Como consumidores, cada vez estamos más informados y preocupados por lo que comemos. Pero cada vez estamos más desconectados del origen de los alimentos. Es decir, de cómo han sido cultivados. Más allá del azúcar que contiene un producto, si es rico en proteína o qué tipo de harina usa… ¿Te has preguntado si procede de semillas modificadas genéticamente? ¿Sabes si contiene restos de pesticidas? ¿Te has fijado en la cantidad de aditivos innecesarios que lleva? La nutrición es muy importante, pero la salud también.

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Mucho amor. Cero trampas

Que un producto sea ecológico, básicamente significa una cosa: amor por la vida. Y es que la agricultura ecológica respeta y protege a todos los seres vivos: los microorganismos que viven en el suelo, los insectos, los roedores, los pájaros… y las personas. A diferencia de la agricultura industrial, la agricultura ecológica juega limpio. El resultado son alimentos honestos que se muestran tal y como son: sin artificios y sin trampas.

Sin OMG (Organismos Modificados Genéticamente)

En algunos casos la agricultura industrial modifica los genes de las plantas para hacerlas más resistentes a plagas o modificar su aspecto (color, textura, etc.). En la agricultura ecológica el uso de OMG está totalmente prohibido. Los impactos de esta práctica sobre el medio ambiente son altos: mayor dependencia y uso de pesticidas, contaminación del suelo, contaminación genética de especies silvestres o pérdida de biodiversidad, entre otros.

Aunque no existen estudios concluyentes que demuestren la inocuidad o toxicidad de los OMG, un ejemplo muy claro es el trigo, el cual se alteró durante el siglo pasado para aumentar su rendimiento y su resistencia a las plagas. El resultado es un trigo con mayor cantidad de gliadina, proteína que forma el gluten y que resulta inflamatoria para nuestro sistema digestivo. De ahí la creciente intolerancia al gluten.

Sin pesticidas

En la agricultura industrial se usan fertilizantes y pesticidas químicos. Sustancias que acaban en nuestros platos, y también en nuestras aguas. En la agricultura ecológica el uso de agrotóxicos está totalmente prohibido. En su lugar se usan métodos respetuosos, como el control biológico de plagas y enfermedades, en vez de pesticidas. O el empleo de fertilizantes naturales y el nitrógeno fijado por las plantas leguminosas. Entre las consecuencias del uso abusivo de los pesticidas se encuentran la pérdida de biodiversidad, ya que reducen o eliminan fauna y flora, y la contaminación del agua, pues se filtran por la tierra.

¿Y cómo nos afecta a nosotros? Varios estudios han demostrado que algunos pesticidas no son inocuos para la salud humana. Es el caso del glifosato, el herbicida de amplio espectro más usado a nivel mundial, calificado por la OMS como probablemente cancerígeno, y que, según una investigación del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, publicada en Science of the Total Environment, contamina el 45% de los suelos agrícolas europeos.

Mínimos aditivos

Los alimentos procesados industriales usan aditivos para mejorar su textura, sabor, conservación… En los alimentos procesados ecológicos el uso de aditivos está muy restringido: solo se pueden usar unos pocos y para usos muy concretos.

¿Y resultan seguros para nuestra salud? Depende. Si bien es cierto que existen algunos aditivos naturales, la gran mayoría son sustancias químicas. Y aunque han de superar controles sanitarios, está demostrado que no resultan inocuos para la salud. La prestigiosa revista Nature reúne varios estudios en los que se demuestra que ciertos aditivos son capaces de alterar la microbiota intestinal y provocar inflamación, lo que favorece el desarrollo de enfermedades crónicas

Autora: María Villanueva, Responsable de Comunicación de Sol Natural

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