JÓVENES MIGRANTES EN LA ESPAÑA VACÍADA | De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

Los dos jóvenes encuentran la "felicidad" en el pueblo zamorano, donde trabajan en explotaciones ganaderas y conviven con sus hospitalarios vecinos tras abandonar Costa de Marfil y Guinea y llegar a España a bordo de una patera

Ismael (izquierda) y Abou en una calle del pueblo zamorano en el que han iniciado una nueva vida.

Ismael (izquierda) y Abou en una calle del pueblo zamorano en el que han iniciado una nueva vida. / Ana Burrieza

Las vidas de Ismael Camara y Abou Diarra han discurrido paralelas por una larga travesía desde que decidieron abandonar África y, a bordo de una patera, llegaron a España, país en el que han encontrado un "hogar" gracias al trabajo encomiable de la asociación de voluntarios "Volviendo al campo" de Palencia y a la hospitalidad de Benegiles. Su amplia sonrisa delata la "felicidad" y la estabilidad que les aportan un puesto de trabajo, la vivienda que comparten y, sobre todo, el cariño que reciben de los vecinos del pequeño pueblo zamorano, que les han abierto la puerta de la esperanza.

Ismael nació en Guinea y, con tan solo 25 años, ha logrado sobrevivir a situaciones límite para cualquier ser humano, desde que en 2017 decidiera abandonar su país y emprender un camino repleto de obstáculos. Trabajó en Costa de Marfil, desde donde partió a Argelia y posteriormente llegó a Marruecos, país desde el que en patera recaló en Motril, aunque tuvo que ser rescatado en el mar por la organización Open Arms. En su recorrido, el siguiente destino fue Almería, desde donde se trasladó a Madrid, ciudad de la que recuerda con especial tristeza las noches en las que, para refugiarse del frío, tuvo que pernoctar en la Estación Sur.

En la capital de España, Ismael recibió ayuda de un vecino al que hoy considera su "hermano", pero decidió continuar su camino para llegar a Francia, país en el que esperaba iniciar una nueva vida porque habla francés a la perfección y el idioma ya no supondría una barrera para su integración. En un tren, sin billete, logró llegar a Irún, desde donde consiguió traspasar la frontera, pero en Bayona no pudo acceder a otro convoy para alcanzar su anhelado destino: París.

Ismael (izquierda) y Abou, en primer plano, junto a su vivienda en Benegiles.   | A. Burrieza

Ismael (izquierda) con el alcalde, su amigo Paco y el párroco de Benegiles. / Ana Burrieza

Por este motivo, regresó a España y su "hermano" de Madrid, le buscó la ayuda de la asociación "Volviendo al campo", que integró a Ismael en el programa de acogida que desarrolla en el municipio palentino de Amayuelas de Abajo, en el que cuenta con una casa con siete habitaciones y dos huertas para autoconsumo, al margen de un gallinero y un local para taller. Durante un año y ocho meses, Ismael convivió con otros migrantes, periodo en el que sufrió desde la distancia la muerte de su madre, hasta que en mayo de 2023 inició una nueva vida en Benegiles.

En Amayuelas de Abajo se reencontró con Abou, con quien había coincidido en algunas etapas de su larga travesía y con el que mantenía el contacto, lo que permitió que su "amigo" también se integrara en el programa de acogida de la asociación. Abou nació en Costa de Marfil hace 34 años y, desde que era un niño, su sueño era vivir en Europa. Para lograr su objetivo, atravesó el desierto, pasó un tiempo en Argelia, desde donde recaló en Marruecos y, tras pagar por un viaje en patera, desembarcó en Motril.

Desde la localidad granadina se trasladó a Guadix, Zaragoza e Irún, para recalar finalmente en Francia. Gracias a su relación con Ismael regresó a España para integrarse en el programa de la asociación "Volviendo al campo" en Amayuelas de Abajo, donde descubrió la esencia de un "pequeño pueblo". Su siguiente etapa fue Cigales, donde trabajó un tiempo y, finalmente, el pasado mes de noviembre recaló en Benegiles siguiendo la estela de su "amigo" Ismael.

De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

Ismael controla el ganado de la explotación en la que trabaja. / Ana Burrieza

Desde entonces, los dos jóvenes conviven en una casa que el Ayuntamiento acondicionó para su acogida, trabajan en explotaciones ganaderas de la localidad y se relacionan con unos vecinos que, cada día, demuestran abiertamente su hospitalidad. Manolo Fradejas, propietario de una ganadería familiar en Benegiles, ha jugado un papel clave en la llegada de ambos migrantes al pueblo. Desde hace "muchos años" mantiene una relación de estrecha amistad con Julián, uno de los voluntarios de "Volviendo al campo", quien le explicó que uno de los jóvenes acogidos, Ismael, quería trabajar en el sector del ovino.

El pasado 3 de mayo se cumplió un año desde que el joven comenzara a trabajar en Benegiles y, a pesar de las dificultades iniciales, poco a poco se ha ganado la confianza de Fradejas, quien le define como "un chico extraordinario y responsable", que ha aprendido a ordeñar, a cuidar al ganado y a hacer todas las tareas que precisa el mantenimiento de la explotación. Fradejas no esconde la dificultad de encontrar trabajadores para su ganadería de casi 600 ovejas tras una búsqueda infructuosa de dos años, por lo que contratar a Ismael ha supuesto un respiro, aunque también es consciente de que ha brindado al joven una oportunidad de labrarse el futuro por el que tanto ha luchado.

