Opinión | Scioli, el primer adulador, pide el Nobel de Economía para Milei | Radio Mitre

Opinión | Scioli, el primer adulador, pide el Nobel de Economía para Milei

Cambia de camiseta a velocidad de motonauta. Fue menemista, adolfista, duhaldista, kirchnerista, albertista y, ahora, libertario fervoroso y jubilado de privilegio.

17 mayo 2024 - 14:38
Opinión | Scioli, el primer adulador, pide el Nobel de Economía para Milei
Milei reunió a sus exjefes, Scioli y Francos.

Daniel Scioli muda de camiseta a la misma velocidad con que aceleraba la lancha para las cámaras de Nuevediario. Alejandro Romay, fue amigo y socio de su padre. El zar de la tele estaba de regreso en los ‘90. Y ordenó al noticiero de su canal cronicar el derrotero deportivo el motonauta, ornamentado con más de un record inverificable.

Ayer se abrió paso entre los libertarios de la primera hora para ponerse a la cabeza de los aspirantes a funcionario del mes. Alcahuete del mes, dirán los detractores. Elogió la marcha del programa económico y remató: “Si esto sigue así, a Milei le van a tener que dar el Premio Nobel de Economía”.

Es el momento del menemismo póstumo. “Carlos fue el mejor presidente en 40 años”, proclamó Milei entre aplausos, busto en el Salón de los Próceres y besos. Y lágrimas de emoción del clan Menem, presente. Algunos de sus miembros, con despachos jerarquizados en la casa de gobierno y el Congreso.

Scioli tiene razones para sentirse un pez nadando con suficiencia en el revisionismo noventista. Fue el presidente riojano quien lo catapultó de la motonáutica a la política. Él también fue un outsider. Pero no tardó nada en acomodarse en las poltronas de la “casta”.

Fue diputado menemista. Colaborador de Adolfo Rodríguez Saá, en aquella ráfaga tropical que atravesó a la Rosada. Funcionario de Eduardo Duhalde, por entonces enemigo de Menem. Y vicepresidente de Néstor Kirchner, también enemigo de Menem y, muy pronto, de Duhalde.

Scioli accedió a la Gobernación de Buenos Aires, con el patrocinio de Néstor y Cristina. Cuando dejó trascender sus aspiraciones presidenciales por cuenta propia, los Kirchner lo convirtieron en su puchimbol predilecto. Lo retaron en público, le generaron conflictos sindicales y le cortaron el ducto de fondos de la Nación. Con números en rojo carmesí, la Provincia no podía pagar sueldos sin ese dinero

Scioli capituló. Pero, experto surcar turbulencias, en un golpe de timón obtuvo la postulación presidencial del peronismo, ya hegemonizado por los Kirchner. Fue candidato por defecto. El matrimonio del poder no tenía un postulante “propio” que midiera mejor. Una premonición de lo que ocurriría el año pasado con Sergio Massa. En campaña, Scioli predicó con fervor el credo kirchnerista. “¿En qué te han convertido?”, le preguntó Mauricio Macri durante el debate, en tono de recriminación. Ambos habían compartido años de amistad y el entusiasmo inicial por Menem.

Esa vez, al motonauta de la política le tocó perder. Pero Alberto Fernández lo rescataría del ostracismo. Le encomendó la Embajada en Brasil. Luego lo designó en la cartera de Producción. Por pocos días. La enemistad de Massa, recién desembarcado como ministro plenipotenciario, lo devolvió a la embajada.

Ese cargo le reportó un sueldo superior a los 20.000 dólares más gastos de representación. Y una flamante jubilación por el régimen de privilegio del que todavía disfrutan los diplomáticos.

Scioli es un viejo conocido de Javier Milei. Durante su gestión bonaerense, el economista trabajó como asesor en el Banco Provincia, conducido por Guillermo Francos. El hoy presidente integró los equipos de campaña de Scioli, aunque luego recalaría en las oficinas de Sergio Massa.

Sin equipos propios, y tal vez en un gesto de gratitud, Milei nombró a Francos ministro del Interior, y a Scioli, Secretario de Turismo y Deportes. Un cargo que ya ocupó con Rodríguez Saá y Duhalde. “Soy un especialista”, suele decir. Además de aquellos antecedentes, recuerda su condición de deportista. No sólo fue piloto de lanchas en mar abierto. Es goleador o, a la española, “pichici” en su equipo de fútbol reducido de Villa La Ñata. Acredita además una licenciatura tardía en comercialización. Se recibió cuando ya ejercía de político y en tiempo record, en una universidad privada.

No se queda corto cuando se autodescribe como un perseverante. Un hombre que no le teme a las inclemencias. Tampoco, a la inestabilidad de las lealtades políticas, ni al desafío de adaptarse a los climas de época. Las modas ideológicas pasan, pero Scioli siempre sale a flote.

Carlos Sagristani

LO MÁS LEÍDO DE Mitre Cordoba

LO MÁS LEÍDO DE RADIO MITRE