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viernes, junio 7, 2019

Thomas Sowell: La filosofía de la justicia social es un cheque en blanco para darle poder al gobierno

Forzar una igualdad de resultados para grupos desfavorecidos requiere una enorme interferencia externa.


“En política, el gran non sequitur[1] de nuestro tiempo es que 1) las cosas no están bien y que 2) el gobierno debería corregirlas. Donde el derecho con demasiada frecuencia significa justicia cósmica, intentar arreglar las cosas significa escribir un cheque en blanco a una expansión interminable del poder del gobierno”.

Este pasaje clave del libro de Thomas Sowell de 1999, The Quest for Cosmic Justice (La Búsqueda de la Justicia Cósmica), enmarca el análisis reflexivo y el rechazo de Sowell a los argumentos presentados por los “social justice warriors” (guerreros de la justicia social), o más brevemente, SJW. 

Aunque se escribió hace casi 20 años, las ideas de Sowell son especialmente relevantes hoy, cuando la gran influencia que ha alcanzado el activismo por la justicia social es considerable, especialmente en los campus universitarios. 

Para establecer un plan que abarque y combata a los SJW cada vez más vocales de hoy, el libro de Sowell demuestra ser un recurso indispensable. 

¿Qué es “Justicia Social”?

Primero, Sowell proporciona claridad sobre el concepto “justicia social”. La justicia social busca “eliminar las desventajas inmerecidas” para grupos selectos. Sowell explica “desventajas inmerecidas” citando a Thomas Nagle, un profesor de filosofía y derecho, algo así como a un “punto de partida desigual” que ciertas personas tienen no por culpa propia. 

Para los “social justice warriors”, la equidad de trato bajo la ley no es una condición suficiente para alcanzar la justicia.

Estas condiciones -sea raza, género, ingreso familiar, etc.- son por mera suerte de nacimiento. Sowell prefiere el término “cósmica” para representar un factor aleatorio (más allá del control de cualquiera) afectando a diferentes grupos en diferentes condiciones.  

Pero dado que no podemos cambiar las condiciones en la que nacemos, tampoco borrar las injusticias pasadas, la verdadera preocupación se reduce a que acciones y políticas son prescritas para mitigar estos “puntos de partida desiguales” que afectan a las personas. 

Para los “social justice warriors”, la equidad de trato bajo la ley no es una condición suficiente para alcanzar la justicia. Citando Teoría de la Justicia de John Rawls, Sowell postula que los SJW insisten en que “todos deben seguir las mismas reglas o ser juzgados por los mismos estándares”. La verdadera igualdad de oportunidades, en su opinión, significa “proporcionar a todos las mismas perspectivas de éxito por  los esfuerzos individuales iguales” y “colocar a los segmentos de la sociedad en la posición en la que hubiesen estado si no fuera por alguna desgracia inmerecida”.

¿Qué quieren los “Social Justice Warriors”?

Para hacer esto una realidad, los procesos necesitan ser establecidos de acuerdo a la teoría de la justicia social, para que entonces los resultados -como nivel de ingreso, las tasas de desempleo, posiciones de liderazgo, etc.- sean igualados sin importar el punto de partida de uno o sus rasgos demográficos. Cualquier desviación de los resultados “igualados” es una prueba positiva a los ojos del movimiento de justicia social de que alguna forma de injusticia social -ya sea el racismo, el sexismo o la avaricia capitalista- debe ser el culpable. 

La búsqueda de la justicia social “se centra en un segmento de la población y desprecia los intereses de otros.

Sowell discrepa con ese pensamiento. Él cree que son las acciones y políticas en la búsqueda de resultados equitativos, así como sus iguales consecuencias, las que deben ser juzgadas por una evaluación ética de la justicia. 

Sobre este punto, Sowell comienza a exponer las injusticias en estos procesos. “Esta concepción de equidad requiere que terceros tengan el poder de controlar los resultados, anular reglas, estándares o las preferencias de otras personas”. 

De hecho, la búsqueda de la justicia social “se centra en un segmento de la población y desprecia los intereses de otros quienes no están inmediatamente en el foco de la discusión, pero que, no obstante, pagan el precio de las decisiones tomadas”. Tal proceso, resulta, implica necesariamente tratar a las personas desigualmente. 

¿Pero a qué precio?

En el clásico estilo de Sowell, recuerda a los lectores que no hay soluciones perfectas, sólo compensaciones. Las compensaciones involucran costos así como beneficios. 

“El costo de alcanzar la justicia importa… ¿Qué es, después de todo, la justicia sino una arbitraria imposición de un costo -sea económico, físico, u otro- en una persona inocente? Y si corregir esta injusticia impone otro coste arbitrario en una persona inocente, ¿no es eso también una injusticia?”

Estos costos de intentar avanzar en la justicia social no sólo son cargados por estos terceros inocentes, sino también por la sociedad a través de los cambios en los comportamientos de los supuestos beneficiados. 

