Quaderns de Psicologia | 2018, Vol. 20, No 3, 271-283
ISNN: 0211-3481
https://doi.org/10.5565/rev/qpsicologia.1470
El arte de conversar de Schulz von Thun: la condición política de
la comunicación
Schulz von Thun's The Art of Conversation: the political condition of the
communication
Enrique Arreola Núñez
Yessica Paola Morales Ibarra
Raúl Ernesto García Rodríguez
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Resumen
En este artículo se realiza una presentación y un breve análisis crítico del texto El arte de
conversar de Friedemann Schulz Von Thun de 1981, que aborda el tema de la comunicación
interpersonal desde una perspectiva psicológica-interventiva. Mediante un ejercicio hermenéutico y sin pretender hacer afirmaciones absolutas, se revisan los principales postulados
del modelo de von Thun, así como los elementos que, para los autores, permiten dar cuenta
de la condición política que implica el modelo, por el involucramiento y la reactivación del
ámbito de las relaciones de poder en las interacciones verbales y por el establecimiento
persuasivo de pautas psico-comunicativas de normalización. En este sentido, el modelo de
comunicación analizado deviene un dispositivo que, sin pretenderlo explícitamente (y tal
vez sin la conciencia de su autor), produce prescripciones de comportamiento verbal dirigidas al funcionamiento y la armonización acrítica de las relaciones sociales en un ejercicio
político intrínseco de psicologización.
Palabras clave: El arte de conversar; Prescripciones conversacionales; Relaciones de poder; Psicologización
Abstract
This article presents a brief critical analysis of Friedemann Schulz Von Thun’s text The Art
of Conversation (1981), which explores the topic of interpersonal communication from a
psychological-interventionist perspective. Through hermeneutical exercise bereft of pretensions of arriving at any absolute affirmations, it reviews the key postulates of von
Thun’s model and the elements that, according to the authors, make it possible to comprehend the political condition it entails in light of the involvement, and reactivation, of
the ambit of power relations in verbal interactions, and the persuasive establishment of
psycho-communicative patterns of normalization. In this sense, the communication model
analyzed evolves into a device that, with no explicit intention of doing so –and perhaps
without its author even being aware of it– generates prescriptions for verbal behavior directed towards the functioning of social relations and their acritical harmonization in an
intrinsically-political exercise of psychologization.
Keywords: The Art of Conversation; Conversational Prescriptions; Power Relations;
Psychologization
272 Arreola Núñez, Enrique; Paola Morales Ibarra,Yessica & García Rodríguez, Raúl Ernesto
Introducción: el estudio de la
comunicación, sus articulaciones
teóricas a finales del siglo XX y la
importancia de El arte de conversar de
Shulz von Thun
Los estudios en el campo de la comunicación
constituyen, todavía hoy en día, un punto de
gran interés para la psicología. La comunicación y su vínculo consustancial con la subjetividad y las relaciones interpersonales, ha sido
un campo fértil para numerosas propuestas,
estudios, análisis e intervenciones desde la
psicología. Las reflexiones relativamente recientes sobre el fenómeno de la comunicación
(así como los modelos que pretenden explicarla) se interseccionan en el tiempo y se remontan, principalmente, a mediados del siglo
XX, a raíz de los conflictos bélicos y en torno
a cómo la comunicación (ante todo de un corte persuasivo) entraba en juego sobre las masas.
En un contexto general del estudio de la comunicación a partir del siglo XX (Pinazo y Pastor, 2006) pueden mencionarse los modelos
matemáticos y/o derivados de la teoría de la
información, que surgen y se desarrollan al
extenderse el uso de los medios masivos de
comunicación como herramientas de influencia social y política, y como un recurso nuevo
de acción con respecto a los grandes sectores
poblacionales. En este ámbito aparecen los
trabajos de Harold Lasswell (1927); de Claude
Shannon y Warren Weaver (1949); de Wilbur
Schramm (1954); de Roman Jakobson (1960) o
de Gerhard Maletze (1976). Pueden mencionarse también los llamados modelos sociosemióticos que integran perspectivas complejas
y hacen énfasis en el estudio de los significados como aspectos cruciales para el análisis
de la comunicación. Aquí se ubican trabajos
tales como los de Umberto Eco (1977); Barry
Jordan (1986) o Edward Sapir (1929) y su discípulo Benjamin Whorf (1940). Se encuentran
además los modelos o enfoques interaccionales y relacionales, que entenderán la comunicación como un proceso que, de manera circular y retroactiva, se inserta en el contexto
de las relaciones interpersonales y en el que
el individuo participa siempre, de modo inevitable, independientemente de su voluntad
personal. Estos modelos o enfoques se constituyen por los trabajos de la llamada Escuela
de Palo Alto a través de autores como Gregory Bateson (1984); Ray Birdwhistell (1959);
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Paul Watzlawick, Janet Beavin y Don Jackson
(1969/2008) y en donde podríamos ubicar el
trabajo mismo de Friedemann Shulz von Thun
(1981/2012). Desde luego, encontramos también las perspectivas del llamado interaccionismo simbólico, que reivindica la explicación
del comportamiento individual como expresión de las interacciones del grupo social y
que incorpora el lenguaje verbal y no verbal
como un aspecto clave en la proyección y realización de cualquier conducta. En esta tradición tenemos las aportaciones de George Herbert Mead (1934/1982) y Herbert Blumer
(1969). Pueden mencionarse por último las diversas concepciones derivadas del llamado giro lingüístico o discursivo que articulan trabajos que van desde la obra de John Austin
(1962) y John Searle (1969), la etnometodología y el análisis de la conversación de Harold
Garfinkel (1967) hasta el análisis del discurso
de Jonathan Potter y Margaret Wetherell
(1987) y el construccionismo social de Michael
Billig (1987) o de Kenneth Gergen (1996).
En estos escenarios teóricos, se publica en
1981, originalmente en idioma alemán, el
texto El arte de conversar Psicología de la
comunicación verbal de Friedemann Schulz
Von Thun, con el propósito inicial de integrar
reflexiones respecto “a la cuestión de cómo
transmitir información de manera comprensible” (Shulz von Thun, 1981/2012, p. 17). El
autor se pregunta si la psicología, además de
su aportación científica, “puede aportar algo
a la mejora de la comunicación humana” y
enseguida responde: “Sí que puede. Aunque
hasta ahora casi nadie haya mejorado sus habilidades comunicativas estudiando doctrinas
psicológicas o resultados experimentales,
quien quiera aprender y corregirse tiene a su
disposición algunas herramientas y pautas que
seguir” (Shulz von Thun, 1981/2012, p. 15).
