Carlos I de Inglaterra-Cronohistoria

Carlos I

Rey de Inglaterra

CARLOS I, rey de Inglaterra y de Escocia (1600-1649; 1625-1649) [Dunfermline (Escocia)-Londres]. Hijo de Jacobo I y de Ana de Dinamarca, fue duque de Albany hasta la muerte de su hermano Enrique, a quien sucedió como príncipe de Gales (1616). Aceptó con ilusión los planes de su padre que deseaba su matrimonio con la infanta española María, hermana de Felipe IV y con ese fin se presentó en Madrid en marzo de 1623 acompañado del duque de Buckingham. La condición de Carlos como príncipe protestante inspiró grandes recelos en la corte de España. Los agasajos en Madrid al heredero del trono inglés fueron constantes, pero no había por parte de Olivares ninguna prisa en activar las negociaciones. La única esperanza de la corte española era la conversión del príncipe y a tal efecto se provocaron coloquios entre Carlos y unos teólogos católicos españoles.

En la corte de Madrid se exigía para acceder al matrimonio una completa tolerancia en Inglaterra para los católicos y una derogación por el Parlamento de las leyes penales contra estos últimos. Aunque Carlos y Buckingham pidieron a Jacobo I plenos poderes para negociar y dieron verbalmente garantías en aquel sentido, en Madrid se deseaba que el matrimonio no se consumase si no iba precedido del cumplimiento en Inglaterra de las condiciones exigidas. Llegaron a existir juramentos secretos de Jacobo I a los embajadores españoles Carlos Coloma y marqués de Hinojosa respecto al cumplimiento de dichas condiciones.

Pero la falta de decisión de Jacobo para afrontar la cuestión en el Parlamento y el necesario aplazamiento de la resolución permitió al rey de España, Felipe IV, obstaculizar un proyecto matrimonial que no era verdaderamente de su agrado. Dando largas y hablando vagamente de la necesidad de la dispensa de Roma y de oír a los teólogos, Felipe IV y Olivares despidieron a Carlos y a Buckingham con todo género de cortesías y agasajos, cuando estos, verdaderamente convencidos del obstáculo insuperable con que tropezaban, se dirigieron a Santander para embarcar con rumbo a su país (septiembre de 1623). En tanto el príncipe y Buckingham estuvieron en la Península, los ingleses y españoles quitaron violencia a la partida aparentando no ver lo que era realmente una ruptura de negociaciones. Junto a Carlos y Buckingham desplegaron sus esfuerzos en pos del éxito de estas, sus consejeros Aston y Cottington, el embajador inglés lord Bristol y el antiguo embajador español en Londres, conde de Gondomar.

A su regreso a Inglaterra, Carlos, resentido, provocó una guerra con España y buscó una aproximación a la Francia de Richelieu, mediante el concierto de su matrimonio con Enriqueta María, hermana del monarca francés Luis XIII. Este matrimonio se celebró poco tiempo después de haber sucedido Carlos a su padre Jacobo I como rey de Inglaterra (1625).

La tendencia a reforzar el poder de la monarquía en un sentido absolutista y a robustecer la Iglesia estatal (anglicana) absorbiendo y asimilando a las selista protestantes disidentes, provocó en Inglaterra una reacción religiosa y política de la que se hizo eco el Parlamento en una actitud de resuelta oposición a la política real. Fracasado Carlos en su guerra con España, después del resultado adverso del saqueo de Cádiz (1625), y arrastrado a una guerra con Francia en socorro de los hugonotes de la Rochela, de resultados desfavorables (fracaso de las expediciones navales de 1627 y 1628), arreció la oposición parlamentaria.

Las acusaciones contra el favorito Buckingham que murió asesinado (1628) y la presentación de la petición de los derechos (definición de las viejas libertades del país) que el rey tuvo que aprobar (1629), fueron episodios de esta oposición. Ante estas dificultades, Carlos cerró el Parlamento en 1629 y trató de reforzar su poder personal con la ayuda de lord Strafford y el obispo Laud que le asesoraban, respectivamente, en las cuestiones políticas y religiosas. La sublevación de los presbiterianos escoceses contra la política de uniformidad religiosa de Laud puso a Carlos ante la necesidad de un esfuerzo militar para el cual no bastaba un sistema de impuestos indirectos y acabó con una etapa política del gobierno absoluto al obligarle a convocar al Parlamento para obtener subsidios (1640).

Las divergencias del rey con el nuevo Parlamento (Parlamento corto), impulsaron a su disolución el mismo año de su convocatoria. El nuevo Parlamento (Parlamento largo), fue aún más irreductible y no tardó en llegar a una verdadera ruptura con Carlos después de la jornada del 4 enero de 1642 en que el rey trató en vano de detener a algunos diputados. Como el pueblo de Londres tomara partido por estos últimos, el rey abandonó la capital y organizó una resistencia en el Norte y el Oeste del país. La guerra civil entre realistas y parlamentarios (1642-47) fue en sus resultados adversa para Carlos a pesar del valor de los caballeros que integraban su ejército —triunfos de los parlamentarios de Cromwell en Marston Moor (1644), y Naseby (1645)— Carlos, con su ejército casi disuelto, se refugió en Escocia, buscando el apoyo de los presbiterianos escoceses, que, sin embargo, le entregaron al Parlamento.

El rey, conocedor de las primeras disensiones entre los parlamentarios y sus soldados, intrigó con unos y con otros desde su prisión tratando de separarlos más. Su intento de negociación con los escoceses y el descubrimiento de su actitud engañosa por aquellos dos partidos le debilitaron. Después de una serie de movidos incidentes, dominado el Parlamento por los soldados de Cromwell tras la expurgación de Pride, este impuso el proceso y la ejecución del rey, que murió con valor ante Whitehall.

Tal decisión se tomó contra el criterio de la mayoría del pueblo británico, incluyendo un gran número de elementos que habían combatido contra el soberano, que respetaban y aceptaban la realeza, aun cuando se hubieran opuesto a la política real. Carlos I, preocupado por los problemas interiores, envió a España como agente al pintor Rubens para iniciar unas negociaciones de paz (1629); su embajador Cottington las prosiguió con éxito y se llegó a la firma de un tratado en 1630. Los embajadores de Carlos en Madrid gestionaron a partir de entonces con insistencia la devolución del Palatinado (ocupado por tropas españolas e imperiales) al elector Federico V, cuñado del monarca británico. Estas gestiones (realizadas ya en la época de los proyectos matrimoniales de la corte inglesa) no tuvieron éxito.

Carlos tuvo una actitud neutral en la guerra de los Treinta Años, permitió la recluta de soldados ingleses y escoceses con destino a España, pero no compaginó este gesto amistoso con la alianza anglo portuguesa de 1642. Fue Carlos un hombre elegante y espiritual, valeroso y obstinado a quien perdió mucho su tendencia al engaño que él creía lícito cuando estaba al servicio de las causas altas. El pincel de Van Dyck ha inmortalizado su figura.

CORRAL CASTANEDO, Alfonso, Diccionario de Historia de España, dirigido por Germán Bleiberg. 2ª edición. Ed. de la Revista de Occidente, 1969, T. A-E, págs. 714-715.