Una obra maestra de la arquitectura romana

El Panteón romano, un tesoro histórico erigido por el emperador Adriano

Entre los muchos vestigios de su glorioso pasado, roma conserva un edificio único: el panteón, que aun hoy fascina por su excelente estado de conservación y su espectacular cúpula, la mayor jamás construida hasta el siglo xx.

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Desde la fuente Dalla Porta, en la plaza de la Rotonda, se consigue una vista frontal de la fachada del Panteón y de la inscripción del arquitrabe que atribuye su primera construcción a Marco Agripa. Por la puerta de entrada se atisba el interior iluminado.

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En torno al año 27 a.C., Marco Vipsanio Agripa, yerno del emperador Augusto, emprendió una ambiciosa transformación urbanística del Campo de Marte, un espacio situado fuera de las murallas de Roma, donde se alzaban importantes edificios de épocas anteriores. Allí, en terrenos que eran de su propiedad y con su dinero, Agripa levantó la basílica de Neptuno, en agradecimiento al dios del mar por los triunfos navales que le había concedido. 

También construyó unas termas públicas, que fueron las primeras de la ciudad, y un gran estanque; todo abastecido por un nuevo acueducto, el Aqua Virgo, y completado con un largo conducto, el Euripo, que llevaba las aguas sobrantes hacia el río Tíber. Pero sobre todo el conjunto destacaba el Panteón, un templo monumental ubicado en un lugar de gran simbolismo para los romanos, ya que creían que allí había desaparecido Rómulo, el fundador de la ciudad y su primer rey, en medio de una gran tempestad, convirtiéndose acto seguido en un dios. 

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Siguiendo la tradición grecorromana, el edificio era de planta rectangular. Agripa quiso erigir una gran estatua de Augusto en su interior y dedicarlo al soberano, pero éste se negó por prudencia política; no debe olvidarse que Augusto había llegado al poder tras una cruenta guerra civil, y Julio César, su padre adoptivo, había sido asesinado por considerar que pretendía proclamarse rey. Dentro estarían los doce dioses del panteón romano, presididos por una estatua de César divinizado, acompañado por las imágenes de Venus y Marte. 

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Bañado por la luz que penetra en el interior a través del óculo o apertura que corona la cúpula, el Panteón de Roma se construyó por iniciativa del emperador Adriano y fue un templo dedicado a todos los dioses.

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El emperador sólo autorizó la erección de una estatua suya y otra de Agripa en sendos nichos situados en el pórtico del edificio. Bajo el frontón de la fachada principal, una inscripción latina con letras de bronce rezaba: «Marco Agripa, hijo de Lucio, cónsul por tercera vez, lo hizo». Cuando el emperador Adriano erigió un nuevo templo en este lugar, conservó aquel epígrafe, que aún puede leerse hoy en día, como homenaje a su constructor. 

La gran obra de Adriano

Aquel primer Panteón, que sólo conocemos por las excavaciones arqueológicas, sufrió considerables daños a causa del incendio del año 80 d.C.  y fue reconstruido por el emperador Domiciano. Más tarde, en el año 118, con motivo de la remodelación de este sector propugnada por el emperador Adriano, se derribó el antiguo templo de Agripa para dar paso al edificio que vemos hoy en día. Los arquitectos encargados del proyecto –posiblemente bajo la dirección de Apolodoro de Damasco– diseñaron una gran plaza rodeada de pórticos por tres de sus lados. 

Bust of Hadrian in the Musei Capitolini MC817

Bust of Hadrian in the Musei Capitolini MC817

Adriano erigió en Roma grandes monumentos, entre ellos su propio mausoleo (el actual castillo de Sant’ Angelo) a imagen del de Augusto. Busto del siglo II. Museo Capitolinos, Roma.

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Por entonces, la visión que el espectador tenía de la fachada era totalmente distinta a la actual, dado que el pavimento de la plaza estaba a un nivel más bajo que hoy en día y el pórtico del edificio se encontraba sobre un basamento o plataforma, de manera que para entrar en el recinto se tenía que subir por unos escalones dispuestos a ambos lados de la entrada. Desde el nivel de la plaza tampoco se veían la rotonda –el cuerpo cilíndrico del edificio– ni la cúpula. Por esta razón, alguien no advertido sólo percibía la fachada de un templo tradicional, sin sospechar el magnífico espectáculo que le aguardaba en el interior. 

Una vez dentro, el visitante quedaba impresionado por la grandiosidad del espacio.  Hoy, como hace casi dos mil años, la vista se alza instintivamente hacia lo alto para contemplar la espectacular cúpula semiesférica, que con un diámetro de 43,30 metros es la más grande jamás construida hasta el siglo XX. La cúpula se asienta sobre un formidable tambor, una base cilíndrica de seis metros de grosor que descansa sobre unos cimientos de hormigón romano (el llamado opus caementicium) de 4,5 metros de profundidad.

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Este formidable tambor se construyó en tres secciones o niveles, separados por cornisas y hechos con materiales más ligeros a medida que se asciende en altura: desde el hormigón con inclusiones de travertino y piedra caliza del primer nivel hasta el hormigón y ladrillo del arranque de la cúpula, que constituye el tercer nivel. A partir de aquí se disponen estratos de hormigón con fragmentos de caliza porosa, y, al final, hormigón con piedra pómez muy porosa, hasta el óculo o apertura de casi nueve metros (8,92 m, según estudios recientes) de diámetro que corona la cúpula. 