Así, la obra que habrá de analizarse, y que
según su autor deberá entenderse como una
“cartografía del conocimiento”, trata de “herramientas psicológicas” que deberán servir
para mejorar el funcionamiento en el trato
interpersonal, lo cual, por cierto, y siguiendo
las palabras del propio autor, sólo se podrán
aprehender “con la experiencia y la práctica”
(Shulz von Thun, 1981/2012, p. 16).
Los antecedentes teórico-investigativos y
prácticos de la obra de Shulz von Thun se vinculan con esfuerzos profesionales (Langer,
Shulz von Thun y Tausch, 1981/2006) dirigidos
El arte de conversar de Schulz von Thun: 273
a mejorar las “habilidades de comunicación”
de trabajadores de la industria en Hamburgo
durante la década de los años setenta, en
términos de incrementar la “comprensibilidad” y de promover “un tipo de trato más
cooperativo” (Shulz von Thun, 1981/2012, p.
17). Bajo la influencia de Paul Watzlawick y
otros (1969/2008), así como de planteamientos psicológicos de raigambre humanística
provenientes de autores como Carl Rogers, Alfred Adler, Ruth Cohn y Fritz Perls entre otros
(Shulz von Thun, 1981/2012), el autor destacará cuatro grupos de problemas o aspectos
vinculados al examen o análisis complejo de
la comunicación interpersonal, a saber a) el
aspecto del contenido objetivo de aquello que
se comunica; b) el aspecto de la relación o
trato con el prójimo que se implica al comunicarse; c) el aspecto de la autoexposición o
expresión de la personalidad del que se comunica y d) el aspecto de la incitación o influencia que se involucra al comunicar algo
(Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 18-19).
Con estos elementos, Shulz von Thun propondrá un modelo básico para el estudio de la
comunicación interpersonal que se representa
gráficamente en forma de un cuadrado, cuyos
cuatro lados se constituyen por los cuatro aspectos de la comunicación a revisar, es decir,
el contenido objetivo; la relación que se establece; la autoexposición que acontece y la
influencia que se involucra.
En el centro del cuadrado Shulz von Thun coloca a “la noticia” entendida como la “unidad
de la comunicación”. La “noticia” es algo así
como el “paquete” comunicativo concreto,
con sus partes verbales y no verbales y al
mismo tiempo, “se convierte en el objeto del
diagnóstico de la comunicación”. Toda noticia
contiene a su vez varios mensajes simultáneos
que se pueden examinar respecto a la ubicación que tienen en el cuadrado. Así, la noticia
puede consistir en una o varias frases, puede
ser una sola palabra o incluso un gesto o mirada elocuente, pero también puede consistir
en “un discurso completo o una carta” (Shulz
von Thun, 1981/2012, p. 40).
Más adelante, el autor sugiere la conveniencia
de utilizar el término “expresión” en lugar del
término “noticia”, pero sin cancelar el uso y
el sentido del término “noticia” como unidad
de comunicación. En todo caso la “expresión”
(también llamada “noticia”) constituye el
acontecimiento comunicativo concreto (ver-
bal y no verbal) que a la vez contiene (explícita o implícitamente), cuatro tipos de mensajes simultáneos vinculados a los cuatro aspectos de la comunicación ya mencionados
(Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 307-308).
Los diferentes mensajes contenidos en la expresión o noticia pueden reforzarse entre sí y
con ello otorgar “congruencia” a la noticia
misma, o bien, pueden contradecirse entre sí
y con ello otorgar “incongruencia” a la noticia
o expresión (Shulz von Thun, 1981/2012, pp.
43-45).
En todo caso, la relevancia teórico-práctica
del modelo de Shulz von Thun tiene que ver
con el hecho de convertirse en una “herramienta psicológica” que se puede adaptar “al
análisis de comunicaciones concretas”, que
“sirve para detectar muchos trastornos de la
comunicación” y que ofrece una estructura de
análisis comunicativo ante uno u otro contexto temático (Shulz von Thun, 1981/2012, p.
20). El modelo quiere dejar patente, en términos del reconocimiento de la complejidad
de la comunicación interpersonal, que la “claridad” comunicativa se relaciona con las cuatro dimensiones o aspectos descritos de la noticia o expresión y no sólo con el aspecto del
contenido objetivo involucrado; que una misma noticia o expresión contendrá muchos
mensajes simultáneos (congruentes o incongruentes con el contenido de la noticia misma), situados a los cuatro lados del modelo,
que pueden provocar un “irremediable malentendido” y, que las cuatro dimensiones (cuatro lados del cuadrado o cuatro “campos de
juego”) de la comunicación, deben considerarse al mismo nivel de importancia conceptual y práctica y desmontar la tradición o idea
de otorgarle al aspecto objetivo de la noticia
o expresión una importancia excesiva, tal como ocurre todavía “en la educación y en el
mundo laboral” (Shulz von Thun, 1981/2012,
p. 21).
En consecuencia, Shulz von Thun define el
propósito de la psicología de la comunicación
en términos de “vencer este estigma” (se refiere a la presunta sobrevaloración de los aspectos objetivos de la comunicación y al desprecio de los aspectos subjetivos y de relación, que quedan entonces relegados a la
“clandestinidad”) y de “transformar la comunicación objetiva y unidimensional en una
comunicación viva, fluida y cuatridimensional” (Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 21-22).