De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

Ismael con un cordero de la ganadería / Ana Burrieza

De hecho, subraya que, si así lo quiere Ismael, "puede quedarse muchos años" trabajando en la explotación. Otros vecinos como Paco Gómez y su mujer Dolores, están muy pendientes de los jóvenes a los que "miman" y cuidan. De hecho, Paco acompaña a Zamora a Ismael y Abou cada viernes, el día libre de su trabajo, para comprar ya que, como otros muchos pueblos, Benegiles carece de un comercio en el que poder adquirir productos de primera necesidad.

Para los dos jóvenes, Paco y Dolores, son un puntal de su nueva vida en un pueblo, en el que cuentan con otros amigos como Ciria o el párroco, Pedro Rosón, quien define la convivencia con ellos como "muy agradable y enriquecedora". Con una sonrisa, Rosón recuerda que a Ismael le conoció sentado en un banco cercano a su casa y, de esa primera conversación, han surgido encuentros más frecuentes que han derivado en una sólida relación de amistad y confianza. Para el párroco convivir con los dos jóvenes inmigrantes es una experiencia de la que ha aprendido que "no hay que poner muros", por lo que invita a "otros pueblos que se están cerrados por su vaciamiento" a que "abran las puertas a una cultura que no es como nos la pintan, no es agresiva".

De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

Ismael prepara la sala de ordeño de las ovejas / Ana Burrieza

Los dos jóvenes también han entablado amistad con el alcalde, Valeriano Martín, quien define la convivencia con ellos como "espectacular" porque, al margen de su dinamismo, "se han integrado muy bien" en el pueblo en el que ya se han empadronado. Para Martín, la llegada de Ismael y Abou también es una "bonita forma de repoblar los pueblos", ya que "ellos encuentran aquí su trabajo y su modo de vida" y los vecinos "les acogemos y les damos las gracias por venir". El alcalde comparte su pasión por el fútbol con Ismael, a quien le gasta bromas con el Real Madrid, el eterno rival del equipo del que son aficionados. "Ismael es muy futbolero y entiende de fútbol porque es del Barcelona", ironiza Martín.

A pesar de que han conseguido la estabilidad deseada en Benegiles, Ismael y Abou no renuncian a su cultura o a la celebración del Ramadán, aunque añoran compartir esta "fiesta" con sus familias, con las que mantienen contacto a través de WhatsApp y de videollamadas y con las que esperan reencontrarse este año, ya que tienen previsto viajar a África durante las vacaciones, después de tantos años alejados de sus orígenes.

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Abou e Ismael en la casa de Benegiles en la que conviven. / Ana Burrieza

Los dos jóvenes muestran una especial gratitud a la asociación "Volviendo al campo" que, como explicó uno de sus responsables, Enrique del Río, nació a partir de una "red de amigos" de la que forman parte 17 personas, todas voluntarias, que, además de contribuir a frenar el abandono creciente de los pueblos, trabajan y aportan donaciones para ayudar a inmigrantes y refugiados.

Desde 2013 hasta 2023 la asociación ha atendido a 71 personas, de las que 50 han adquirido una formación adaptada a la realidad laboral del medio rural, han regularizado sus "papeles" y han conseguido un contrato de trabajo, mientras que otros siguen en periodo de formación. El trabajo de la asociación se basa en acoger y formar a jóvenes, la inmensa mayoría inmigrantes, para que se integren en el medio rural, aunque también los acompañan en el proceso de su regularización administrativa y en la obtención del permiso de residencia y trabajo.

De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

Abou, un vecino e Ismael se saludan en el pueblo zamorano. / Ana Burrieza

Para conseguir sus metas, la formación que imparte en el marco del programa de acogida es eminentemente práctica, para lo que cuenta con una finca ganadera y huertos, aunque también se encarga de gestionar la convivencia y de que los jóvenes participen en la vida de los pueblos. Del mismo modo, presta una especial atención a la salud de los jóvenes acogidos. Al margen de sus voluntarios, la asociación cuenta con el apoyo de una "red de personas amigas" que colaboran solidariamente con el proceso.

El 25% de su presupuesto procede de la Administración Pública, gracias a la intermediación de la asociación Horuelo que también acoge a personas inmigrantes, mientras que el 75% lo obtiene de la solidaridad directa de los voluntarios y de otras personas y colectivos, que son conscientes del grave problema de exclusión de los jóvenes a los que presta ayuda. Sin duda, Ismael y Abou nunca olvidarán la ayuda de "Volviendo al campo" y desde la tranquilidad que han encontrado en Benegiles ya piensan en su futuro y en prepararse para obtener el carné de conducir.

De África a Benegiles: el viaje de la esperanza para Ismael y Abou

Abou, junto a la vivienda que comparte con su amigo en Benegiles. / Ana Burrieza

De hecho, Abou, al que le apasiona la moda porque en su país trabajó cosiendo ropa, tiene claro que con su actual trabajo en una explotación quiere ahorrar para, en un futuro, convertirse en chófer porque le encanta viajar y le gustaría dedicarse al transporte en rutas internacionales. Ismael tiene en mente montar una ganadería con ovejas y gallinas en su país, una vez ahorre dinero y adquiera la experiencia necesaria para dirigir su propia explotación. El destino ha unido a Ismael y a Abou en Benegiles, un pueblo hospitalario en el que sus vecinos se han volcado para que sientan el cariño y la cercanía de una "familia" a la que tuvieron que renunciar para iniciar una nueva vida.

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