“Aquellos a quienes se les otorgan estos derechos legales sobre beneficios compensatorios, por ejemplo, desarrollan un sentido de derecho(natural)” Sowell explica. El derecho siembra las semillas de la división entre los que dan y los que reciben, al mismo tiempo que disminuye los incentivos de los beneficiarios para trabajar. Los productivos son castigados para servir a los no-productivos. 

Promover una visión de las injusticias sociales también puede crear una sensación de impotencia entre aquellos etiquetados como “víctimas” de injusticias cósmicas. “¿Por qué estudiar y disciplinarse uno mismo en preparación para el mundo de los adultos si la baraja está completamente apilada contra usted de todos modos?”, pregunta Sowell retóricamente. 

De acuerdo a Sowell, además de evaluar los costos, la pregunta clave al señalar los “puntos de partida desiguales” de los diversos grupos implica decidir entre la toma de acciones políticas o la cooperación individual voluntaria. 

Con su precisión típica, Sowell favorece la última opción.

“Una de las diferencias cruciales entre las formas políticas y no políticas de enfrentar las desgracias inmerecidas es que los enfoques no políticos no adquieren las rigidez fatal de la ley y no requieren ni la visión ni la realidad de la impotencia y la dependencia. Tampoco requieren la demonización de aquellos que piensan lo contrario o la polarización de la sociedad”.

Un mal diagnóstico

Hay bastantes problemas incluso en cómo los SJWs diagnostican los problemas de atención más urgente como desigualdad de ingresos y el racismo. 

Por ejemplo, Sowell sostiene que la mayoría de las estadísticas de ingresos son agregados crudos. La suposición implícita de que la mera existencia de disparidades de ingresos es evidencia de discriminación racial es insostenible. El simple examen de las edades promedio entre los diferentes grupos demográficos puede explicar una parte de la inequidad de ingreso que los SJWs proclaman existe debido a la discriminación. Agregando factores como el nivel educativo y las elecciones personales de carrera explican mucho de lo restante. 

El problema real, concluye Sowell, no está en la desigualdad de ingreso en sí misma, sino con los procesos puestos en marcha con la esperanza de eliminar la desigualdad. 

“Permitir a cualquier autoridad gubernamental determinar cuánto dinero se les permitirá a los individuos recibir de otros individuos no sólo produce una distorsión de los procesos económicos al socavar los incentivos a la eficiencia, sino que es fundamentalmente una monumental concentración de poder político que reduce a todos al nivel de clientes de los políticos”.

Además, la cultura de la envidia creada por la obsesión con la desigualdad de ingresos puede dañar a los variados grupos que el SJWs pretende querer ayudar. Atribuir la “mayor prosperidad de otros a la ‘explotación’ de personas como ellos, a la opresión, al prejuicio o motivos indignos como la codicia, racismo y similares” hace a estas personas sentir que la superación personal es “fútil” y muestra “ a los menos afortunados en su pequeña esquina, aislados de posibles fuentes de mayor prosperidad”. 

¿Cómo puedes ser un héroe si nadie necesita ser salvado?

Finalmente, Sowell no le da ni un cuarto de importancia a los motivos de los auto-proclamados salvadores de los oprimidos. Como anticipándose dos décadas el desenfrenado “despliegue de virtud” que consume las cuentas izquierdistas en las redes sociales, escribe:  

“Como mucho de lo que se ha hecho en la búsqueda de la justicia cósmica, hace que los observadores se sientan mejor consigo mismos, y no ofrecen incentivos para que esos observadores escudriñen las consecuencias de sus acciones sobre los presuntos beneficiados”.

Los “social justice warriors” muy a menudo valoran la gratificación sobre el ego por encima de los beneficios alcanzados. Sowell continúa, señalando que los involucrados en la narrativa de la justicia social crean para sí mismos un “interés en la incapacidad de otras personas”, al tiempo que desarrollan una “tendencia a ver a las personas como indefensas y no responsables de sus propias acciones”. 

Nada mejor para gratificar sus propios egos que autodenominarse “rescatadores” de las supuestas víctimas indefensas. Tales actitudes, sin embargo, producen políticas que no generan resultados deseables, al tiempo que inculcan una mentalidad derrotista entre los que son etiquetados como víctimas, induciéndolos a “aceptar esa imagen de sí mismos”. 

“Esta es sólo una de las formas en que la visión de los visionarios ‘iluminados’ moralmente, alimentan los egos de los ‘iluminados’, más que el bienestar de los beneficiados de sus esfuerzos”, concluye Sowell.  

El autor encuentra que las “soluciones” correctivas para las injusticias sociales percibidas implican costos que a menudo superarán cualquier beneficio e invariablemente crean verdaderas injusticias, centralizando el poder en el gobierno. Tales ideas explican por qué The Quest for Cosmic Justice es una herramienta valiosa para entender al movimiento de justicia social y cómo confrontar sus argumentos.

Traducción al español por Daniel Buenrostro


  • Brian Balfour is Executive Vice President for the Civitas Institute, a free-market advocacy organization in Raleigh, NC. He is the author of the high school economics iBook Economics in Action, creator of the Austrian Economics educational app, and has served as an adjunct economics instructor at Mount Olive University.