Las palabras construyen y edifican la vida


Tribuna

Las palabras construyen y edifican la vida

Compartir

“Una palabra tuya, bastará para sanarme” (Mt 8, 5-11)

Hace poco, he reflexionado sobra la importancia de las palabras, crean mundos imaginarios, si son positivas ayudan a crecer, nos transportan a otros mundo y comunidades lingüísticas, es la riqueza del ser humano porque nos permiten ser y estar, es como nuestra comunicación con el mundo, con Dios y con los demás. De la calidad de nuestras palabras depende el buen uso y la comunicación con los demás.



Todos conocemos de una u otra manera la Palabra de Dios, la mediamos a diario, la reflexionamos, nos encontramos con ella, porque está viva la presencia de Dios que permea toda la escritura, no podemos dejar de leer y reflexionar en torno a la misma Palabra que penetra hasta lo más profundo del corazón, como espada de doble filo.

Las palabras tienen poder, es una afirmación fuerte pero real, invertir en darle sentido y contextualizarlo en la cultura es una labor bella, saborear la palabra es un propósito, “la gran virtud de la palabra es, a la vez, su gran estigma. Su fabulosa capacidad para construir mundos coherentes nos permite expresar lo que tenemos y anhelamos, pero también otorga a la historia un impulso propio” (Sigman, Mariano, el poder de las palabras, ed. Nomos, pág 33).

Jesús, tiene fuerza y poder en su palabra

Jesús sana, su palabra tiene poder para liberar, para curar, resucitar y para edificar, Jesús liberó al hombre violento y que estaba encadenado en la esclavitud, curo al ciego de nacimiento y a muchos enfermos de diferentes afecciones en su momento. Liberó de la muerte a Lázaro, diciendo que no está muerto, está dormido: “levántate y anda”.

En el caso del centurión descrito por san Mateo, el centurión en su contexto un hombre pecador, alejado de Dios, le dice que su sirviente está enfermo, que una palabra tuya bastará para sanarlo y acontece el milagro, sin pedirlo, sin expresarlo, por intercesión de la fe de un centurión el Señor Jesús sana al sirviente que no expreso nada, no dijo ni una sola palabra, pero el señor lo sano.

Yo me imagino hoy en día a muchas madres como santa Mónica que duro mucho tiempo orando por la conversión de su hijo san Agustín, no deseo otra cosa que su hijo se convirtiera, el Señor responde su llamada a través de un ángel, son las palabras que comunican eso salvación y responden a la buena intención de una madre.

La palabra y su “uso”

Nosotros usamos palabras todos los días, somos seres hablantes, en todo momento estamos usando y abusando de las palabras, pero la idea es que nosotros edifiquemos con las mismas en todo momento, es importante hacer buen uso de estas, una palabra alegra el corazón, una palabra que sana, una palabra que comunica amor, que trasciende los mundos, que conecta el pasado con el presente y el futuro.

Hoy en día se habla de todo tipo de mensajes, en su mayoría la inteligencia artificial, que selecciona todo desde una red, una nube informática o un botón para darnos el resultado a la carta, sin pedirlo a veces la IA (Inteligencia Artificial), se encarga de presentar unos patrones para los que usamos los medios de comunicación, las redes y el internet.

Yo recuerdo que en algunas materias, en el colegio o universidad, nos explicaban algunas cosas de aprendizaje repetitivo y de memoria, nosotros decíamos que para que aprender los nombres de las capitales del mundo, por ejemplo, que eso no servía para nada, pero lo simpático es que cuando conectamos con el mundo y viajamos no solo necesitamos de un nombre, sino también de un contexto, un idioma, una cultura, se explaya el conocimiento en gran cantidad de palabras que recrean nuestra vida.

Es la capacidad que tenemos los seres humanos no solo de aprender por memoria o repetición, sino de conectar y enlazar relaciones afectivas con el mundo y otras culturas, si todo fuera como lo proporciona la IA (Inteligencia Artificial) sería aburrida la vida y el sentido de la vida. Nos perderíamos de los colores de la vida y de disfrutarlos cuando viajamos o contemplamos la naturaleza o el mundo.

Las palabras y la vida están en movimiento continuo, es bien interesante que así como la vida es dinámica la palabra va fluyendo y va creando mundos, comunidades lingüísticas e incluso posibilidades de crear y recrear, cada vez que escribimos un artículo, ya el mismo no le pertenece al autor, sino a la comunidad lingüística que lo lee, lo interpreta y lo “usa”, para el bien de toda la comunidad.

La palabra que transforma

Me imagino que Jesús fue una persona que a cada palabra le tenía un sentido, una dirección y sobre todo una manera de actuar con sus hermanos en la comunidad.

Me encontré con una lectura sobre san Juan Eudes, en estos días que tienen que ver con la vida misma de todos nosotros, seres creados para recrearnos en la creación: “Durante nuestro tránsito por la tierra Dios nos ha señalado la misma vocación que infundió en los santos patriarcas, los santos profetas, los apóstoles y los mártires, los santos pastores y sacerdotes y todos los otros santos… Eran hombres como nosotros, hechos de carne y hueso, frágiles como nosotros, expuestos a los mismos peligros y tentaciones que nosotros… El que los hizo santos tiene un deseo infinito de santificarnos… Propongámonos caminar por la senda de los santos, leer y estudiar su vida, en especial los que tuvieron la misma profesión que nosotros, e imitémoslos” (San Juan Eudes, OC 11, 14.31.44). seguro que muchos lectores dirán que son palabras bonitas, seguro que sí, pero más que dar calificativos a esas palabras es importante señalar que todos los seres humanos en cualquier contexto en que se encuentren pueden embellecer su vida y su entorno, desde la misma belleza de Dios en cada ser humano, es el deseo profundo de Dios al crearnos a nosotros.

Querido lector una última pregunta ¿Cuál es tu profundo deseo en tu vida, profesión, familia y entorno? y ¿Cómo estas usando la palabra para construir y no destruir?


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios