Compartir

La música es la taquigrafía de la emoción. León Tolstoi.

La sala Argeliers León del Instituto Cubano de la Música fue el espacio escogido para que el pianista y compositor alemán Sebastian Schunke y el grupo folclórico Ojundegara, tuvieran un segundo encuentro con el público en el marco del Cubadisco 2024, esta vez, más íntimo.

El pasado sábado se presentó en la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, el CD Existential Intensities, nominado al premio de festival más importante de la industria discográfica de Cuba.

Sebastian nació en la ciudad de Hannover en 1973 y está considerado como un importante pianista y jazzista. En sus presentaciones, tanto en solitario o como parte de los grupos en que participa, crea un sonido fresco en el que convergen el jazz eminentemente europeo que se crea en Berlín con elementos latinoamericanos y africanos. Este músico fue ganador del premio Cubadisco 2022 con su disco Elusive Beauty.

El grupo Ojundegara, fue creado el 23 de marzode1977 en el municipio de Jovellanos, Matanzas. Se ha dedicada a conservar y trasmitir de una generación a otra, las tradiciones legadas por nuestros ancestros de la costa occidental de África. Entre las múltiples distinciones alcanzadas está la Distinción por la Cultura Cubana.

Este concierto ofreció piezas que Sebastián ha compuesto en los últimos 25 años, su tiempo de relación con Cuba y están vinculadas de alguna forma con la Isla. La primera de ellas fue Al amor a Cuba, concerniente a la fuerte conexión que siente por nuestro país; la segunda, Dolor de lejos, trata la nostalgia que sentía por la isla caribeña, estando en Berlín; mientras las dificultades que tuvo su primera hija para nacer, son el móvil de la tercera pieza, El toque de corazón, en tanto la cuarta, Ela, la dedicó a su segunda hija.

El grupo Ojundegara interpretó uno de sus cantos Arará, acompañados al piano por Sebastian, donde se apreció en toda su expresión la fusión entre dos culturas aparentemente antagónicas y se muestra que solo existe la cultura.

Para culminar, el germano ejecutó una improvisación al piano de una pieza abakúa con influencias europeas y luego el grupo folclórico interpretó otro de sus cantos Arará, incorporando el baile y por supuesto, el acompañamiento del teutón.

Como va siendo costumbre, no se contó con un programa de mano para el público, situación salvada por el músico alemán, el cual diálogo con los presentes en español, explicando los temas que interpretaba. Ojalá la situación se resuelva para próximas funciones. Existen posibilidades para hacerlo, desde la impresión de algunos programas, colocados en la sala, para que el público lo pueda leer o fotografiar con sus dispositivos móviles; situar en la sala de conciertos o teatro códigos QR con la información del programa, o utilizar los canales de las instituciones en las redes sociales digitales. Las entidades encargadas pueden emplear alguna de ellas o varias, el público lo agradecerá.

Etiquetas: - -