La doble vara de los comisarios y la duda de saber si Ben Sulayem es su jefe o su enemigo
La doble vara de los comisarios y la duda de saber si Ben Sulayem es su jefe o su enemigo
TIEMPOS CONVULSOS EN LA FIA

La doble vara de los comisarios y la duda de saber si Ben Sulayem es su jefe o su enemigo

Como ocurre en las tormentas perfectas, no existe una causa única ni casualidades en el despropósito actual de las penalizaciones 'selectivas' del ente arbitral del deporte

Foto: Stefano Domenicali y la cúpula de Liberty Media no quieren a la FIA de Ben Sulayem entrometiéndose en su territorio. (DPPI/AFP7/Xavi Bonilla)
Stefano Domenicali y la cúpula de Liberty Media no quieren a la FIA de Ben Sulayem entrometiéndose en su territorio. (DPPI/AFP7/Xavi Bonilla)

A menudo se dice que la Fórmula 1 no deja de ser un micromundo donde se reflejan todas las grandezas y miserias de la vida real. Las luchas de poder, egos, traiciones, etc. que podemos ver en la política día a día tienen su equivalente en el estanque de tiburones que es la Fórmula 1. Y de igual forma que las incógnitas del presente encuentran respuesta en la historia, a la historia hay que remontarse también para entender el desaguisado actual en el que vive la FIA (Federación Internacional de Automovilismo).

La FIA atraviesa uno de los períodos más convulsos y delicados de su historia. Parece obvio, que como ocurre en muchos países, existen también entes dentro de ese estado, que van por libre y combaten al poder democráticamente elegido. Se habrán encontrado con frecuencia la denominación 'maFIA' como desahogo en redes sociales. La expresión alude al oscuro proceder de los comisarios pertenecientes a dicha organización, pero ¿qué pasa si la institución pretende una cosa y desde dentro un caballo de Troya hace otra?

Esta implosión es justo lo que parece estar pasando ahora mismo. Resulta imposible dar por válido el argumento del error humano ante la avalancha reciente de despropósitos. Pero para entender de dónde vienen los argumentos de la facción rebelde decidida a reventar la institución desde dentro, hay que buscar en la historia cuatro hitos claves: 1991 (elección de Max Mosley) 2001 (venta de la Fórmula 1 a Ecclestone) 2010 (elección de Jean Todt) 2021 (elección de Mohamed Ben Sulayem y destitución de Michael Masi).

En los cuatro hitos anteriormente mencionados se resumen los factores claves que explican el terremoto continuo actual en el que vive la FIA y las ganas que tiene Liberty Media como tenedor de los derechos de la Fórmula 1 de destituir a Mohamed Ben Sulayem. Lo más sorprendente es que, por ingenuidad o por desconocimiento de cómo funcionan las cosas, la cúpula directiva de la FIA actúa desde el primer día sin enterarse por donde vienen los tiros. Y si se enteran, van a pagar cara su contemporización.

La historia explica los enigmas de hoy

El primer factor para entender de qué va la fiesta hoy día, es el ascenso al poder en 1991 de Max Mosley como presidente de la FIA. Desde que Bernie Ecclestone sellara la paz con el entonces presidente de la institución, Jean Marie Balestre, en 1982, el magnate inglés hacía y deshacía a nivel comercial en la competición. El problema es que muchos de sus planes, se frenaban porque no tenía el poder deportivo y reglamentario controlado. Este poder, tal y como quedaba sellado en el pacto de la concordia, seguía en manos de Balestre como presidente de la Federación.

Ecclestone aprendió rápido como funcionan las cosas en las elecciones federativas y la compra de voluntades cuando toca elegir presidente. De este modo, el francés Balestre se vio sorprendido por la traición de muchos que consideraba votantes suyos. Los traidores sucumbieron a los caramelos que les ofrecía Ecclestone a través de Max Mosley, a la sazón abogado del propio Ecclestone y antiguo aliado en su lucha contra el poder de la FIA. Algún ingenuo pensó alguna vez que Mosley tenía independencia sobre Ecclestone, pero nada más lejos de la realidad. Mr. E disponía ya del absoluto control del negocio.

