30 años del inicio de la Guerra Civil en Sierra Leona: Diamantes y Sangre | Tierra Adentro
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Ilustración por Axel Rangel

El presente año marca tres décadas del inicio de la Guerra Civil en Sierra Leona, un conflicto que no sería el único característico del convulso fin de la Guerra Fría (1945-1991), sino que marcaría el inicio de un grupo de conflictos de baja intensidad que hoy experimenta el mundo y que atraen la atención de numerosos actores internacionales en la búsqueda por el poder, la influencia y el control internacional. Por lo tanto, en este texto expondremos las causas, consecuencias y actualidad que imprimió aquel conflicto en el país y en la región del continente. Sin embargo, es preciso establecer un breve recuento de la situación de aquel país antes del conflicto, ello para entender mejor las causas y consecuencias del mismo.

 

Sierra Leona, Liberia y Gran Bretaña: triada antiesclavista

Durante la segunda mitad del S. XIX, Liberia ya era un país independiente, reconocido y apoyado por Estados Unidos desde 1862 y cuyo principal activo social consistía en población local pero también por esclavos liberados y “repatriados” al continente de origen. Mientras tanto, Sierra Leona (como muchos países del continente) empezó como un asentamiento colonial a favor del esclavismo administrado por Gran Bretaña, pero, al ser aprobada la ley anti-esclavista de 1807, aquella potencia europea se dedicó a debilitar el comercio humano en el Atlántico y a fomentar la repatriación de esclavos liberados al territorio1. Paradójicamente, en este mismo periodo, originado de la Conferencia de Berlín2 (1884-1885), Sierra Leona pasó a ser un protectorado del Imperio Británico desde 1896 hasta 1961, con una autonomía institucional más flexible que las colonias que le permitiría desarrollar estructuras de gobierno que darían origen —al fin del dominio colonial británico— al país como una República Parlamentaria.

 

Democracia y Dictadura (1961-1991)

Entre 1961 y 1968, el país disfrutaría de ciclos electorales libres disputados por los 2 partidos políticos principales, el Partido Popular de Sierra Leona (SLPP) y el Congreso de Todos los Pueblos (APC), triunfando el primero durante este periodo con las administraciones de Milton y Albert Margai (1958-1968). Todo indicaba que esta nación sería el ejemplo de la Democracia en el continente, y así lo fue hasta 1967, pues derivado de la elección de dicho año en la que el SLPP perdió la mayoría parlamentaria frente al APC y ante la negativa del gobierno a conceder la derrota, disturbios sucedidos por dos golpes de Estado en 1967 y 1968 descarrilarían el proceso de construcción estatal promisorio en Sierra Leona.

Luego del derrocamiento del gobierno de Albert Margai, Siaka Stevens (1968-1985), líder del APC daría un golpe de timón al gobierno nacional, estableciendo primero en 1971 un gobierno presidencial y en 1978 estableciendo del dominio político unipartidista del APC (similar a otros regímenes del continente y fuera de él característicos de la época). Esta administración se caracterizaría (como muchas otras del continente) por expoliar los recursos naturales del país a favor del líder político y su élite administrativa y militar, ello a expensas del empobrecimiento general de la población y su degradación en niveles de vida. Lo anterior sería más que evidente al final de la administración de Stevens, pues el país se encontraba en los últimos lugares de pobreza y desarrollo humano frente a las riquezas naturales (diamantes, bauxita, hierro etc.).

Joseph Momoh (1985-1992) sería el último presidente de Sierra Leona como gobierno unipartidista al ser designado como sucesor por el propio Stevens. Su administración sería incapaz de resolver el problema del declive económico y social, no obstante, gracias a la presión de Estados Unidos, Reino Unido, el FMI y una oleada democratizadora mundial posterior al fin de la Guerra Fría, traerían no sólo a Sierra Leona a abrir su sistema político hacia una verdadera participación multipartidista, sino regímenes cerrados en el bloque socialista, dictaduras latinoamericanas y el propio sistema de partidos en México se verían en la necesidad de reformarse o perecer en la desintegración, como sería el caso de la URSS y Yugoslavia entre otros. Desgraciadamente, para ese tiempo Liberia se encontraba inmersa en su 1er Guerra Civil (1989-1997) y ello no tardaría en desbordarse más allá de sus fronteras hacia territorio sierraleonés.