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Con ello, se deberán “facilitar herramientas y
pautas para una mejora real de la comunicación entre las personas” y de hecho contribuir
a su “higiene emocional” (Shulz von Thun,
1981/2012, p. 22). En esta lógica se habrá de
promover la “claridad interior y exterior” y la
“coherencia” como “nuevos parámetros de
una comunicación razonable”, y esto significa
que la manera de comunicarse “debe coincidir” con el estado de ánimo de uno y del otro;
con objetivos, valores y, además con “la verdad de la situación” que será un asunto crucial para conseguir la “sintonía” deseable en
la comunicación interpersonal (Shulz von
Thun, 1981/2012, pp. 24-25; 140-143). Contribuir a la mejora de la comunicación interpersonal puede lograrse mediante un trabajo
enfocado, ya sea en el individuo, en la forma
de convivencia del grupo y/o en las condiciones institucionales y sociales de interacción
vigentes. En todo caso, el modelo podrá convertirse en el “prisma a través del cual los
psicólogos y terapeutas de la comunicación
observamos las relaciones interpersonales (…)
detectamos las distorsiones y equívocos, y
desde qué trasfondo conceptual proponemos
los cambios” (Shulz von Thun, 1981/2012, pp.
24-26).
El pensamiento teórico-práctico de Shulz von
Thun ha tenido experiencias de intervención
diversas mediante la realización de talleres
para la revisión y mejora de la comunicación
interpersonal en ámbitos universitarios, industriales, de dirección de negociaciones y de
encuentros interculturales, principalmente en
Europa (Shulz von Thun, 1981/2012). A partir
de los años ochenta sus planteamientos han
tenido un impacto relativamente importante
en escenarios de agencias comerciales y publicitarias; de trabajo social y pedagógico y
de la cultura general de la convivencia.
Si bien no podríamos considerar a Shulz von
Thun un autor necesariamente central o ineludible dentro de los territorios investigativos en el tema de la comunicación, en términos de justificación hemos considerado pertinente, y de algún modo necesaria, la recuperación, la revisión y la reinterpretación de sus
planteamientos desde una sensibilidad foucaultiana de la psicología crítica porque, a la
par de constituirse como un esquema teórico
e interventivo en la psicología de la comunicación, presenta elementos (sutiles o claramente prescriptivos) que permiten dar cuenta
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de la condición política que implica el propio
modelo, por el involucramiento y la reactivación implícita del ámbito de las relaciones de
poder en las interacciones verbales y por el
establecimiento persuasivo de pautas psicocomunicativas que pretenden conducir a modos de funcionalidad, normalización deseable
y, por lo tanto, efectos de armonización y
control social de la convivencia interpersonal
y colectiva. En este sentido, el modelo de
comunicación analizado se convierte, tal como señala Giorgo Agamben (2015, pp. 23-24)
en un dispositivo que, sin ostentarlo enfáticamente y más allá de la intención intelectual
o académica manifiesta o consciente del propio Shulz von Thun, produce prescripciones de
comportamiento verbal y de relación dirigidas
a la adecuación, el funcionamiento eficiente
y la búsqueda de sintonías y armonías interpersonales en la comunicación, que reproducen y reivindican, de hecho, según explica Michel Foucault (1990), las relaciones de poder
dominantes en un momento dado, y omiten
desde luego el cuestionamiento crítico de tales aspectos de la vida social.
Desarrollo: los elementos teóricos
básicos de El arte de conversar de
Schulz von Thun
Los fundamentos conceptuales del pensamiento de Shulz von Thun se inician con el
análisis de lo que el propio autor denomina
“la anatomía de la noticia”. La noticia es
aquello que expresa el emisor en el proceso
de comunicación y que al mismo tiempo el
receptor procura decodificar. Toda noticia,
en tanto expresión puesta en juego para el
ejercicio comunicativo, “siempre contiene
muchos mensajes simultáneos”, lo cual, constituye un “hecho básico de la vida que, como
emisores o receptores, no podemos eludir”
(Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 31-32). Esta
circunstancia es la razón principal por la cual
el proceso de la comunicación interpersonal
resulta “complicado y susceptible de distorsiones”. Así, en función de ordenar la multiplicidad de mensajes que implica una noticia
o expresión cualquiera (asumida como centro
o unidad del proceso comunicativo) Shulz von
Thun propone distinguir en ella “cuatro aspectos psicológicos relevantes” que participan intervinculados, pero guardando su autonomía, en todo el entramado de la comunicación. Estos aspectos son los siguientes:
El arte de conversar de Schulz von Thun: 275
1) El contenido objetivo de la noticia, es
decir, aquello sobre lo cual se informa
algo en el momento de comunicarse.
2) La autoexposición o aquello que el emisor dice o informa de sí mismo mientras
comparte una noticia o expresión.
3) La relación que se implica entre emisor
y receptor al instante del intercambio
comunicativo, es decir, lo que piensa
uno del otro y la posición (psicológica,
ideológica, sociopolítica) en la que se
sitúan en el proceso.
4) La influencia o incitación eventual que
se involucra entre emisor y receptor al
instante de procesar la noticia.
De este modo, Shulz von Thun construye un
modelo gráfico de la comunicación constituido literalmente por un cuadrado (colocado
entre la figura del emisor y el receptor), en
cuyo centro se ubica la noticia o expresión
misma, y en cuyos cuatro lados se representan (uno por cada lado) los cuatro aspectos de
la noticia como unidad de comunicación
(Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 32-37).
A partir de este modelo general, Shulz von
Thun establece una serie de reflexiones y
ejemplificaciones tanto de carácter exploratorio o diagnóstico, como de carácter prescriptivo, en torno a los procesos cotidianos de
comunicación interpersonal en diferentes situaciones. Con afán pedagógico, llega incluso
a proponer distintos ejercicios para examinar
varias expresiones o noticias (imaginarias o
reales) para que el lector las examine “bajo
el prisma de la psicología de la comunicación”
(Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 38-39).
“El emisor [afirma Shulz von Thun] quiera o
no quiera, siempre transmite por los cuatro
lados de manera simultánea” (1981/2012, p.
38). Esto significa que toda noticia o expresión sobrelleva invariablemente varios mensajes de diversa índole, materializados en palabras, frases, discursos o textos completos, así
como en elementos no verbales que se intercalan en el proceso comunicativo mismo. Aunado a lo anterior, los mensajes contenidos
en la noticia o expresión pueden ser explícitos
(“que se formula expresamente”) o implícitos
(“que, aunque la noticia no lo diga de manera
directa, sí lo contiene o da pie a pensar que
lo lleva”) en cualquiera de los cuatro lados de
dicha noticia o expresión. Contrariamente a
la opinión general que otorga centralidad a
los mensajes explícitos, Shulz von Thun afirma que el “verdadero” mensaje central en la
comunicación muchas veces se envía de forma
implícita mediante canales no verbales tales
como la entonación, los gestos, la mímica o la
forma de pronunciar (Shulz von Thun,
1981/2012, pp. 40-41).
