Aunque el refer�ndum de junio de 1946 puso fin a la Monarqu�a en Italia probablemente para siempre, los Saboya, su dinast�a hist�rica, se siguieron paseando durante d�cadas por todos los palacios del orbe con la consideraci�n que les daba entre las testas coronadas ser una de las m�s importantes familias reales del Viejo Continente. No en vano, la milenaria Casa de Saboya logr� reinar sobre la Italia unificada y, brevemente, tambi�n en Espa�a.
Pero ese estatus parece ya cosa del pasado. En los �ltimos grandes acontecimientos mon�rquicos, desde los funerales por Isabel II a la coronaci�n de su hijo Carlos III en Londres o la gran boda del pr�ncipe heredero de Jordania la semana pasada, no ha habido ni rastro de ning�n Saboya. Nada que ver con otros pares de dinast�as igualmente destronadas, como las de Grecia, Bulgaria, Serbia o Ruman�a, siempre con posiciones de privilegio en todas las citas globales del G�tha. La ca�da en desgracia de la familia real italiana es la l�gica consecuencia de las astracanadas sin fin que est�n protagonizando sus integrantes, m�s preocupados por ejercer como celebrities que por asumir la responsabilidad que conlleva ser custodios del legado din�stico.
El anuncio ahora de Filiberto de Saboya (50 a�os) de que, a la muerte de su padre, V�ctor Manuel (86), actual jefe de la Casa Real, renunciar� a sus derechos y abdicar� directamente en su hija mayor, Victoria (19), es la �ltima de esas bufonadas que llevan a que esta Monarqu�a sin trono haya dejado de poder ser tratada con seriedad. Para empezar, por la da�ina imagen de inconsistencia de Filiberto, quien desde hace d�cadas no ha dejado de abrazar la fama como concursante de programas en la televisi�n italiana como Bailando con las estrellas o poniendo su rostro para la promoci�n de una food truck de pasta fresca en Estados Unidos. Pero, sobre todo, porque a Victoria, una jovencita que gasta sus horas en ejercer como influencer en las redes, le pega m�s correrse juergas con nuestros Froilanes que atender rancios compromisos institucionales.
Los Saboya, con V�ctor Manuel y su mujer Marina Doria al frente, s� estuvieron en 2004 en Madrid en la boda de Don Felipe y Letizia. Los pu�etazos que el pr�ncipe asest� en Zarzuela a su primo Amadeo de Aosta, con quien se disputaba los derechos din�sticos, acabaron sentenciando al hijo del �ltimo monarca de Italia, Humberto II, quien apenas tuvo tiempo de estar en el trono un mes.
ESC�NDALOS
C�lebres son los esc�ndalos de V�ctor Manuel de Saboya. En los a�os 70 -cuando todav�a no pod�a pisar Italia-, su nombre ya apareci� vinculado con una red de tr�fico ilegal de armas. En la misma d�cada, se vio implicado en la muerte de un turista alem�n cuando sus respectivos yates coincidieron en C�rcega. Ya en 2006, el pr�ncipe dio con sus huesos en la c�rcel por una operaci�n contra la corrupci�n y la explotaci�n de prostitutas en Italia, aunque finalmente fue absuelto.
Como para que a la realeza europea no le resulte inc�modo fotografiarse con �l. En 2019, V�ctor Manuel hizo uso de su condici�n como pretendiente para cambiar las reglas sucesorias y abolir la ley s�lica para permitir as� que su nieta Victoria est� alg�n d�a al frente de la Casa. Y, de paso, claro, intentar impedir que la corona pase irremediablemente a los descendientes varones de los Saboya-Aosta, la l�nea rival. Para los mon�rquicos pata negra de Italia, la abolici�n fue una charlotada. Pero permite que Victoria pueda so�ar con ser alg�n d�a reina.
La joven, princesa de Carignano, que ha hecho sus pinitos como modelo, estudia Ciencias Pol�ticas e Historia del Arte en una Universidad londinense. Mal no le ir� formarse un poco. Su padre -casado con la actriz francesa Clotilde Courau- la describe como "sensible, inteligente y abierta" y "rocanrolera" (sic).
Entre pose y pose, s� se la ha visto en alg�n evento importante como el funeral por el Papa Benedicto XVI, donde coincidi� con la Reina Sof�a y Felipe y Matilde de B�lgica, a los que salud� protocolariamente. Quiz� no est� todo perdido para la dinast�a.
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