C. S. Peirce: Lecciones sobre el pragmatismo: "El pragmatismo: las ciencias normativas" (Lecci�n I)

Lecciones de Harvard sobre el pragmatismo

LECCIÓN I: "PRAGMATISMO: LAS CIENCIAS NORMATIVAS"


Charles S. Peirce (1903)


Traducci�n castellana de Ux�a Rivas (2003)


MS 301. [Publicado en CP 5.14-40, de donde se ha tomado el texto para esta traducci�n, en HL 104-21 y en EP 2, 133-144 con el t�tulo "The Maxim of Pragmatism". Esta lecci�n, dictada el 26 de marzo de 1903, no llevaba originalmente t�tulo]. Esta es la primera de una serie de siete conferencias dictada en Harvard desde marzo hasta mayo de 1903 en las que Peirce trat� de construir argumentos para el pragmatismo mediante el examen de sus pros y sus contras. Quer�a tambi�n distinguir su pragmatismo de otras versiones m�s populares. Estas son las conferencias que William James caracteriz� como "destellos de brillante luz contra la oscuridad tenebrosa" En la lecci�n I, Peirce considera la utilidad de la m�xima pragm�tica y afirma que su utilidad no constituye una prueba de su verdad -ha de pasar por el fuego del an�lisis dr�stico. Peirce esboza los pasos que dar� para apoyar su versi�n del pragmatismo.*




� 1. DOS AFIRMACIONES DE LA M�XIMA PRAGM�TICA

14. Una cierta m�xima de la L�gica que he llamado Pragmatismo se me ha recomendado a s� misma por diversas razones y variadas consideraciones. Habi�ndola tomado como mi gu�a en la mayor parte de mi pensamiento, encuentro que a medida que se prolongan los a�os de mi conocimiento sobre ella, el sentido de su importancia se me impone m�s y m�s. Si fuera verdad, ser�a ciertamente un instrumento maravillosamente eficiente. No es �nicamente aplicable a la filosof�a. La he encontrado de notable utilidad en cada rama de la ciencia que he estudiado. Mi falta de habilidad en asuntos pr�cticos no me impide percibir la ventaja de estar bien empapado de pragmatismo en la conducta vital.

15. A pesar de todo me siento libre para confesar que las objeciones a esta manera de pensar se me han impuesto por s� mismas y las he encontrado m�s formidables cuanto m�s lejos he ca�do a plomo en el abismo de la filosof�a, y cuanto m�s se han acercado mis preguntas a cada nuevo intento de desentra�ar sus profundidades.

Propongo, pues, someter a su juicio, en media docena de conferencias, un examen de los pros y los contras del pragmatismo por medio del cual espero mostrarles el resultado de conceder a ambos, pros y contras, sus completos valores leg�timos. Con m�s tiempo seguir�a gustosamente el hilo conductor puesto as� al d�a y continuar�a averiguando cuales son las conclusiones verdaderas, o por lo menos los g�neros de conclusiones verdaderas a las que un pragmatismo cuidadosamente rectificado llevar� verdaderamente. Si encuentran aceptable lo que yo digo, habr�n aprendido algo que les habr� valido la pena. Si me pueden refutar, la ganancia estar� sobre todo de mi parte; pero incluso en esto yo anticipo su reconocimiento, cuando me despida de ustedes, de que la discusi�n no habr� sido sin beneficio, y en a�os futuros estoy seguro de que recurrir�n a esos pensamientos y se dar�n cuenta de que tendr�n m�s que agradecerme de lo que pod�an pensar al principio.

16. Supongo que podr�a dar por supuesto que todos ustedes saben lo que es el pragmatismo. Me he encontrado con un n�mero de definiciones de �l recientemente, contra ninguna de las cuales estoy muy dispuesto a alzar ninguna protesta violenta. Sin embargo decir exactamente qu� es el pragmatismo describe bastante bien lo que usted y yo tenemos que resolver conjuntamente.

