Winona Ryder: las mejores fotos de la eterna adolescente
Celebramos el 51 cumpleaños de Winona Ryder recordando su pasado glorioso en el cine, su exitoso renacer en pantalla pequeña y sus confesiones sobre salud mental
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Cuando Winona Ryder, juguete roto y leyenda, con esa actitud rebelde y el espíritu desencantado era el máximo exponente de la generación X, hablar de salud mental era casi un tabú. Corrían los años 90 y ella era la estrella de Hollywood que todas queríamos ser y ellos, poseer. Pero fue cambiar de siglo y la vida se le vino abajo. Amores tormentosos, fiestas hasta el amanecer y travesuras de niña rica como robar prendas de alta gama en unos grandes almacenes de Beverly Hills acabaron con su buena racha. Ahora que cumple 51 años, Winona es el ejemplo de “lo que no mata, te hace más fuerte”. Porque, junto al renacer de su carrera como protagonista de Stranger Things, la serie ochentena que nos tiene locos –aquí todo lo que sabemos de la quinta temporada de Stranger Things–, la actriz ha digerido con inteligencia su pasado más oscuro y ahora habla sin tapujos del dolor que le supuso esa vida de éxito que un día se le atragantó. “Esa Inocencia interrumpida –película de 1999 en la que encarnó a una joven con trastorno de personalidad, junto a Angelina Jolie–, era mi vida real. ¿Me estoy tratando a mí misma como hace la chica a la que interpreto? Esto es lo que me estaba haciendo por dentro porque simplemente no me estaba cuidando”, confesó hace unos meses a Harper's Bazaar, donde agradecía de paso los servicios de una maravillosa terapeuta que le aconsejó ser más indulgente con la joven que fue. ¡Felicidades entonces por partida doble, querida Winona! Aquí nuestro regalo en forma de galería con las mejores fotos de juventud que demuestran que apenas has cambiado porque eres la eterna adolescente de la que seguimos enamorados.
Winona Laura Horowitz (Olmsted County, Minnesota, 29 de octubre de 1971) nació en el seno de una familia apegada a los libros, al cine, a la música y al arte en general porque sus padres eran escritores y editores de espíritu bohemio que llegaron a regentar durante unos años una tienda de libros antiguos. Cuando la actriz cumplió los siete, se trasladó a vivir con su familia a una comuna hippie llamada Rainbow cerca de California y allí creció libre y sin normas junto a otras siete familias. La aventura setentera llegó a su fin a principios de los 80, cuando se mudaron a Petaluma y matricularon en el colegio a la pequeña Winona. Dicen que por su aspecto andrógino –pelo corto y cara de muñeca– unos compañeros la confundieron con un adolescente afeminado y descargaron sobre ella su asquerosa homofobia llegando incluso a la agresión. Por eso dejó el colegio y siguió con sus estudios desde casa, hasta que en 1983 volvió a las aulas pero esta vez a las de teatro en el American Conservatory Theater de San Francisco. Tenía 12 años, su libro favorito era El guardián entre el centeno de Salinger y el cine clásico en blanco y negro era su favorito porque su madre lo proyectaba en casa en una sábana contra la pared.
Se estrenó en el cine en 1986 con una dramedia de amor adolescente titulada Lucas. Nada reseñable, la verdad, pero le sirvió para que el curioso de Tim Burton la fichara para interpretar a esa taciturna chica gótica de Bitelchús (aquí las 30 mejores películas de fantasía de todos los tiempos). La peli, una comedia de terror con alma de cómic, fue un éxito y ella estaba sencillamente perfecta en un papel que ya auguraba una carrera (y una vida) de eterna rebelde a veces con causa. Después llegaron otros títulos como Heathers (1989), junto a Christian Slater –imposible que no se enamoraran en la vida real siendo ambos jóvenes, guapos y con éxito–; Gran bola de fuego con Dennis Quaid, Sirenas con Cher y Christina Ricci (1990) y ese mismo la película que marcó su vida: la mágica, extraña y conmovedora Eduardo Manostijeras, sin duda una de las mejores películas de los 90, otra vez a las órdenes de Tim Burton, en la que conoció a uno de sus grandes amores: Johnny Depp. Había tanta química entre ellos que a nadie le extrañó que sus sentimientos atravesaran la pantalla. Tampoco que a los cuatro años su relación acabara como el rosario de la aurora y Winona tardara lo suyo en recuperarse. La propia actriz recuerda aquella época con una de las más desgraciadas de su vida, pero también con cariño. Le pilló rodando La edad de la inocencia (1993), drama de época dirigido por Scorsese, junto a Michelle Pfeiffer y Daniel Day-Lewis.
Su interpretación de la dulce May Welland le valió el Globo de Oro a mejor secundaria y su primera nominación al Oscar. Pasado el trago –del desamor, digo–, contó que Pfeiffer fue entonces un gran apoyo que le decía: “Tranquila, también esto pasará”.En 1994 fue por segunda vez candidata al Oscar por Mujercitas, pero tampoco se lo llevó. Winona nunca se volvió loca por atesorar premios –prefiere coleccionar buenos momentos–, y más teniendo a esas alturas el respeto de la crítica y la industria, además de la devoción del público, con títulos que son historia del cine: Drácula de Bram Stoker (1992), junto a Keanu Reeves y Gary Oldman; La casa de los espíritus (1993), con Glenn Close y Jeremy Irons, o Reality bites (1994), con Ethan Hawke y Ben Stiller, dirigidos por este último, que fue santo y seña de la generación x. En los años 2000 su estrella perdió luz y trabajó en títulos que es mejor no recordar. Algún papelito secundario hizo en Cisne negro, Alien: Resurrección y Star Trek de J.J. Abrams. Y después resurgió como el Ave Fénix de sus cenizas con Stranger Things (2016), la serie que nos la ha traído de vuelta a lo grande y sin retorno y que pronto arrancará el rodaje de su quinta temporada. No te la pierdas tampoco en sus otras series Show me a Hero (2015) y La conjura contra América (2020), dos joyitas de HBO Max –aquí las 70 mejores series de HBO Max– que si no has visto, apúntalas ya. Porque siempre es un gustazo ver su carita de porcelana con ojos de haberlo vivido todo y por la que vas a ver que los años no pasan.
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