Johan Cruyff, el jugador total

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Johan Cruyff HomenajeJohan Cruyff Homenaje

Retrato de la Copa Mundial de la FIFA de 1974 y cómo el 14 del equipo europeo transformó el fútbol para siempre.

Podría ser el Modric del Real Madrid de Carlo Ancelotti, el último ganador de la UEFA Champions League. Rompiendo líneas y tomando el balón a espaldas de los mediocampistas rivales. Pero también Vinicius. Explotando los duelos y encarando sobre un costado. O hasta Benzema. Pivoteando, rematando, haciendo goles. Incluso se podría ubicar de volante central, donde a veces ocupa la zona Kross, Camavinga o Tchouaméni. Circulando la pelota, moviendo hacia un lado y otro.

Andaría por los mismos lugares que Enzo Fernández, el volante central de la Selección argentina, última ganadora de la Copa Mundial de la FIFA. Recibiendo de costado ante un posible anticipo. O también de Alexis MacAllister. Controlando orientado para disparar hacia adelante y generar una opción de gol. O Messi. Libre, suelto, volando entre espacios vacíos y listo para el desequilibrio. 

No hay muchos jugadores en la historia del fútbol que puedan asumir tanto. No es tan sencillo conseguir un repertorio tan completo. No hay plato que no entre en este menú. No hay canción que no suene en este cancionero. No hay película que no se proyecte. 

Johan Cruyff fue el jugador total. 

El imaginario enaltece a Diego Maradona como el jugador que mejor rendimiento tuvo en una edición de una Copa Mundial de la FIFA. 1986. Es posible que sea así. Pero, más allá de la comparación, lo que Cruyff se propuso en 1974 fue parecido a lo del argentino en México: inventar algo diferente prácticamente ante cada secuencia.

¿Por qué Cruyff era un jugador total? Porque, como alguna vez definió Xavi a Messi, dominaba todas las facetas del juego. A eso le agrega un indescifrable contenido táctico. En un equipo rebelde y sin estructura, Cruyff jamás fijó una posición. El 14 y capitán de la famosa Naranja Mecánica que terminó por perder la final ante Alemania, por 2 a 1, leía el trámite, configuraba según conveniencia y se disponía en cualquier zona del campo de juego. 

En la final, agarra el balón de atrás de mitad de cancha, elude un par de rivales y le cometen un penal que deriva en la apertura del marcador. Contra Brasil, prefirió flotar detrás de la línea de mediocampistas. Ante Argentina, por ejemplo, se estacionó en buenos momentos del partido como un extremo.

Lucía frágil y no del todo potente. Sin embargo, es posible que los duelos hayan sido su gran virtud. Cuando aceleraba en el mano a mano y empezaba a hamacarse hacia un lado y otro era casi imposible de frenar. La virtud reposa en un truco hipnótico en el que engaña con la mirada, el gesto de los brazos y las piernas que van hacia un lado y otro. Pero también porque el tren inferior tiene una fuerza sobrenatural que le permite un arranque furioso en nada de tiempo y poco espacio. En la Copa Mundial 1974, Cruyff se cansó de apilar rivales. 

Tenía una extraordinaria facilidad con los perfiles. Por eso muchas de sus secuencias más famosas son cuando está de espaldas a un rival, engaña que va hacia un lado o quiere ponerse de frente y termina para el otro costado, casi siempre hacia su pierna derecha. Después, podía centrar con la izquierda -su supuesta pierna inhábil- o orientar hacia la derecha con un posible remate.

Como cuando un jugador de básquet rompe hacia el aro, atrae marcas y descarga hacia un tirador, Cruyff rompía y descargaba con izquierda, pero no era la única faceta en la que la usaba. Con la pierna que menos controlaba podía hacer cambios de frente, incluso patear desde afuera del área.

El equipo de Rinus Michel revolucionó el fútbol en diferentes aspectos pero la presión fue uno de los puntos más diferenciales. Por momentos, el equipo hacía persecución a la pelota. Hacia adelante. Cuatro jugadores al balón. En ese contexto, aunque Cruyff no participaba de la maquinaria defensiva, sí se preocupaba por una habitual presión tras pérdida que mantenía al menos hasta recuperar o que terminara la fase de juego del rival.

Tenía cabeza de leyenda. Como la que tuvo Pelé, Kempes, Maradona, Ronaldo o Messi. La Copa Mundial de 1974 la jugó para que llevara su nombre. Líder en todos los aspectos, Cruyff, que uños años después volvería a revolucionar el fútbol, pero como entrenador, marcó tres goles en esa edición. Pero fue mucho más que eso. El 14 y capitán fue el primer jugador total de la historia del fútbol. Y, quizás, también el único.