Juan Rulfo: un autor de pocas palabras | Bicaalú
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Juan Rulfo: un autor de pocas palabras

Juan Rulfo: un autor de pocas palabras
Guadalupe Gutiérrez

Guadalupe Gutiérrez

Inspiración

Aunque no fue un autor prolífico, Juan Rulfo es considerado uno de los máximos exponentes de la literatura mexicana. En su carrera literaria sólo publicó tres obras[1] y dos de ellas —la colección de cuentos El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955)— fueron más que suficientes para convertirlo en una leyenda viviente. A este hecho insólito se suma su personalidad enigmática y el aire de genialidad con que lo describieron sus contemporáneos.

“Mi padre murió cuando tenía yo seis años; mi madre, cuando tenía ocho. Cuando mis padres murieron yo sólo hacía puros ceros, puras bolitas en el cuaderno escolar, puros ceros escribía. Nací el 16 de mayo de 1917 en Sayula, pero me llevaron luego a San Gabriel. Yo soy hijo de Juan Nepomuceno Rulfo y de María Vizcaíno. Me llamo con muchos nombres: Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno…”. Esta es una de las respuestas que Elena Poniatowska logró arrancar de labios de Rulfo para su libro ¡Ay vida, no me mereces! en 1954, pues entrevistarlo no era tarea fácil. De esa conversación se desprende la anécdota de que el escritor tardó media hora antes de responder la primera pregunta.

Actos como ese no hacían más que sumar al aura de misticismo en torno a Juan Rulfo, cuyas formas Poniatowska describió acertadamente: “Siempre tuvo un aire de poseído, y a veces se percibía en él la modorra de los médiums: andaba a diario como sonámbulo cumpliendo de mala gana los menesteres vulgares de la vida despierta. Con el oído atento, dejaba pasar todos los ruidos del mundo, en espera de la palabra precisa que otra vez habría de ponerlo a escribir, como un telegrafista en espera de su clave”.

Portada de "Pedro Páramo", de Juan Rulfo

Los libros del escritor jalisciense trascendieron el tiempo y el espacio, pues junto a la obra de Elena Garro —otro baluarte de las letras mexicanas— se les considera un cimiento indiscutible del realismo mágico que inspiró a autores como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa e, incluso, a Gabriel García Márquez. Pero Rulfo humildemente consideraba que no había tenido influencia en el desarrollo narrativo del Nobel colombiano, pues en una entrevista comentó: “No creo que García Márquez esté influido por mí. García Márquez es otra cosa: es García Márquez, un gran novelista, un gran escritor, que también fue trabajando su obra escalón por escalón”.

A pesar de lo anterior, en el quincuagésimo aniversario de la publicación de El llano en llamas, el propio García Márquez desmintió a Rulfo, pues sobre la turbación que le causó leerlo por primera vez dijo: “El resto de aquel año no pude leer a ningún otro autor porque todos me parecían menores. […] El escrutinio a fondo de la obra de Rulfo me dio por fin el camino que buscaba para continuar mis libros y por eso me era imposible escribir sobre él sin que todo esto pareciera sobre mí mismo”.

Portada de "El llano en llamas", de Juan Rulfo

Pese a su humildad y poca producción literaria, abundan los estudios académicos en los que se reconoce la contribución de Rulfo, no sólo a las letras mexicanas y latinoamericanas, sino a la literatura mundial. Y es que, tras publicar sus dos primeros libros, Rulfo se sumió en lo que llegó a llamarse un “silencio literario” y dejó de publicar por décadas. Cuando le preguntaban sobre la falta de obras nuevas, el autor daba múltiples respuestas, algunas que incluso se contradecían: a veces respondía que no le daba la gana seguir escribiendo; otras, que las historias se las platicaba un tío que, como había fallecido, ya no le podía contar nada.

En otra ocasión, acotó secamente que “ya había dicho lo que tenía que decir”, una respuesta breve y contundente que condensa los ejercicios narrativos del autor, pues corregía y editaba sus textos una y otra vez hasta llegar a lo que consideraba esencial. Por poner un ejemplo, Pedro Páramo inicialmente contaba con 300 páginas; después de la drástica edición que le practicó el autor, sólo quedaron ciento veinte. Algunos biógrafos consideran que ese rasgo perfeccionista fue la razón real por la que no llegó a publicar más obras.

Respuestas cortas, silencios incómodos, una edición minuciosa y radical de su obra, y una revolucionaria innovación narrativa son características indispensables para comprender que, en la obra de Rulfo, lo que dijo y lo que no se dijo importan lo mismo, pues el silencio también forma parte de su historia…

Cierre artículo

[1] Entre 1956 y 1958, Rulfo escribió la novela corta El gallo de oro, pero ésta fue adaptada para el cine en 1964, por lo que rehusó publicarla como libro. Fue debido a la insistencia de sus amigos que salió al mercado en 1980, con muchos errores que fueron corregidos en una edición posterior. [N. del E.]

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