Al contener muchos elementos verbales y no
verbales, la noticia puede calificarse de
“congruente” o de “incongruente”. De este
modo, una noticia “es congruente si todos los
signos apuntan en una misma dirección, es
decir, si están en sintonía”. En cambio, una
noticia es incongruente cuando “los signos
verbales y no verbales no concuerdan, sino
que se contradicen” (Shulz von Thun,
1981/2012, p. 43). Pero, además, apoyándose
en Jay Haley (1963), Shulz von Thun afirma
que el emisor “comunica siempre, quiera o no
quiera, en dos niveles simultáneos: el nivel de
la comunicación propiamente dicha y el metanivel” (1981/2012, p. 43). Así, los mensajes
pueden calificarse entre sí como congruentes
o incongruentes, ya sea por el contexto mismo; por la manera de hacer la formulación;
por la expresión corporal, mímica y gestos
concomitantes; o por el propio tono de voz
utilizado (Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 4445).
El autor enfatiza que, desde luego, las noticias incongruentes resultarán desconcertantes
para el receptor, quien se ve de pronto en un
dilema, lo cual tiene consecuencias aún más
graves cuando se considera el aspecto de la
influencia o incitación, porque las exigencias
de actuación en las que el receptor se ve emplazado resultarán también contradictorias o
confusas, por lo que toda la situación se ve
“comprometida”. Estos “juegos de confusión”
han sido estudiados por Watzlawick et al.
(1969/2008) mediante el término de “doble
vínculo” (double-bind) que además se han relacionado con el origen de comportamientos
esquizofrénicos en el receptor, “sobre todo
cuando el receptor está en situación de dependencia con el emisor, no puede eludir esta
situación y no tiene capacidades metacomunicativas” (Shulz von Thun, 1981/2012, pp.
46-47), por ejemplo, el caso de niños en el
ámbito familiar.
En todo caso, Shulz von Thun subraya también
el papel del emisor en la producción de mensajes desconcertantes o incongruentes. En es-
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te sentido, el autor señala que una noticia incongruente tiene “la ventaja” de no comprometer del todo al emisor con lo que dice,
aunque el emisor no suele ser siempre consciente de esa comunicación de “doble fondo”
y, de hecho, ocurre que muchas veces se manifiestan “deseos inconscientes e inconfesados” a través de canales no verbales. La incongruencia en la expresión puede ser explicada también porque “el emisor tiene ‘dos
almas en el mismo pecho’ y no se aclara del
todo consigo mismo”, es decir, las noticias incongruentes surgen por lo general “cuando el
emisor se ve obligado a manifestarse, antes
de haber concluido su proceso de aclaración
interna” (Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 4748, cursivas del original).
Ante la pregunta sobre qué se puede hacer
para deshacer ese tipo de “confusiones internas” en el emisor, el autor plantea en esencia
que el receptor puede, debe, transmitir su
desconcierto para dar la oportunidad al emisor de ubicar “aquello que le mueve por dentro” y lograr así “mayor claridad interna”. Y
añade: “Es evidente que el emisor tiene que
querer llegar a este autoconocimiento” (Shulz
von Thun, 1981/2012, p. 49).
Otra reflexión importante de Shulz von Thun
para mejorar la comunicación interpersonal
se refiere al tema de la recepción de la noticia emitida. El autor plantea la necesidad/posibilidad de escuchar los mensajes
mediante “cuatro oídos” diferentes: el oído
del “contenido objetivo” de la expresión; el
oído de la “autoexposición” que hace un
diagnóstico inmediato de la persona del emisor; el oído de “la relación” implicada, que
permite ubicar cómo se sitúa el emisor respecto al receptor y qué opinión tiene el emisor del receptor; y el oído de “la influencia” o
“incitación” involucrada, que permite ubicar
al receptor hacia dónde quiere llevarlo el
emisor o qué emplazamiento de actuación o
respuesta le está intentando imponer. Shulz
von Thun señala que la conversación habrá de
transcurrir por caminos muy diferentes según
el “oído que anteponga el receptor en ese
momento” (Shulz von Thun, 1981/2012, pp.
53-54).
En esta lógica, el receptor constantemente
tiene que “elegir”, casi siempre de forma inconsciente, con qué oído procesa la noticia o
expresión recibida, aunque esa circunstancia
suele ser problemática para el adecuado fun-
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cionamiento de la comunicación. Al respecto,
Shulz von Thun explica:
La libertad que tiene el receptor de elegir el aspecto de la noticia al que reaccionar puede producir algunas distorsiones de la comunicación,
por ejemplo, si reacciona a alguno de los aspectos en los que el emisor no estaba haciendo hincapié. O si el receptor sólo escucha principalmente con uno de los cuatro oídos y está sordo (o se
hace el sordo) al resto de mensajes que también
le están llegando. El equilibrio entre los cuatro
oídos debería formar parte del equipamiento básico en psicología de la comunicación de cualquier receptor. En cada situación concreta habrá
que decidir a qué lado o lados de la noticia reaccionar. (1981/2012, p. 56)
Adicionalmente, el autor describe diferentes
“hábitos de recepción parcial” que desarrollan las personas con independencia de las
exigencias de cada situación y que suelen llevar, según esta perspectiva, a diferentes formas de fracaso en la comunicación, dado que
se involucran “errores” (en la recepción) provocados por distintas posibles “causas”, tales
como una rígida “imagen propia” del receptor; una percepción o imagen inadecuada del
receptor respecto al emisor; o la aparición de
correlaciones o interferencias en los mensajes
recibidos (Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 7580). En todo este proceso se implican procesos interpretativos en la recepción de la noticia que el autor examina con el apoyo de las
ideas de Albert Ellis (1962) y su concepción
racional-emotiva del papel de las creencias o
convicciones “irracionales” en las reacciones
emocionales del receptor (Shulz von Thun,
1981/2012, pp. 81-94). El análisis de la comunicación interpersonal conlleva también, desde luego, el análisis de las interacciones mismas que se producen en el proceso, lo cual
permite a Shulz von Thun recuperar el enfoque de la teoría sistémica (Watzlawick et al.,
1969/2008) para señalar que cualquier “trastorno” no reflejará “las características de un
individuo” sino “un encuentro (comunicativo)
sistemáticamente fallido con el otro” (Shulz
von Thun, 1981/2012, p. 101).