Debemos comenzar con alguna aproximaci�n burda de �l, y me inclino a pensar que la forma en que yo lo afirm� por primera vez ser� la m�s �til para adoptarla como materia sobre la que trabajar, principalmente porque es la forma m�s personal para su conferenciante, y por esa raz�n sobre la que �l puede disertar de manera m�s inteligente. Adem�s pragmatismo y personalidad son m�s o menos de la misma �ndole.

17. Yo lanc� mi afirmaci�n en enero de 1878; y durante cerca de veinte a�os nunca volv� a o�r hablar de ella. Dej� volar mi paloma; y esa paloma nunca ha regresado a m� hasta este mismo d�a. Pero �ltimamente toda una prole de j�venes ha estado revoloteando a mi alrededor, y por sus plumas puedo imaginarme que las m�as han encontrado una prole. Para decirlo claramente, un considerable n�mero de fil�sofos han escrito hace poco como habr�an estado escribiendo en caso de que hubieran le�do o bien lo que yo escrib� pero se avergonzaran de confesarlo, o bien hubieran le�do algo que alg�n lector m�o hab�a le�do. Pues parecen bastante dispuestos a adoptar mi t�rmino pragmatismo. No deber�a asombrarme si ellos se avergonzaran de m�. �Que podr�a ser m�s humillante que confesar que uno ha aprendido algo de un l�gico? Pero por mi parte estoy encantado de encontrarme a m� mismo compartiendo las opiniones de una compa��a tan brillante. Los nuevos pragmatistas parecen distinguirse por su estilo de expresi�n terso, v�vido y concreto junto con un cierto tono optimista, como si fueran conscientes de llevar consigo la llave maestra para todos los secretos de la metaf�sica.

Se supone que todo metaf�sico encuentra alguna falta radical en cualquier otro metaf�sico, y yo no puedo encontrar ninguna falta m�s horrenda en los nuevos metaf�sicos que la de que ellos son animados. Para ser profundo es requisito ser aburrido.

18. Por su parte, una de las faltas que pienso que ellos deber�an encontrar en m� es que yo hago al pragmatismo ser una mera m�xima de la l�gica en lugar de un principio sublime de la filosof�a especulativa. Para ser admitido en una posici�n filos�fica mejor me he esforzado por poner al pragmatismo tal y como yo lo entiendo en la forma misma de un teorema filos�fico. No he tenido m�s �xito que �ste:

El pragmatismo es el principio de que todo juicio te�rico expresable en una oraci�n en modo indicativo es una forma confusa de pensamiento cuyo �nico significado, si tiene alguno, radica en su tendencia a imponer una m�xima pr�ctica correspondiente expresable como oraci�n condicional que tiene su ap�dosis en el modo imperativo.

Pero la M�xima del Pragmatismo, como yo la formul� originalmente, Revue philosophique VII, es como sigue:

Consid�rer quels sont les effects pratiques que nous pensons pouvoir �tre produits par l'objet de notre conception. La conception de tous ces effets est la conception compl�te de l'objet. [p. 48.]

Pour d�velopper le sens d'une pens�e, il faut donc simplement d�terminer quelles habitudes elle produit, car le sens d'une chose consiste simplement dans les habitudes qu'elle implique. Le caract�re d'une habitude d�pend de la fa�on dont elle peut nous faire agir non pas seulement dans telle circonstance probable, mais dans toute circonstance possible, si improbable qu'elle puisse �tre. Ce qu'est une habitude d�pend de ces deux points: quand e comment elle fait agir. Pour le premier point: quand? tout stimulant � l'action d�rive d�une perception; pour le second point: comment? le but de toute action est d'amener au r�sultat sensible. Nous atteignons ainsi le tangible et le pratique comme base de toute diff�rence de pens�e, si subtile qu'elle puisse �tre. [p. 47.]1


� 2. EL SIGNIFICADO DE LA PROBABILIDAD

19. La utilidad de la m�xima, suponiendo que sea verdadera, aparece con suficiente luz en el art�culo original. A�adir� aqu� unos pocos ejemplos que no se dieron en ese art�culo.