 

Guerra Civil Binacional (1991-2003)

Con el conflicto de Liberia previamente iniciado (1989-1997), e incluido en ello una participación de fuerzas de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS) basada en Sierra Leona, el líder principal de la insurrección en aquel país, Charles Taylor, decidió extender el conflicto hacia el país vecino para debilitar el apoyo que aquella comunidad le brindaba al gobierno liberiano en turno. Esto por medio de la creación de grupos de resistencia y lucha contra el gobierno de Momoh como el Frente Unido Revolucionario (RUF) liderado por Foday Sankoh y que previamente habían sido entrenados en Ghana y Libia (liderados por gobiernos militares hasta principios del S. XXI).

Con Sankoh presionando desde el este del territorio y en una situación cada vez más precaria en términos económicos, el gobierno de Momoh sucumbió el 29 de abril de 1992 frente a un Golpe de Estado organizado por el capitán Valentine Strasser, éste último se encargaría de establecer un Consejo Nacional Provisional de Gobierno (NPRC) que duraría hasta 1995, mientras tanto, el ejército no podía hacerle frente a los ataques del RUF, un nuevo movimiento hacia extensivo el conflicto con la creación de la guerrilla Kamajor que pretendía hacer frente a los abusos de los grupos insurrectos como del propio ejército nacional.

Para 1995 la sociedad demandó al gobierno la reinstauración del gobierno civil y constitucional en el país, Strasser cayó y fue reemplazado por su subalterno, Julius Maada Bio (actual presidente), quien se encargaría en 1996 de restablecer el orden administrativo y político por medio de nuevas elecciones en un clima de inestabilidad interna y con una Guerra Civil que se haría más cruenta a partir de aquel año.

Ajmed Tekhan Kabbah (1996-2007) resultaría electo gracias a la nominación del SLPP quien una vez más regresaba al poder luego de 43 años de ausencia política y una breve interrupción de su mandato por la toma de la capital nacional, Freetown entre marzo de 1997 y mayo de 1998 por medio del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas (AFRC), una rama derivada del RUF.

Después de aquel evento, el conflicto se derramó hacia las provincias fuera de la capital (Norte y Este del país) pero con una crueldad y muertes civiles incrementada que atraería la atención internacional por parte de la ONU, ECOWAS y la administración británica de Tony Blair (1997-2007). Adicional a aquellos horridos resultados, dos fenómenos paralelos atrajeron el interés de la opinión pública mundial y la academia: uno fue el papel que desempeñaron en el conflicto los “diamantes de sangre” (extraídos en zonas de guerra) para financiar las campañas insurgentes en Sierra Leona, Liberia, Guinea, Costa de Marfil etc. Y otro, fue el triste papel de los jóvenes (niños soldado) en los crueles casos de combate, violaciones, saqueos, canibalismo y otros abusos perpetrados contra la población civil.

Ante un poco profesional ejército nacional, el gobierno de Kabbah decidió apoyar a las guerrillas Kamajor para hacer frente al RUF y sus aliados con el apoyo de las tropas de la ECOWAS, aunque el conflicto no tenía visos de terminar pues el RUF y Charles Taylor (inmerso en la Segunda Guerra Civil de Liberia de 1999 a 2003) se retiraron hacia el este del territorio para controlar la explotación de diamantes a su favor.

Ante el eventual estancamiento del conflicto y posterior a una brutal ofensiva a inicios de 1999 por parte del RUF, el Gobierno central entabló una negociación con los rebeldes ofreciendo amnistía y participación política paritaria, cristalizado aquello por medio de la firma de los Acuerdos de Lomé en julio del mismo año. Sin embargo, diversos grupos rebeldes se negarían a entregar las armas y reincorporarse a la vida civil, pues la actividad de saqueo y asesinato se había vuelto altamente redituable junto con la explotación ilegal de diamantes.