Una vía de “solución” para la comunicación
“patológica” y “distorsionada” se habrá de
constituir, según Shulz von Thun, mediante la
posibilidad de implementar la “metacomunicación explícita” en el ejercicio de la interlocución. El autor escribe: “Hablamos de una
comunicación sobre la comunicación, es decir, una discusión sobre el tipo de trato que
nos damos, sobre el sentido que queremos dar
a la noticia enviada, y sobre cómo hemos des-
El arte de conversar de Schulz von Thun: 277
cifrado la noticia recibida y reaccionado a
ella” (1981/2012, p. 105). Tal ejercicio no
debe significar que emisor y receptor “tomen
una distancia científica de lo que sucede”
sino que sean capaces de convertir “el tipo de
trato que se dan en el objeto de la conversación” y así “captar más conscientemente lo
que nos sucede en nuestro interior y entre
unos y otros”, porque una buena metacomunicación “primero exige tener una visión profunda de la propia vida interior y después tener valor para la autoexposición” (Shulz von
Thun, 1981/2012, p. 106). Sin embargo, el
propio autor señalará más adelante que, al final del proceso, “tampoco existe ninguna garantía de que en el nivel metacomunicativo
no se vuelvan a cometer los mismos errores,
con lo que el trastorno sólo experimenta un
cambio de niveles” (1981/2012, p. 107).
miedo a la autoexposición” porque entronizan
y reproducen una cultura de “rivalidad” y
competitividad en el sistema económico capitalista. El individuo desarrollará entonces
procesos defensivos de autopresentación y
autoocultación. No obstante, la salida que sugiere Shulz von Thun ante esta realidad sociopolítica, es la de emprender cambios psicológicos hacia una mayor protección e integración del sujeto a su realidad adversa, con
lo cual, de hecho, plantea una psicologización
de la situación social que describe y reflexiona acerca de lo que serían las “pautas de la
psicología” para abordar esta problemática,
pautas que en esencia promueven un giro hacia la interioridad personal en aras del “autoconocimiento”, la “congruencia o autenticidad” y la “sintonía” como formas de reintegración funcional al entorno.
Shulz von Thun realiza un análisis de algunos
de los problemas psicológicos más destacados, según su perspectiva, de la comunicación
interpersonal en relación con los cuatro aspectos o dimensiones de la noticia o expresión. En este sentido, el autor insiste en la
revisión detallada de los ámbitos de la autoexposición; los problemas sobre la objetividad
y la claridad; los problemas sobre la definición y la creación de la relación y los problemas sobre la incitación, la manipulación y la
expresión de la voluntad (1981/2012, pp. 111296). En cada uno de los aspectos analizados
se retoman elementos exploratorios, descriptivos e interventivos de la relación comunicativa, al tiempo que apoya sus reflexiones y
ejemplificaciones en otros autores y perspectivas pertenecientes a órbitas fundamentalmente neopsicoanalíticas (Alfred Adler), humanísticas (Carl Rogers; Ruth Cohn), gestálticas (Fritz Perls), sistémicas (Paul Watzlawick;
Janet Beaven; Don Jackson; Jay Haley), cognitivo-conductuales (Albert Ellis) y transaccionales (Eric Berne), entre otras.
En esta lógica, de hecho, el autor asume una
plena confianza en procesos terapéuticos, de
“aprendizaje” y de “autoestima” que reivindiquen una consciencia funcional y efectiva
de la “realidad interior y exterior” del individuo que lo conduzca a mantener relaciones
comunicativas y sociales aceptables. Así, por
ejemplo, el autor escribe:
En referencia al aspecto de la autoexposición
en la práctica comunicativa, Shulz von Thun
destaca el problema del “miedo a la autoexposición” y de la autovaloración del individuo
que se comunica. Resulta muy interesante
que el autor reconoce la existencia de vectores sociales e institucionales dirigidos a exigir
cada vez más rendimiento en cualquier ámbito de la vida, como por ejemplo en el territorio escolar o laboral, con lo cual, y a la fuerza
“se convierten en un caldo de cultivo del
Lo que hace falta es un proceso terapéuticoexistencial que lleve consigo un análisis de las dos
grandes problemáticas: las circunstancias (sociales) alrededor de mí y las circunstancias (sociales)
dentro de mí (…). En este sentido actúan los procesos terapéuticos que tratan de que el individuo
se reconcilie consigo mismo, acepte sus zonas
sombrías y reduzca su ideal de perfección, que
hace que cualquier error o defecto le parezca una
vergüenza humillante. (Shulz von Thun, 1981/
2012, p. 144)
Es decir que, en cualquier caso, la propuesta
seguirá siendo la de atender en principio la
posibilidad adaptativa de la transformación
personal, “dando pequeños pasos” mediante
unas u otras formas de intervención psicológica, incluyendo los “grupos de autoconsciencia” o los “seminarios de comunicación” que
pueden llegar a convertirse “en escenario de
auténticas discusiones existenciales” (Shulz
von Thun, 1981/2012, p. 145).
En cuanto al “aspecto objetivo de la noticia”
Shulz von Thun (1981/2012, pp. 151-182) subraya los problemas conversacionales del apego a los criterios objetivos y de la eventual
falta de comprensibilidad. Para ello, propone
estrategias de ejercitación comunicativa que,
sin embargo, no deben eludir la integración
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de las otras dimensiones de la noticia o expresión, en aras justamente de lograr mayor
claridad en la comunicación. De modo similar
Shulz von Thun examina el “aspecto relacional de la noticia” y sus posibles avatares, así
como, por último, el “aspecto de la incitación
de la noticia” y sus posibles problemáticas
(1981/2012, pp. 185-296). Una constante en
el pensamiento del autor es la de ofrecer tanto elementos de indagación como de acción
interventiva desde la perspectiva (amplia) de
la “psicología de la comunicación” para lograr, de una u otra manera, efectos de entendimiento, orientación, valoración, diagnóstico, análisis, cooperación, entrenamiento
o manejo respecto a estos temas, tanto en
eventuales profesionales de la psicología como en cualquier conjunto de lectores interesados en adentrarse en semejantes territorios.