Hay muchos problemas conectados con probabilidades que est�n sujetos a duda. Uno de ellos, por ejemplo, es �ste: Supongamos una compa��a infinitamente grande de hombres infinitamente ricos que se sienta a jugar contra una banca infinitamente rica a un juego de azar, en el que ninguna parte tiene ninguna ventaja, apostando cada uno de ellos un franco contra un franco en cada apuesta. Supongamos que cada jugador contin�a jugando hasta que obtiene una ganancia de un franco y entonces se retira, dejando su plaza a un nuevo jugador.

La oportunidad de que un jugador obtuviera al final una ganancia de un franco puede calcularse como sigue:

Sea XL la oportunidad de un jugador de obtener siempre una ganancia de 1 franco, si continuara jugando de modo indefinido.

Pero despu�s de que ha obtenido una ganancia de 1 franco, su oportunidad de hacer lo que es X1, �l no es m�s rico que antes, ya que es infinitamente rico. Consecuentemente su oportunidad de ganar el segundo franco, despu�s de que haya ganado el primero, es la misma que su oportunidad de ganar el primer franco. Esto es, es X1 y su oportunidad de ganar ambos es X2 = (X1)2. Y as� en general, XL = (X1)L.

Ahora su oportunidad de obtener una ganancia de 1 franco, X1, es la suma de las oportunidades de las dos maneras en las que puede suceder; a saber, ganando primero la primera apuesta de la cual la oportunidad es �, y perdiendo primero la primera apuesta y entonces obteniendo una ganancia de 2 francos de los que la oportunidad es �(X1)2.

Por lo tanto

  X1 = � + �(X1)2
(X1)2 - 2X1 + 1 = 0
(X1 - 1)2 = 0

Pero si el cuadrado de un n�mero es cero, el n�mero mismo es cero. Por lo tanto

  X1 - 1 = 0
X1 = 1

Consecuentemente, los libros dir�an que era cierto como la muerte que cualquier jugador obtendr� al final su ganancia de un franco y se retirar�. Si fuera as� deber�a ser cierto que cada jugador ganar�a su franco y se retirar�a.

Consecuentemente habr�a sido una continua p�rdida de dinero de la banca. Y sin embargo, ya que el juego es un juego igualado, el banquero no obtendr�a ninguna p�rdida. �C�mo puede explicarse esta paradoja?

20. La teor�a de probabilidades est� llena de paradojas y rompecabezas. Apliquemos, pues, la m�xima del pragmatismo a su soluci�n.

Para hacer esto, debemos preguntar �Qu� se quiere decir al decir que la probabilidad de un evento tiene un cierto valor, p? Seg�n la m�xima del pragmatismo, pues, debemos preguntar qu� diferencia pr�ctica puede resultar si el valor es p o alguna otra cosa. En ese caso debemos preguntar c�mo se aplican las probabilidades a los asuntos pr�cticos. La respuesta es que el gran negocio de los seguros depende de ello. La probabilidad se usa en los seguros para determinar cu�nto debe pagarse por un cierto riesgo para asegurar que se pague una cierta suma si el evento contra el que se est� asegurado ocurre. Entonces, debemos preguntar c�mo puede ser seguro comprometerse a pagar una importante suma si un evento incierto ocurre. La respuesta es que la compa��a de seguros hace un negocio muy grande y es capaz de averiguar, con bastante precisi�n, cu�ntos a partir de un millar de riesgos de una descripci�n dada ser�n p�rdidas en un a�o ser�n. El problema del negocio es �ste. El n�mero de p�lizas de una cierta descripci�n que pueden venderse en un a�o depender� del precio establecido para ellas. Sea p ese precio, y sea n el n�mero [de p�lizas] que pueden venderse a ese precio, de tal manera que cuanto m�s grande sea p, m�s peque�o ser� n. Ahora siendo n un n�mero grande, una cierta proporci�n q de esas p�lizas, qn en total, ser�n p�rdidas durante el a�o; y si l es la p�rdida de cada una, qnl ser� la p�rdida total. Entonces lo que la compa��a de seguros tiene que hacer es establecer p como una cifra tal que pn - qln o (p - ql)n alcanzar� su valor posible m�ximo.

