Costa Rica y Churchill: 75 Años, Misma Advertencia | by Johnny Vega | Medium

Costa Rica y Churchill: 75 Años, Misma Advertencia

Johnny Vega
4 min readNov 15, 2020

Este libro, “Memoirs of the Second World War” es un compendio de los seis volúmenes de “The Second World War” escrito por Winston Churchill, la historia desde el fin de la Primera Guerra Mundial al fin de la Segunda en 1945.

Nunca en la historia en una sola persona se combinó de tal manera el carácter, liderazgo político, percepción militar y elocuencia como en Sir Winston Leonard Spencer Churchill.

Lo compré en The Bookshop en los bajos del Hotel Costa Rica el 24 de febrero de 1985, me costó ¢ 950.

Lo leí hace 35 años y, con lo maravillosa que es la mente, estos meses de tanto que hemos vivido activaron un registro almacenado e indexado en alguna neurona de mi cerebro que asociaba este libro con este presente.

Pocos saben que Churchill ganó el Premio Nobel de Literatura en 1953 por su descripción biográfica de esos eventos y su oratoria defendiendo los valores humanos.

Tiene la distinción de haber sido la única persona que vivió las dos Guerras Mundiales ejerciendo cargos de alto rango y por lo tanto con un acceso privilegiado a información que le permitió escribir esta obra maestra.

Así que mi reflexión no es sobre su obra, es algo monumental, mi mejor recomendación es leerla, Churchill escribe espectacularmente, como un amigo contando una historia.

Mi reflexión es sobre lo que sucedió entre 1919 y 1935: Un día el presidente Franklin D. Roosevelt preguntó a Churchill como deberían llamar la guerra que iniciaba, su respuesta, que repitió sin cesar durante muchos años, fue “the Unnecessary War”

El pueblo alemán luego de perder la Primera Guerra Mundial fue sometido a una serie de condiciones y restricciones, especialmente en el campo militar.

Durante años, con el genio diabólico de Hitler y la complicidad de una ola de pacifismo y sobre todo populismo de los políticos en Europa, especialmente en Inglaterra y Francia, que a cambio de votos no quisieron contradecir con la realidad a sus electores, Alemania poco a poco se fue rearmando.

Dentro de las restricciones Alemania no podía tener tropas en más de una fracción de las de los aliados, no podía instaurar el servicio militar, no podía fabricar buques de cierto tamaño ni cantidad, no podía fabricar armamento, no podía fabricar aviones.

Increíblemente los aliados ante flagrantes violaciones no utilizaron los mecanismos que les hubiera permitido pararlos y, por el contrario, se pasó de las restricciones a conceptos “de paridad” tanto en tropas como en armamento, a autorización de reclutamiento, de fabricación de navíos de guerra, submarinos, u-boats y aviones, los cuales desde 1922 los alemanes habían secretamente definido sería el diferenciador para la próxima guerra.

Churchill una y otra vez advirtió sobre la creciente amenaza nazi y predijo que en algún punto entre 1935 y 1936 el ejercito alemán ya sería superior a los aliados, especialmente en tropas y fuerza aérea.

Las solicitudes para fortalecer la fuerza aérea británica fueron rechazadas en el parlamento por políticos y partidos que no querían perder votos de un electorado cansado de guerra, pero que no entendía la amenaza que se le venía encima.

Ya con suficiente armamento Hitler no disfrazó más sus intenciones y abiertamente anunciaba medidas de mayor militarización dejando atrás la paridad, los acuerdos firmados y desafiando a los aliados.

Cuando los políticos finalmente realizaron lo que estaba sucediendo ya era muy tarde y aunque finalmente tomaron acción el resto es historia: se estima que entre 40 y 75 millones de personas murieron, soldados y civiles, ejecuciones políticas y raciales, hambruna y enfermedad, millones sin hogar, la mayor parte de Europa, Asia y partes de Africa en ruinas, la infraestructura industrial y la economía destruídas.

Churchill siempre tuvo razón. Estimó que en una gran cantidad de ocasiones con una pequeña acción de parte de Inglaterra, Francia, Estados Unidos o la Liga de las Naciones, se pudo haber evitado totalmente la guerra, cada vez que los alemanes violaban Tratado de Versalles.

Viajando 75 años en el futuro, en otro continente y en un país sin ejército, no puedo dejar de pensar en todas las advertencias que el Presidente ha recibido, una y otra vez, especialmente en los últimos 9 meses.

No puedo dejar de pensar en todas las propuestas de medidas que una y otra vez ha recibido de profesionales especialistas en economía, cámaras empresariales, gremios, ciudadanos y de la OECD para empezar a resolver la situación que vivimos.

A pesar del grave panorama, el Presidente y el Gobierno no han reaccionado, han convertido el diálogo en un fin en si mismo, sin alma y sin propósito real de solucionar los problemas.

Gracias a Dios no tenemos el horror de una guerra, pero las consecuencias inmediatas y futuras son muy graves si no se enfrentan los problemas que tenemos antes nuestros ojos ni se toman ya acciones concretas para resolverlos.

Finalmente me hizo click ese registro en mi cerebro: como en la Segunda Guerra Mundial, “la Guerra Innecesaria”, podemos sufrir una “Crisis Innecesaria” que se podría evitar si tan solo el Presidente y su Gobierno escucharan las advertencias que reciben, las soluciones que se les proponen y tomaran las medidas que el momento demanda, sin populismo ni cálculo político electoral.

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Johnny Vega