Discusión: la condición política de las
prescripciones conversacionales:
revisión y crítica de preceptos de
interlocución
El arte de conversar de Shulz von Thun se
puede reinterpretar en términos de un aparato de intervención psicológica para el área de
la comunicación interpersonal y de sus indicadores teórico-prácticos. El texto utiliza diversos conceptos y modelos psicológicos pertenecientes a determinada esfera teórica que
proporciona a sus argumentos (y a sus propuestas) una estructura más sólida. Se trata
en efecto de conceptos y técnicas pertenecientes a diferentes formas de psicoterapia u
orientación (que tienden a converger en una
sensibilidad de talante humanístico) y que se
aplican en su libro como recursos y herramientas para articular un modelo de comunicación e interacción específico que inevitablemente traza líneas prescriptivas para el
ejercicio práctico de la conversación y de los
vínculos sociales.
Ante la pregunta: “¿Pero una vez entendidos
los cuatro aspectos de la noticia, cómo se supone que tengo que hablar?” (Shulz von Thun,
1981/2012, p. 318), el autor abre un debate
acerca del carácter prescriptivo del modelo y
(sorprendentemente) responde: “En un primer acercamiento, el cuadrado de la comunicación no contiene una incitación a hablar de
una determinada manera, no pretende propo-
http://quadernsdepsicologia.cat
ner o ejercitar un estilo concreto de conversación. Es un modelo analítico, no normativo”
Y añade: “De hecho, es habitual que se produzca el malentendido de pensar que en el
modelo hay un conjunto de formas óptimas de
comunicar, o de reglas que deben seguirse”
(1981/2012, p. 318-319). Sin embargo, unas
líneas más adelante, ante la indagación sobre
las pretensiones intrínsecas del modelo, Shulz
von Thun define sin remilgos que “el modelo
tiene dos funciones mucho más importantes:
la función de sensibilizar y formar la conciencia y la de ampliar el repertorio comunicativo” (1981/2012, p. 319). Esto significa para el
autor que es necesario “fomentar la sensibilidad simultánea hacia los cuatro niveles de la
conversación” (1981/2012, p. 319) y ser consciente, al hablar y escuchar, de que se implican o articulan en todo momento, cuatro
campos o dimensiones de la comunicación, en
aras de sobrellevar una conversación mejor
ubicada, más funcional de acuerdo a las necesidades específicas y/o, como señala el propio
autor, tener una conversación con mayor
“musicalidad”; es decir, con mayor “oído y
más talento para entonar nuestras composiciones” (1981/2012, p. 320).
El autor niega incluso que de su modelo se
derive una “recomendación general” o permanente para hacer explícitos los mensajes
implícitos en las interacciones conversacionales y advierte que tal opción podría utilizarse
solamente “en caso de necesidad, y según
cuál sea mi objetivo y circunstancias”. Pero
ser capaz de saber si uno se encuentra “en
caso de necesidad” es algo que, según Shulz
von Thun, puede lograrse mediante una “sensibilidad” que (desde luego) “se desarrolla interiorizando el modelo” (1981/2012, p. 321,
cursivas del original).
Aunado a lo anterior, Shulz von Thun reconoce de hecho la pertinencia de un “ideal de
comunicación”, el cual se relaciona según su
pensamiento, con el asunto de la sintonía: “la
sintonía significa comunicar acorde con el ser
y la situación. Y el cuadrado de la comunicación nos recuerda que la sintonía es una cuestión cuatridimensional.” No obstante, puntualiza: “Pero lo que para uno significa la sintonía no se deduce del cuadrado de la comunicación, ya que requiere el estudio del contexto interior y exterior, del equipo interno y de
la ‘verdad de la situación’” (1981/2012, p.
322, cursivas del original).
El arte de conversar de Schulz von Thun: 279
Lo anterior significa que Shulz von Thun pretende eludir la crítica del carácter “normativo” de su modelo señalando que dicho esquema no propone ninguna “forma correcta
de comportarse” (en términos específicos),
sino acaso constituye un modelo con el que se
puede “conseguir mayor conciencia y sensibilización y con el que se pueden ampliar las
opciones” en la comunicación interpersonal
(1981/2012, p. 322). En este sentido inclusive, el autor subraya que otra de las funciones
del modelo es precisamente la de lograr una
“ampliación del repertorio comunicativo” y
con ello, brindar una “ayuda” para “descubrir
los objetivos que cada individuo debe desarrollar (…) porque la ampliación del repertorio de voces casi siempre afecta al interior de
la persona, incluidos, por ejemplo, sus miedos” (Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 322323). Esto aplica también para el “repertorio
de oídos”; así el autor explica: “El modelo de
las cuatro voces y los cuatro oídos nos invita a
descubrir las particularidades y limitaciones
del estilo de comunicación que hemos heredado, al mismo tiempo que amplía nuestro
margen de posibilidades de contacto con los
demás” (1981/2012, p. 323).
Lo que Shulz von Thun está promoviendo con
su modelo es que, según la “situación, la relación y el estado interno de los implicados”
se logre que la convivencia (“entre jefes y
compañeros de trabajo, entre padres e hijos y
entre las parejas”) cambie de “actitud psicológica” y articule “un trato más cooperativo y
valorativo”. De este modo, la psicología de la
comunicación estaría cumpliendo la misión de
“conectar la propia sinceridad con la posibilidad del otro de aceptarla” (1981/2012, p.
324). La condición normativa del modelo analizado se materializa entonces en el conjunto
de “pautas para comunicar bien” que, proyectadas desde su esquema, el autor le reconoce a la “psicología de la comunicación”
(Shulz von Thun, 1981/2012, pp. 329-336). En
este contexto, el autor admite: “Sí, en el caso concreto de una persona en una situación
determinada, siempre hay pautas para una
comunicación positiva y en sintonía, proporcionadas por la psicología de la comunicación.
Con el cuadrado de la comunicación se pueden analizar y esclarecer muy bien estas pautas” (1981/2012, pp. 329-330).