La soluci�n de esta ecuaci�n es:

p = ql + (d p / d n) (n)

donde d p / d n es la cantidad a la que el precio se tendr�a que reducir para vender una p�liza m�s. Por supuesto, si el precio aumentara en lugar de reducirse se vender�a justamente una p�liza menos.

Por lo tanto al reducir as� el beneficio de ser

(p - ql) n

[se] cambiar�a a

( p - ql - d p / d n )(n + 1)

esto es a

(p - ql)n + p - ql - (d p / d n)(n + 1)

y esto es menos que antes

ql + (d p / d n)(n + 1) > p

y al aumentarlo, el cambio ser�a a

(p - ql + d p / d n)(n - 1)

esto es a

(p - ql)n - p + ql + (d p / d n)(n - 1)

y esto es menos que antes

p > ql + (d p / d n)(n - 1)

as� puesto que p es un intermedio entre

(ql + (d p / d n)n + d p / d n) y (ql + (d p / d n)n - d p / d n)

y d p / d n es muy peque�o, debe estar m�s cerca de la verdad escribir

p = ql + (d p / d n)(n).

21. Este es el problema de los seguros. Ahora para que la probabilidad pueda tener alguna consecuencia sobre este problema, es obvio que debe ser de la naturaleza de un hecho real y no un mero estado de la mente. Ya que s�lo los hechos se tienen en cuenta en la soluci�n del problema de los seguros. Y este hecho debe ser evidentemente un hecho de estad�sticas.

Sin meterme ahora en ciertas razones de detalle en las que deber�a entrar si fuera un conferenciante sobre probabilidades, la probabilidad debe ser una ratio estad�stica; y adem�s, para satisfacer condiciones todav�a m�s especiales, es conveniente, para la clase de problemas a los que los seguros pertenecen, hacer la raz�n estad�stica del n�mero de ocurrencias experienciales de una clase espec�fica con respecto al n�mero de ocurrencias experienciales de una clase gen�rica, a largo plazo.

As� pues, para que la probabilidad signifique algo, ser� requisito especificar a qu� especie de evento se refiere y a qu� g�nero de evento se refiere.

Tambi�n se refiere a un largo plazo, esto es, a una serie de ocurrencias indefinidamente larga tomada conjuntamente en el orden de su ocurrencia en la experiencia posible.

Desde esta perspectiva del asunto, observamos, para empezar, que una especie dada de eventos considerada como perteneciente a un g�nero dado de eventos no tiene necesariamente ninguna probabilidad definida. Porque [podr�a ser el caso que] la probabilidad es la ratio de una multitud infinita con respecto a otra. Ahora bien, la infinitud dividida por la infinitud es del todo indeterminada, excepto en casos especiales.

22. Es muy f�cil dar ejemplos de eventos que no tienen una probabilidad definida. Si una persona est� de acuerdo en echar a cara o cruz un centavo una y otra vez para siempre, y comenzando tan pronto sale la primera cara cada vez que dos caras est�n separadas por un n�mero impar de cruces en la sucesi�n de tiradas, pagar 2 a esa potencia en centavos2, suponiendo que cada vez que las dos caras sucesivas est�n separadas por un n�mero par cualquiera de tiradas recibe 2 a esa potencia en centavos, es imposible decir cu�l ser� la probabilidad que le haga ganador. En la mitad de los casos despu�s de la primera cara la pr�xima tirada ser� una cara y recibir� (- 2)� = - 2 centavos. Por lo que como ocurre la mitad de las veces ser� a la larga una ganancia de � de centavo por cada vez que salga cara.