Foto: Presidente de la FIA y todopoderoso en la F1, Mosley transformó la disciplina junto con Bernie Ecclestone

Como siempre hay alguien al que le quedan dudas, viene bien recordar en el año 2001 Max Mosley como presidente de la FIA vendió por 360 millones de euros los derechos de la Fórmula 1 por ¡100 años! Es decir, un señor que preside una institución por un período de cuatro años o como mucho estira el chicle de su mandato hasta los 20 años, toma una decisión que compromete su futuro por el plazo de un siglo. ¿A que reconocen en Mosley a esos políticos que quieren hacer pasar como normales y democráticas corruptelas indescriptibles? El reflejo de la vida.

No es la primera vez

Pero el tinglado se resquebrajó cuando pillaron a Max Mosley en un escándalo de una orgía sadomasoquista. Un escándalo, casi con toda seguridad, orquestado por alguno de los enemigos que había ido dejando por el camino. Bernie necesitaba ahora un nuevo aliado al frente de la FIA. Hacía falta alguien de confianza que, con tal de darle el espacio necesario a su ego y tejemanejes, iba a dar manos libres para seguir haciendo y deshaciendo. Es 2010 y entra Jean Todt.

Todt había salido de mala manera de Ferrari, en medio de serias sospechas sobre prácticas corruptas y más de un conflicto de interés, como que su hijo Nicholas Todt fuera el manager de Felipe Massa, el mismo piloto que el mismo contrataba luego como piloto para la Scuderia. Sus ambiciones de viajar por el mundo con honores de jefe de Estado, de alternar con familias reales y codearse de tú a tú en los círculos de poder, las conocía de sobra Ecclestone. Era el aliado perfecto.

Fue demasiado revelador, ver a Ecclestone corriendo por la parrilla de un Gran Premio tratando de sacar de la misma a Ari Vatanen. El campeón de rallyes finlandés era candidato rival a la presidencia y estaba en plena campaña. Pero como decía Bilardo, al enemigo hay que pisarlo. Con Todt, hubo menos capacidad de ordeno y mando que con Mosley. Pero lo importante, es que no hubo ningún freno al magnate inglés cuando este orquestó la venta al fondo CVC primero y a Liberty Media con posterioridad. En 2016, Ecclestone vendió por 8.000 millones lo que quince años antes había pagado a la FIA 360 millones. ¿No está mal, no?

Sin dinero y sin autoridad

El problema es que aquellos 360 millones en alguien como Jean Todt, al que la palabra austeridad le da alergia, duraron poco y cuando por imperativo legal se vio obligado a dejar la presidencia de la FIA, dejó la casa con telarañas en sus cofres. Pero había algo peor:uUn reglamento de pésima redacción (responsabilidad última suya no lo olvidemos) fue el verdadero responsable del desbarajuste que acabó con el triunfo de Max Verstappen sobre Lewis Hamilton en 2021. Fue Todt y no Michael Masi el responsable último.

Foto: Ecclestone y Todt en el GP de China (Efe).

Mohamed Ben Sulayem entró en la presidencia justo esos días derrotando al delfín de Jean Todt, Graham Stoker. Pero fruto de la terrorífica presión del lobby británico, tuvo que cobrarse la cabeza de Michael Masi como cabeza de turco. Ese fue el gran error de Ben Sulayem. La mala conciencia le hizo pasados los años advertir que ‘si lo necesita’ volverá a contar con Masi, pero el mal ya estaba hecho. En lugar de mostrar firmeza, templó gaitas y de aquellos polvos estos lodos.

El cuerpo actual de oficiales de la FIA, ha crecido a los pechos del poder francobritánico de Max Mosley y Jean Todt. Unan ahora todos los elementos: Una derrota de Lewis Hamilton no digerida, un mandamás de la FIA díscolo que no obedece a Liberty como obedecían los anteriores presidentes, una institución quebrada y ninguneada en su día a día por Liberty. Una cúpula directiva inexperta, carente de autoridad interna y externa. ¿A que no imaginan con este escenario, a los comisarios sancionando al lobby de poder que siempre les dio de comer? Y lo más importante: ese lobby es su caballo ganador para el futuro en cuanto descabalguen del suyo a Ben Sulayem. En esas andan.

A menudo se dice que la Fórmula 1 no deja de ser un micromundo donde se reflejan todas las grandezas y miserias de la vida real. Las luchas de poder, egos, traiciones, etc. que podemos ver en la política día a día tienen su equivalente en el estanque de tiburones que es la Fórmula 1. Y de igual forma que las incógnitas del presente encuentran respuesta en la historia, a la historia hay que remontarse también para entender el desaguisado actual en el que vive la FIA (Federación Internacional de Automovilismo).

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