'L'avventura' según Michelangelo Antonioni - Film Club Café
'L'avventura' según Michelangelo Antonioni

‘L’avventura’ según Michelangelo Antonioni

Dirigida por el cineasta italiano Michelangelo Antonioni, La aventura (más conocida por su título original, L’avventura) es hoy considerada una de las obras más importantes del cine –desde su estreno en 1960, ha sido una constante en la lista de las 100 mejores películas de la historia de la revista Sight & Sound, por ejemplo. Historiadores, críticos y académicos la consideran el epicentro de un “nuevo lenguaje cinematográfico”, y con buena razón.

Sin embargo, la película también es notable por la mala respuesta que tuvo durante su debut en el Festival de Cannes de 1960. Se trata de una de las funciones más infames en la historia del festival, repleta de abucheos, risas y abandonos. No obstante, la reivindicación fue casi instantánea: críticos y cineastas reconocidos del momento firmaron una carta reconociendo su aportación al arte del cine.

Incluso para el público de hoy, L’avventura es una película que resulta enigmática, que elude las explicaciones simplistas. En la conferencia de prensa después de la función, Antonioni defendió su obra con la siguiente declaración.

No es una explicación directa del significado de la película. Sin embargo, brinda contexto importante sobre la sociedad de la época como era percibida por Antonioni, misma que intentó reflejar en su película.

LO QUE MICHELANGELO ANTONIONI DIJO SOBRE L’AVVENTURA

«Hoy el mundo está amenazado por una división extremadamente seria entre una ciencia total y conscientemente proyectada hacia el futuro; y una moral rígida y estereotipada que todos reconocemos como tal, pero sostenemos por cobardía y pura pereza. ¿Dónde es más evidente esta división? ¿Cuáles son sus áreas más obvias, más sensibles, incluso diríamos que más dolorosas?

Pensemos en el hombre del Renacimiento, su sentido de alegría, su plenitud, sus múltiples actividades. Esos eran hombres de gran magnitud, técnicamente ábiles y al mismo tiempo creativamente artísticos, capaces de sentir su propio sentido de dignidad, su propia importancia como seres humanos, la plenitud ptolemaica del hombre. Luego, el hombre descubrió que su mundo era copernicano, un mundo extremadamente limitado en un universo desconocido.

Y hoy está naciendo un nuevo hombre, cargado con todos los miedos, terrores y titubeos asociados a un período de gestación. Y lo que es aún más grave, este nuevo hombre se encuentra inmediatamente aquejado por un pesado bagaje de rasgos emocionales que no podríamos llamar exactamente viejos y anticuados, sino más bien inadecuados e insuficientes. Nos condicionan sin ofrecernos ayuda; crean problemas sin sugerir soluciones posibles. Y sin embargo, parece que el hombre no podrá librarse de este bagaje. Reacciona, ama, odia, sufre bajo la influencia de fuerzas morales y mitos que hoy, en ell umbral de llegar a la luna, no deberían ser los mismos que prevalecían en la época de Homero, pero sin embargo lo son.

El hombre es veloz para deshacerse de sus errores e ideas equivocadas sobre tecnología y ciencia. De hecho, la ciencia jamás ha sido más humilde y menos dogmática como lo es hoy. Mientras tanto, nuestras actitudes morales están gobernadas por un sentido absoluto de oscurantismo. En los últimos años, hemos examinado estas actitudes morales muy cuidadosamente, las hemos diseccionado y analizado hasta el agotamiento. Hemos sido capaces de todo esto, pero no de encontrar unas nuevas. No hemos sido capaces de avanzar en absoluto hacia una solución a este problema, a esta división cada vez mayor entre el hombre moral y el hombre científico, una división que se está volviendo cada vez más seria y cada vez más acentuada».

Monica Vitti y Gabriele Ferzetti en L'avventura
Monica Vitti y Gabriele Ferzetti, protagonistas de L’avventura (Crédito: Janus Films)

«Naturalmente, no pretendo, ni puedo, resolverlo yo mismo; no soy un moralista, y mi película no es ni una denuncia ni un sermón. Es una historia contada en imágenes mediante la cual, espero, sea posible percibir no el nacimiento de una actitud equivocada, sino la manera en que las actitudes y los sentimientos son malinterpretados hoy en día. Porque, repito, los estándares morales actuales por los que vivimos, estos mitos, estas convenciones, son viejos y obsoletos. Y todos sabemos que lo son, sin embargo, los honramos. ¿Por qué? La conclusión a la que llegan los protagonistas en mi película no es sentimentalista. Si acaso, a lo que finalmente llegan es a una sensación de lástima mutua. Podrías decir que esto tampoco es nada nuevo. Pero, ¿qué nos queda si no logramos al menos alcanzar esto? ¿Por qué creemos que el erotismo es tan prevalente hoy en nuestra literatura, nuestros espectáculos teatrales y en otros lugares? Es un síntoma de la enfermedad emocional de nuestro tiempo. Pero esta preocupación por lo erótico no se volvería obsesiva si Eros estuviera sano, es decir, si se mantuviera dentro de las proporciones humanas. Pero Eros está enfermo; el hombre está inquieto, algo le molesta. Y cada vez que algo le molesta, el hombre reacciona, pero reacciona mal, solo por impulso erótico, y es infeliz.

La tragedia en L’avventura proviene directamente de tal impulso erótico: infeliz, miserable, inútil. Ser conscientemente crítico de la vulgaridad y la futilidad de un impulso erótico tan abrumador, como es el caso de la protagonista en L’avventura, no es suficiente ni tiene propósito. Y aquí somos testigos del desmoronamiento de un mito que proclama que es suficiente para nosotros saber, ser críticamente conscientes de nosotros mismos, analizarnos, en todas nuestras complejidades y en cada faceta de nuestra personalidad. El hecho es que tal examen no es suficiente. Es solo un paso preliminar. Cada día, cada encuentro emocional da lugar a una nueva aventura. Por más que sepamos que los antiguos códigos de moralidad están decrépitos y ya no son sostenibles, insistimos, con un sentido de perversidad que solo podría definir irónicamente como patético, en seguir siendo leales a ellos. Así, el hombre moral, que no tiene miedo de la incógnita científica, hoy tiene miedo de la incógnita moral. Partiendo de este lugar de miedo y frustración, su aventura solo puede terminar en un punto muerto».

– Michelangelo Antonioni, Cannes, 1960

La declaración original de Michelangelo Antonioni fue publicada, traducida al inglés, en la revista Film Culture en su edición de 1962. Esta traducción al español fue realizada a partir de la versión replicada en el sitio de The Criterion Collection.

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