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Dirección: Cameron Crowe
Reparto: Tom Cruise, Penélope Cruz, Cameron Diaz, Jason Lee, Kurt Russell, Timothy Spall, Tilda Swinton, Alicia Witt
Título en V.O: Vanilla Sky
Nacionalidad: USA Año: 2001 Fecha de estreno: 01-02-2002 Duración: 130 Género: Thriller Color o en B/N: Color Guión: Cameron Crowe Fotografía: John Toll Música: Nancy Wilson
Sinopsis: El magnate neoyorquino de la edición David Aames (Tom Cruise) lo tiene todo: riqueza, carisma, belleza, una novia con el rostro y el cuerpazo de Julie Gianni (Cameron Diaz) y hasta un óleo de Monet con un cielo de un color vainilla muy especial. Inesperadamente, conoce a una madrileña llamada Sofía Serrano (Penélope Cruz). Los celos de su prometida provocan una venganza, un terrible accidente y una desfiguración...

Crítica

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¿Qué ocurrió cuando Gus Van Sant decidió rehacer, en color y con actores distintos, el Psicosis de Hitchcock? Que demostró que el orden de los factores altera el producto, que un remake puede convertirse en un sofisticado y erróneo ejercicio de estilo posmoderno y que hay tareas que, por inútiles, no vale la pena emprender. A Vanilla Sky le pasa tres cuartos de lo mismo, y solo resulta interesante pensar en ella si intentamos imaginar lo que hubieran escrito unos estupefactos Edgar Morin y André Bazin después de verla. Parece como si Crowe no hubiera querido variar ni una sola coma del endeble original dirigido por Amenábar para evidenciar las cargas de sentido y las dobles lecturas que experimenta la película al sustituir a Eduardo Noriega por Tom Cruise en el papel protagonista. En efecto, el argumento de Vanilla Sky es un perfecto correlato a la vida de Cruise-estrella-personaje y a su valor decisivo en la producción de este proyecto de encargo que Crowe se limita a sonorizar con una curiosa colección de canciones (pienso en un uso especialmente demencial del Good Vibrations de los Beach Boys) y a rodar con más desgana que inspiración. Así las cosas, Vanilla Sky puede interpretarse como una de las autobiografías posibles de un actor-Dios que, a lo largo de su ya dilatada carrera, ha construído su propia ficción (ha escogido los directores con los que quería trabajar, ha diseñado sus matrimonios y romances con escuadra y cartabón) sin rendir cuentas más que a sí mismo. En un dilatadísimo y grotesco clímax final, Crowe se atreve a sugerir que la vida de una estrella, proyección de nuestros deseos menos confesables, es fruto de la reconstrucción de un puzzle de retazos de la cultura pop ¿la portada de un disco de Bob Dylan, un plano de Jeanne Moreau en Jules y Jim¿, modelos estéticos y de comportamiento de una generación que ha forjado su personalidad observándose en el espejo de los demás. Más allá de estas interpretaciones vagamente semióticas, y ateniéndose a los hechos, Vanilla Sky es una película tan trivial como delirante, y no mejora ninguna de las propuestas del original de Amenábar. Tal vez se demora algo más en la parte romántica y en la explicación final del asunto, pero sigue acusando la fragilidad dramática de Abre los ojos. Si a eso le añadimos un elenco de actores que parecen más desorientados que un astronauta en la corte del Rey Arturo ¿Cameron Diaz se salva levemente de la quema¿, tendremos como resultado un onanista vehículo de lucimiento de una estrella que disfruta haciendo terapia ¿recordemos su personaje en Eyes Wide Shut¿ mientras hace cine.>>Para cruisófilos adictos a los ejercicios de estilo.>>Lo mejor: que esconde una lectura posmoderna que hará las delicias de Umberto Eco y sus discípulos. >>Lo peor: las escasísimas variaciones respecto al original.