Aunado a ello, se creó una Misión Especial de Mantenimiento de la Paz por parte de Naciones Unidas para hacer cumplir dichos acuerdos llegando a ser en su momento la misión más grande (6,000 tropas de 28 países) para asegurar la resolución de un conflicto por parte de la ONU. Pero, no sería sino hasta la intervención militar seria de una potencia media como Reino Unido que la balanza se inclinaría finalmente a favor del gobierno legítimo con una fuerza adicional de 1,200 tropas profesionales apoyadas por vía marítima y aérea.

Lo anterior aceleraría el proceso de debilitamiento de todos los movimientos insurgentes en el territorio, especialmente el RUF y junto a la operación de la ONU para monitorear el desarme y la desmovilización de todas las tropas irregulares en 2002 el presidente Kabbah declaraba el conflicto como terminado. A ello le seguiría de igual forma Liberia, pues en 2003 y gracias a la actuación multilateral conjunta de la ONU, la ECOWAS, Estados Unidos y Reino Unido, se derrocaba al líder rebelde Charles Taylor y la Guerra Civil binacional terminaba formalmente.

 

Después de la pólvora

Tanto en el caso de Sierra Leona como el de Liberia, las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU siguieron presentes para asegurar el cumplimiento de los acuerdos alcanzados entre los gobiernos y los rebeldes desmovilizados, también se estableció (como en el caso de Ruanda y Yugoslavia) Tribunales especiales Internacionales para juzgar los crímenes de guerra cometidos en ambos terrenos, excluyendo en ellos la pena de muerte pero asegurando sentencias en prisión de 15 a 50 años. Esto probó no solamente tener resultados punitivos (el expresidente de Liberia, Charles Taylor fue condenado a 50 años de prisión), sino también de rehabilitación hacia toda la población participante en el conflicto para generar conciencia de las atrocidades cometidas y esperar su no proliferación en el futuro. Lo último también fue posible gracias al establecimiento de una comisión para la verdad y la reconciliación que comenzó a tener audiencias en abril de 2003.

Desafortunadamente, los estragos de golpes militares, guerras civiles y administraciones extractivas en Sierra Leona y Liberia,  las han llevado en la actualidad a ocupar los últimos lugares de desarrollo humano mundial (175 y 182 de 189 países) y de poder adquisitivo (174 y 180 de 186 países) a pesar de los esfuerzos regionales e internacionales para mejorar y corregir su rumbo.

Para concluir, si bien Sierra Leona comenzó como un punto promisorio en el continente para el desarrollo de un régimen democrático exitoso post-colonial, los efectos que sus antiguos administradores imprimieron en la poca o nula institucionalización estatal previa a su independencia los marcó para constituirse en su mayoría en regímenes autocráticos militares que se sucedieron unos a otros a través de golpes de Estado, Guerras Civiles o actualmente conflictos híbridos que al menos en el caso de África, pocos o ningún resultado positivo ha emanado de ello. Sin embargo, el caso de las misiones de la ONU representan esfuerzos serios y coordinados de la sociedad internacional para resolver problemas ante situaciones apremiantes generadas a partir del desorden mundial post-Guerra Fría.

Fuentes

Magbaily Cecile, Historical dictionary of Sierra Leone, Scarecrow Press, EEUU, 2006.

Mitton Kieran, Rebels in a Rotten State: Understanding Atrocity in the Sierra Leone Civil War, Oxford University Press, EEUU, 2015.

Harris David, Sierra Leone: A Political History, Oxford University Press, EEUU, 2014

  1. Esto es muy interesante, pues tanto Liberia como Sierra Leona establecerían estructuras político sociales particulares en el continente, ya que la herencia multiétnica derivada de la repatriación de esclavos generaría interacciones tribales especiales en el desarrollo y los conflictos posteriores de ambos países.
  2. En la cual las potencias coloniales de la época definieron sus áreas de influencia por medio de colonias y protectorados en todo el continente, especialmente Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal, Bélgica e Italia. Con la gran excepción de los territorios de Liberia y Etiopía.