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A subasta la tiara de Anglesey, la joya del pol�mico marqu�s Henry Cyril Paget

Henry Cyril Paget, quinto marqu�s de Anglesey.

El centenar de diamantes que colocados en fila india forman la tiara de Anglesey pueden convertirse tambi�n en un collar. Pero lo que les da valor no es el multiuso ni la pureza de las gemas, sino su historia mientras era propiedad del quinto marqu�s de Anglesey, Henry Cyril Paget (1875-1905), la oveja negra de un linaje de impecable pedigr� gal�s que compr� esta suntuosa pieza datada en 1890.

La corona luc�a en la cabeza de la sexta marquesa en la coronaci�n del rey Jorge VI en 1937 y fue inmortalizada por el fot�grafo Cecil Beaton. El pr�ximo 5 de marzo la diadema se presentar� en la prestigiosa feria de arte TEFAF de Maastricht (Holanda) para ser adjudicada al mejor postor. Y si no alcanza la cifra deseada, la joya regresar� a Londres en busca de compradores.

Guy Burton, a la cabeza de la joyer�a familiar Hancocks, fundada hace 170 a�os en el elegante barrio de Mayfair de Londres, est� contento porque, "piezas con el historial que tiene esta no salen al mercado con frecuencia, hay muy pocas que re�nan este bagaje hist�rico y esta calidad". Los joyeros la adquirieron el pasado noviembre al octavo marqu�s de Anglesey por un precio que mantienen en secreto. Sin embargo, recuerdan que las �ltimas tiaras parecidas que han salido al mercado han logrado el medio mill�n de euros.

La joyer�a londinense Hancocks ofrece al mejor postor la tiara de Anglesey, estimada en medio mill�n de euros.
La joyer�a londinense Hancocks ofrece al mejor postor la tiara de Anglesey, estimada en medio mill�n de euros.

La vida es teatro

Henry Cyril Paget hered� en 1898 a los 23 a�os la hacienda y los bienes de su padre, incluida la industria minera, que le generaban al a�o unos ingresos de unos 15 millones de euros de hoy. Paget convirti� la capilla de la finca Plass Newydd en un teatro con 150 butacas y se dedic� al mundo de las bambalinas y el hedonismo en el norte de Gales. No escatimaba en adornos, sedas ni terciopelos para el vestuario o la escenograf�a de Aladino, Enrique VIII o Butterfly Dance, lo que le vali� el apodo del marqu�s bailar�n. Tampoco se cortaba en traer actores famosos desde Londres o llevar sus producciones de gira. Acompa�aba los estrenos teatrales de fiestas en las que el n�mero de invitados superaba con creces al que pasaba por taquilla. Henry ten�a debilidad por las alhajas. Cuentan que cubri� de joyas el cuerpo desnudo de su prima y esposa, Lily, antes de divorciarse porque el matrimonio no se hab�a consumado. La vida rimbombante le pas� factura al ser declarado en bancarrota en 1904 habiendo acumulado unas deudas que, a valor de hoy, ascend�an a 65 millones de euros.

Los bienes del marqu�s fueron incautados y subastados en una especie de hoguera de las vanidades. Un total de 17.000 lotes con la mayor colecci�n del mundo de bastones con asa incrustada de pedrer�a, su armario (que caus� sensaci�n) y hasta hubo pujas para comprar animales. Todo registrado en ocho cat�logos y 40 d�as de pujas. Salv� la tiara y la hacienda, que hered� su primo el sexto marqu�s, quien llev� las riendas del marquesado por la senda del conservadurismo aristocr�tico. Hasta hoy, que las estrecheces econ�micas le fuerzan a sacrificar la tiara de los antepasados.

Una vida de excesos

Henry Cyril Paget (1875-1905) naci� en Par�s con pol�mica sobre su paternidad biol�gica puesto que su madre manten�a relaciones fuera del matrimonio. Hu�rfano de madre a los 8 a�os, fue llevado a la hacienda Plass Newydd, de Gales, donde a partir de los 23 a�os, tras la muerte del cuarto marqu�s de Anglesey, llev� una vida de excesos y extravagancias hasta que arruinado se instal� en M�naco con un criado, un beb� adoptado y una ni�era. A los pocos meses muri� de tuberculosis. Ten�a 29 a�os y el beb� fue devuelto a la madre.