Aparte de usar materiales cada vez más porosos y de reducir el grosor de la cúpula a medida que ésta asciende en altura, para aligerar todavía más el peso de la cubierta se utilizó otra técnica: se adornó con cinco hileras de casetones, unos huecos cuadrangulares que permitieron reducir el espesor de la cúpula.

Una cúpula inmensa

Desde época romana, la enorme concavidad de la cúpula ha llamado la atención no sólo por su magnificencia, sino también por la incógnita de cómo pudieron los arquitectos romanos solucionar los numerosos problemas técnicos que conllevaba su construcción, interrogantes que aún no se han resuelto totalmente.

Speculum Romanae Magnificentiae  The Pantheon, broken away to show the interior MET

Speculum Romanae Magnificentiae The Pantheon, broken away to show the interior MET

El interior del Panteón. Sección longitudinal en un grabado anónimo de 1553, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.

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Los principales arquitectos del Renacimiento intentaron desvelar sus secretos, pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando los ingenieros, arquitectos y arqueólogos lograron profundizar en su estudio con análisis cada vez más pormenorizados. Uno de los últimos fue realizado en 2006 por Rabun Taylor, entonces profesor de la Universidad de Harvard, que propuso nuevas hipótesis de construcción. 

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La principal dificultad para los estudiosos se encuentra en descubrir cómo colocaron los romanos las cimbras, los elementos de madera sobre los cuales se vertía el hormigón hasta que fraguaba y la estructura se sostenía por sí sola. Según Taylor, las cimbras se construyeron en el interior del tambor y había 28, que se corresponderían con las 28 secciones curvas o meridianos en que se divide la cúpula. 

Las cimbras fueron elevadas mediante otras tantas grúas colocadas en la parte superior del tambor, la gran base circular de la cúpula; estas grandes grúas estaban aseguradas con largas cuerdas atadas a postes en el exterior del edificio. Así se creó una especie de cúpula de madera sobre la que se habría ido vertiendo el hormigón en fases sucesivas.

Lo que vemos dentro

En la sección o nivel inferior del tambor se abren diversos espacios que contuvieron las estatuas de los dioses del panteón romano. Sobre este primer nivel –y separado de él por una cornisa en mármol– se sitúa otro cuya ornamentación fue destruida en el siglo XVIII y sustituida por estucos que simulan ventanas, entre otros elementos. 

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La entrada al Panteón estaba guardada por dos monumentales puertas de bronce, de siete metros de altura. Las que pueden verse hoy en día datan del Renacimiento. Al parecer, las puertas originales estuvieron chapadas en oro.

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En el siglo XX, una restauración recuperó  parte del diseño original, con nichos cuadrangulares y frontones triangulares. Finalmente, otra cornisa de mármol blanco separa este segundo nivel del tercero, en el que comienzan los casetones. El pavimento, formado por grandes losas de mármol con cuadrados y círculos inscritos en ellos, fue restaurado en el siglo XIX respetando el diseño y los mármoles originales.

¿Simbolismo cósmico?

Más allá de la admiración que despierta la armonía de su espacio interior, o de los enigmas que plantea su construción, otro aspecto del Panteón que ha hecho correr ríos de tinta es su significado. Todo lo que se ha dicho al respecto deriva de un pasaje del historiador Dión Casio, quien, en su Historia romana, dijo que la planta circular y la cúpula del edificio «le recordaban a la bóveda celeste». 

Así, el mundo terrenal se correspondería con la mitad inferior del edificio, mientras que la esfera celeste se correspondería con la mitad superior, donde el óculo simbolizaría el Sol. Algunos investigadores rechazan esta afirmación, ya que creen que la perfección de la obra sólo responde a minuciosos cálculos matemáticos. 

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A lo largo del día la luz que entra por el óculo ilumina los diferentes nichos dedicados a los dioses, y el 21 de abril cae verticalmente en el centro del templo.

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En cambio, sí es muy posible que sea cierto lo que dice Dión Casio en otro apartado de su obra, donde afirma que el emperador «tramitaba con la ayuda del Senado todos los asuntos de gran importancia y los más urgentes, impartiendo justicia asistido por los hombres más notables, bien en palacio, bien en el Foro, en el Panteón o en otros lugares, siempre sentado en una tribuna, de manera que fuese público cuanto se hacía». 

Este pasaje cobra relevancia si se tiene en cuenta que la esfera sí podría representar el cosmos, según otros investigadores. Debe añadirse el papel del óculo cenital, por donde penetran los rayos del sol que –según las horas del día y las estaciones– van iluminando los nichos de la rotonda e inciden sobre el punto donde tal vez se colocase la tribuna imperial. Con ello, la figura de Adriano cobraría un gran valor simbólico como centro del Imperio y del universo.

Rudolf von Alt   Das Pantheon und die Piazza della Rotonda in Rom

Rudolf von Alt Das Pantheon und die Piazza della Rotonda in Rom

En este óleo realizado en 1835 por el pintor alemán Rudolf von Alt vemos el Panteón y la plaza ante él. Sorprende ver los dos campanarios que se alzan sobre la fachada del famoso templo, erigidos por el arquitecto Bernini en el siglo XVII por orden del papa Urbano VIII. Fueron bautizados por el pueblo como las «orejas de burro de Bernini» y al final fueron retirados en 1893

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El Panteón no fue el primer edificio que empleó la cúpula; antes ya se habían erigido obras similares, aunque de dimensiones menores, que aparecen hoy como ensayos de los arquitectos romanos, como por ejemplo el templo de Asclepio en Pérgamo, posiblemente propiciado por el propio Adriano. Pero desde entonces se multiplicaron en el mundo romano este tipo de edificios cerrados con cúpula.