Entre las pautas a considerar encontramos la
de: a) no transgredir “los preceptos del deco-
ro” (el autor deja sin explicar lo que esto
puede significar en cada caso); b) comunicar
claramente los sentimientos propios “en el
aspecto relacional del cuadrado”; c) “superar
el lenguaje del desprecio en beneficio de un
mejor entendimiento mutuo”; d) buscar el
“arte de la confrontación respetuosa”, es decir, promover, si fuera el caso, “una forma de
discusión que se pueda soportar a nivel relacional, aun a pesar de las diferencias y aversiones”, o sea, “enviar un mensaje relacional
de respeto, cargando el peso de la confrontación en los otros tres lados de la noticia (contenido objetivo, automanifestación e incitación)”; e) formular demandas de manera cortés en forma de petición; f) formular las incitaciones “en positivo” y asociarlas “a un mensaje relacional de respeto y tal vez empático”; y en general, g) sustituir en las conversaciones la “confrontación despectiva” por la
“confrontación respetuosa” (Shulz von Thun,
1981/2012, pp. 330-334, cursivas del original). Que un hablante logre asumir e interiorizar estas “pautas para comunicar bien”
puede constituir “un buen objetivo para desarrollar” porque si consigue “desarrollar lo suficiente las voces (y los enfoques asociados a
ellas) (…) entonces gozará de una vida comunicativa mejor y de más éxito, lo que también
significa una vida más satisfactoria” (Shulz
von Thun, 1981/2012, p. 335).
Hacia el final de su texto, Shulz von Thun habrá de sugerir inclusive que el “cuadrado de
la comunicación humana”, además de tener
una “vigencia atemporal” (1981/2012, p. 297)
con lo cual se revela el carácter esencialista
de su pensamiento, puede envolverse “con un
aura de valores humanos” aun y cuando estos
valores deban, según el autor, separarse del
modelo analítico, pretensión que queda en
entredicho precisamente porque en su planteamiento mismo el esquema vincula, en sentido general, los cuatro lados del cuadrado de
la comunicación a valores muy precisos, a saber: “Contenido objetivo” con “claridad y
verdad”; “Automanifestación” con “autenticidad y veracidad”; “Incitación” con “claridad
y efectividad” y “Relación” con “respeto, valoración, tolerancia” (1981/2012, pp. 335336).
El modelo de Shulz von Thun se constituye
con claridad en lo que Agamben (2006, 2015,
pp. 23-24) define como dispositivo:
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280 Arreola Núñez, Enrique; Paola Morales Ibarra,Yessica & García Rodríguez, Raúl Ernesto
Llamaré dispositivo literalmente a cualquier cosa
que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar,
controlar y asegurar los gestos, las conductas, las
opiniones y los discursos de los seres vivientes.
Por lo tanto, no sólo las prisiones, los manicomios, el Panóptico, las escuelas, la confesión, las
fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas,
etc., cuya conexión con el poder de algún modo
es evidente, sino también la pluma, la escritura,
la literatura, la filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la navegación, los ordenadores, los teléfonos
móviles y —por qué no— el lenguaje mismo, que
quizás es el más antiguo de los dispositivos, en el
que miles y miles de años atrás un primate —
probablemente sin darse cuenta de las consecuencias a las que se exponía— tuvo la inconsciencia de dejarse capturar.
En efecto, la vinculación entre el modelo comunicativo de Shulz von Thun con los aparatos interventivos de la psicología de la comunicación (y por lo tanto con el ámbito más o
menos invisible de las relaciones de poder),
queda patente cuando se formula el propósito
de sensibilizar, formar conciencia, ampliar el
repertorio comunicativo y promover formas y
prácticas de interlocución colaborativa (materializadas en las “pautas para comunicar
bien”), en tanto que, de esa manera, se promueve al unísono, implícita o explícitamente,
una mayor y mejor funcionalidad y eficiencia
en la realización de objetivos sociales o institucionales diversos para la convivencia productiva.
Recordemos con Foucault (1976/2005) que las
relaciones de poder habrán de caracterizarse
fundamentalmente por su dimensión productiva, tanto de realidades como de verdades,
en virtud de establecer y articular las reglas a
través de las cuales deberán distinguirse los
criterios de adecuación, veracidad, utilización
y proyección de unos u otros saberes y prácticas sociales. Las relaciones de poder, mediante diferentes redes organizativas de funcionamiento entre las que se pueden encontrar
dispositivos de intervención psicológica como
el que analizamos, dirigen sus esfuerzos a lograr una sujeción real y eficiente de los individuos en el momento en que las prescripciones normativas generales pasan a ser reinscritas, de forma espontánea, por el individuo desde sí mismo, con lo cual ese individuo
“se convierte en el principio de su propio sometimiento” funcional y deviene sujeto
deseable (Foucault, 1975/2005, p. 206). En el
contexto de la perspectiva foucaultiana, hemos afirmado en otro trabajo que semejante
conjunto de aparatos y dispositivos de organi-
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zación y prescripción social, por naturalizados
que estén, plantean un despliegue que:
Se dirige a normalizar (y corregir), estable y eficientemente, los comportamientos, valores y discursos de los individuos involucrados, es decir, a
construir sujetos normales, lo cual significa sujetos que desde sí y con un carácter activo, reproducen —por mediación también de intercambios
verbales, diálogos y conversaciones— las normas
y reglas específicas que el poder dispone para la
consecución de la vida y la interacción social.
(García, 2011, p. 143, cursivas del original)
Es así que el “propósito” de la psicología de la
comunicación y las propias “pautas” para comunicar “bien” que Shulz von Thun presenta
en su reflexión pueden comprenderse ahora
como saberes y prácticas co-extensivas a la
producción sociopolítica de las relaciones de
poder vigentes en unos u otros contextos institucionalizados de promoción y aplicación
específica.
