un parque "muy envejecido".

¿Qué hace tan especial a la Facultad de Filosofía y Letras?

Es un proyecto que trabaja con muchos temas, como la integración en el contexto, la eficiencia energética, la puesta en valor de elementos patrimoniales del edificio existente, la continuidad material del nuevo edificio con el antiguo, la idea de un inmueble saludable, la creación de entornos como de relaciones, la idea de comunidad que hay cuando uno proyecta una obra universitaria, o la integración de la urbanización a nivel urbano. 

Ha sido una obra muy esperada.

El concurso que ganamos fue en 2016 y se terminó en el 2023. Siete años de obra para ponerse en marcha en el 2024. Es un trabajo al que le dedicas mucho tiempo. Han pasado muchas cosas, los retrasos iniciales, ha habido que reforzar más el edificio, la pandemia, la guerra de Ucrania que encarece los materiales... Sacarlo todo adelante y de esta manera, con cierto reconocimiento, estamos muy contentos.

¿Cambiaría algo del diseño?

No, pero le daría más continuidad. Hay zonas que se han quedado pendientes de un último diseño, como son los patios del edificio de Filosofía, la cafetería con su terraza... Continuaríamos para terminar como estos espacios exteriores y de relación.

Se agradece ver algo de verde en una construcción reciente.

Con la idea de edificio saludable, hicimos estas jardineras longitudinales que incorporan cinco tipos de plantas que purifican el aire y una de ellas descuelga por la fachada, creando estas celosías verdes, que hacen mucho más amable el espacio. Siempre tratamos de integrar naturaleza con arquitectura porque acaban sorprendiendo positivamente. Si pensamos en entornos construidos, amables, saludables, sostenibles, prácticamente todo lo que sea integrar naturaleza y arquitectura es positivo.

¿Es difícil integrar naturaleza y arquitectura? Se ven plazas más duras últimamente.

Hay unas necesidades básicas, de riego, de mantenimiento, de cuidados, etcétera, que a lo mejor no tienen material constructivo, que ya es un producto acabado. Nosotros siempre tratamos de integrar ambas y, dentro de la complejidad que tienen como elemento vivo, ya se ve y hay muchísimos ejemplos donde se puede integrar naturaleza y arquitectura. Para el habitante siempre es positivo. 

¿Por qué se parecen tanto entre sí las casas de obra nueva?

En los nuevos barrios, como Arcosur, se supone que el elemento de carácter o identitario lo pueden aportar más los edificios públicos que las viviendas. Desde el propio urbanismo, cuando se plantea un barrio que todas las manzanas son iguales, con la misma altura, las mismas profundidades y demás elementos, ya se están planteando ciertas condiciones de repetición en todo el barrio. Habría que plantear  edificios en torre, otros más bajos, de alta densidad, baja densidad, y jugar con elementos que ya volumétricamente aportaran una cierta variedad. Con las fachadas, al final determinados materiales funcionan, y se extrapolan de un proyecto a otro. Se debe plantear un urbanismo más variado para que la ciudad no pierda su identidad.

¿Hay exceso de 'infraviviendas' en la ciudad?

En Zaragoza hay un trabajo pendiente de rehabilitación en el Casco Histórico. Se están construyendo viviendas nuevas en los barrios del sur, en Arcosur o Valdespartera, pero en el pleno centro de la ciudad hay muchas calles y edificios con estructuras antiguas. Ahora se está empezando a rehabilitar zonas, en la calle Boggiero, por ejemplo, o la zona trasera del Mercado Central, pero todavía queda muchísimo trabajo pendiente.

Los arquitectos defienden mucho la rehabilitación.

Todo este parque de viviendas antiguo se está rehabilitando a nivel energético, lo que también acaba produciendo que todas las viviendas sean iguales, porque al aislarlas se 'visten' de la misma manera. A nivel de accesibilidad también es muy necesario, especialmente para las personas mayores que viven en edificios sin acensor.

¿Casa con pasillos o totalmente abierta como se estila ahora?

No sé si es por deformación profesional, pero me he vuelto un poco más claustrofóbico, los espacios muy cerrados me producen como cierta inquietud y prefiero todo totalmente abierto. En mi casa hemos tirado tabiques para tener espacios más abiertos y una mayor continuidad. Y todos nuestros proyectos se basan en eso. Dentro de las limitaciones espaciales de la vivienda, poder abrir las estancias y vincularlas es positivo.

¿Cuál es su rincón favorito de Zaragoza?

A nivel de vida urbana, creo que el entorno de la plaza de los Sitios en los últimos años ha avanzado mucho en lo que es socializar. Si hablamos de pasear o de hacer deporte, la ribera del Ebro también es un espacio que me gusta mucho. También el puente de Piedra, por su historia, las vistas desde el mismo hacia el río Ebro y la Basílica del Pilar, especialmente al atardecer, así como por su posición central y su importancia en la conexión entre las dos orillas. 

Respecto al puente de Piedra, dado el elevado tránsito peatonal diario, sería conveniente hacer una reflexión sobre una posible reforma que lo hiciera más amable para el uso peatonal, desmontando las bases de las farolas para modernizar la iluminación y los bolardos de piedra que ocupan una considerable anchura en las aceras, o incluso, desviando el transporte público, para convertirlo en un espacio definitivamente peatonal, como ha sucedido en otras ciudades europeas con sus puentes históricos.

¿Y una ciudad para vivir?

Hemos viajado mucho por temas profesionales a los países escandinavos, entonces me quedaría con Oslo, Estocolmo, Helsinki... Son fantásticas. Sobre todo en verano. Sorprende también la vida social que hay allí, en cuanto a terrazas.

¿Qué siente un arquitecto cuando contempla la obra acabada?

Es una sensación muy satisfactoria. El proceso de construir una obra es complejo, intervienen muchos agentes, muchos intereses, y desgasta mucho. Llegar al final ya tiene su mérito y que además tenga un cierto reconocimiento es una satisfacción. La construcción de la arquitectura es un trabajo en equipo. Hay una visión un poco épica del arquitecto que dibuja y luego se construye, pero, al final, el papel del promotor es fundamental. Cuando todo el mundo va alineado, con un objetivo común, se nota en el resultado. En la Facultad de Filosofía, el promotor confiaba en el proyecto y estuvo apoyando en los momentos más críticos. Todo el mundo tenía muchas ganas de que saliera bien, era una obra muy esperada y desde todas partes se ha intentado, tanto desde la Universidad como desde las constructoras, de tirar hacia adelante y que esto fuera buen puerto. El arquitecto tiene un papel de gestión, de liderar el proceso, es un trabajo en equipo.

¿De qué otros proyectos está orgulloso?

El estudio tiene casi 90 reconocimientos o premios por su obra construida. Eso significa que ha habido determinados trabajos que han obtenido cierto reconocimiento, pero me quedaría con las viviendas de la calle Biescas de Huesca, el Centro Ambiental del Ebro, el Auditorio de Illueca y la Facultad de Filosofía, por ejemplo.  

¿Y otro no tan conocido?

Acabamos de terminar ahora un colegio en Berlín. Es un centro educativo muy grande, tenían más presupuesto que para la Facultad de Filosofía. Ha sido una experiencia curiosa, porque no hemos podido estar tan encima de la obra, pero no pensamos nunca en terminar construyendo algo en Alemania.

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