Aunado a lo anterior, el modelo analizado tal
como hemos advertido, propende a instaurar
procesos de psicologización como vía que
permite evadir otros posibles procesos concientización y de transformación social y política del mundo en que se vive. Apelar a la
“interioridad” personal, al “autoconocimiento”, la “congruencia”, la “autenticidad” o incluso la “sintonía” como ámbitos prioritarios
en el trabajo de readaptación y articulación
del individuo para con su contexto social e
institucional y, reivindicar los procesos terapéutico-existenciales así como los mismos
“seminarios de comunicación” como formas
de reintegración funcional al entorno, no hacen sino confirmar que, tal como lo señalaba
Foucault (1975/2005) el poder se ejerce simultáneamente a su propia invisibilización
como sistema de poder, al tiempo que dispone una cada vez mayor visibilización de los
individuos (psicológicos) sobre los que ese poder se ejerce. En otras palabras, será el individuo psicológico el que habrá de responsabilizarse (mediante maniobras de “desarrollo
personal” y de buena comunicación) de sobrellevar sus condiciones de vida social, económica y política sin cuestionarlas a fondo y ser
capaz de funcionar y hablar bien en el juego
de las prescripciones institucionales que se le
imponen. En todo caso, “cualquier conocimiento o saber expresado por un sujeto en el
intercambio discursivo” (por ejemplo, en el
ámbito de la comunicación interpersonal) remitirá “a un sujeto necesariamente transido,
El arte de conversar de Schulz von Thun: 281
atravesado, atrapado por uno u otro diagrama
de poder” (García, 2011, p. 148).
En la presente discusión debe subrayarse que
para Foucault (2001, p. 421-436) la comunicación constituye siempre una manera de actuar
sobre otra persona o grupo de personas, aunque obviamente existan relaciones de fuerza
que no pasen por entramados de comunicación interpersonal. Las relaciones de poder y
de comunicación se interpenetran y toda relación comunicativa producirá efectos de poder. Tanto es así que existen múltiples sistemas regulados que entrelazan en conjunto relaciones de comunicación y de poder para generar o ajustar habilidades en los individuos y
para implementar diversos controles formativos y de utilidad social, como en el caso de
las instituciones educativas o de intervención
psicológica.
Consideraciones finales
Un aspecto crucial del modelo que propone
Shulz von Thun es que puede y, en cierto modo debe ser interiorizado por el sujeto en aras
de formar una base sólida a partir de la cual,
ese individuo —a propósito de la metáfora de
la “musicalidad” en la comunicación—
(1981/2012, p. 320) pueda improvisar y ser
auténtico según la situación comunicativointerpersonal que viva. En todo caso surgen
las preguntas: ¿Qué tan auténtico puede ser
alguien y cuánta capacidad de verdadera improvisación puede haber cuando una expresión comunicativa surge a raíz de un proceso
de interiorización de un modelo que, tal como
hemos visto, implica un principio prescriptivo
respecto a la manera en que ha de comunicarse el sujeto con los demás? ¿Es éste un
verdadero ejercicio de autenticidad y libertad? ¿Acaso éstas prácticas de talante interventivo no presentan un papel epistemológico, ético y político supeditado a determinadas estrategias de normalización y armonización social propias de los dispositivos del poder? (García y López, 2011) ¿Los psicólogos
que las utilizan están conscientes de las implicaciones que conllevan? Si consideramos los
argumentos y experiencias profesionales de
Shulz von Thun y la expansión de las prácticas
psicológico-interventivas en los diversos escenarios institucionales, podríamos pensar que,
lamentablemente, muchos exponentes de la
psicología no suelen ser conscientes de todos
estos aspectos.
Es pertinente insistir en que las relaciones de
poder, más allá de constituirse como ámbito
represivo o de coacción, se erigen como un
ámbito de producción y generación de realidades, saberes, discursos y verdades (Foucault, 1976/2005) que participan en todos los
ámbitos de la vida social. Los preceptos de la
comunicación de Shulz von Thun, como elementos instrumentales de las relaciones de
poder, tienden a reproducir una y otra vez las
características de una comunicación funcional, con lo cual se contribuye a la generación
de ciertas realidades y modos determinados
de expresión que buscan su instauración y
permanencia como vectores deseables de interacción social. La eventual ruptura de tales
vectores o cánones de comunicación interpersonal o, dicho de otro modo, el no seguimiento de estas prescripciones, implican automáticamente, de una u otra manera y en mayor
o menor grado, la aparición de alguna disfuncionalidad, inadecuación o incluso, patología.
La proyección política del trabajo de Shulz
von Thun se dirige entonces, con toda la sofisticación teórico-práctica que despliega, a
promover procesos de normalización y eficacia funcional de la comunicación y de sus
formas expresivas, y con esa propensión el
modelo se establece claramente como un
ejercicio de poder. Desde luego que, para la
psicología de la comunicación, es valiosa la
propuesta de Shulz von Thun de ver a la comunicación y sus procesos en el esquema
práctico de un cuadrado, en donde cada lado
es una modalidad comunicativa específica poseedora de características bien delimitadas.
Es útil para la intervención, la clínica, el espacio académico, e incluso para la vida de los
sujetos fuera del ámbito psicológico. Pero
precisamente, las propiedades que involucra
el modelo como un brazo de las relaciones de
poder y como una teoría de sujeción comunicativa no deberían pasar inadvertidos ni constituirse acríticamente como saberes y/o actos
académico-profesionales que se naturalizan
en la vida de los sujetos (Ibáñez, 2001).
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ENRIQUE ARREOLA NÚÑEZ
Licenciado en Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
YESSICA PAOLA MORALES IBARRA
Licenciada en Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
RAÚL ERNESTO GARCÍA RODRÍGUEZ
Licenciado en Psicología y Máster en Psicología Clínica por la Universidad de La Habana. Máster en Iniciación a la Investigación en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente,
Doctor en Psicología Social por parte de esta última institución. Labora como Profesor Investigador en
la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Autor del
libro "El diálogo en descomposición"
DIRECCIÓN DE CONTACTO
enarnu94@hotmail.com; yesspaol.m.i@gmail.com; raulgarciar@gmail.com
FORMATO DE CITACIÓN
Arreola Núñez, Enrique; Paola Morales Ibarra,Yessica & García Rodríguez, Raúl Ernesto (2018).El arte
de conversar de Schulz von Thun: la condición política de la comunicación. Quaderns de Psicologia,
20(3), 271-283. http://dx.doi.org/10.5565/rev/qpsicologia.1470
HISTORIA EDITORIAL
Recibido: 27/07/2018
1ª Revisión: 17/08/2018
Aceptado: 24/08/2018
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