Pero en la mitad de la otra mitad de los casos, esto es en � de todos los casos, saldr� una cruz y tendr� que recibir (- 2)1 = - 2 centavos, esto es, tendr� que pagar 2 centavos, que como ocurre � de las veces har� una p�rdida media de � de centavo por cada vez que salga cara.

Pero en la mitad del cuarto de los casos restante, esto es, de todos los casos, saldr�n dos cruces y recibir� (- 2)2 = 4 centavos que como ocurre una vez cada ocho veces valdr�n � de centavo por cada vez que salga cara, y as� sucesivamente; de tal manera que su cantidad a la larga ser� � - � + � - � + � - � + � - � ad infinitum, cuya suma puede ser � o puede ser cero. Mejor dicho es bastante indeterminada.

Si en lugar de pagarle (- 2)n cuando n es el n�mero de cruces que salen, le pagaran (- 2)n2 el resultado ser�a que probablemente o ganar�a o perder�a enormemente sin que hubiera ninguna probabilidad definida de que estuviera ganando m�s bien que perdiendo.

Pienso que puedo recomendar con confianza este juego a los jugadores como la m�s horrible ruina hasta ahora inventada; y con un poco de trampas se har�a cualquier cosa.

23. Volvamos ahora a nuestro problema original y consideremos el estado de cosas despu�s de cualquier otra apuesta. Despu�s de la segunda, � de los jugadores habr� ganado, habr� salido y habr� sido reemplazado por jugadores que habr�n ganado y habr�n salido, de tal manera que un n�mero de francos igual a la mitad del n�mero de asientos habr� sido pagado por la banca, � de los jugadores habr� ganado y habr� salido y habr� sido reemplazado por jugadores que habr�n perdido, haciendo que la banca est� a la par; � de los jugadores habr� perdido y despu�s ganado, haciendo que la banca y ellos est�n a la par; � de los jugadores habr� perdido dos veces, haciendo que la banca gane la mitad de tantos francos como asientos haya en la mesa. La banca estar� entonces donde estaba. Los jugadores hasta el n�mero de tres cuartos de los asientos habr�n ganado cada uno su franco; pero los jugadores hasta el n�mero de un cuarto de los asientos habr�n perdido dos francos cada uno y otro n�mero igual un franco cada uno, simplemente pagando por las ganancias de los que se han retirado.

�sta es la manera en que ocurrir� siempre.

Justo antes de la quinta apuesta de los jugadores de la mesa, 3/8 no habr�n perdido nada, � habr� perdido un franco, � dos francos, 1/16 tres francos y 1/16 cuatro francos. Los que se sientan en la mesa siempre habr�n pagado entre ellos exactamente lo que se han llevado los que se han ido.

24. Pero se preguntar�: �c�mo puede ser entonces que todos ganen? Contesto que yo nunca dije que todos ganar�an, s�lo dije que la probabilidad de que cualquiera al final ganara su franco era 1. �Pero la probabilidad de 1 no significa certeza? No, en absoluto, s�lo quiere decir que la ratio del n�mero de los que ganan al final con respecto al n�mero total es 1. Ya que el n�mero de asientos en la mesa es infinito la ratio del n�mero de los que nunca ganan con respecto al n�mero de asientos puede ser cero y a�n as� podr�a ser infinitamente numeroso. De tal modo que las probabilidades uno y cero est�n muy lejos de corresponder a la certeza a favor y en contra.


� 3. EL SIGNIFICADO DE LAS CONSECUENCIAS "PR�CTICAS"

25. Si tuviera que entrar en asuntos pr�cticos, la ventaja del pragmatismo de considerar la cuesti�n pr�ctica sustancial ser�a a�n m�s evidente. Pero aqu� el pragmatismo lo practican generalmente hombres que tienen �xito. En realidad, el g�nero de los hombres eficientes [se] distingue principalmente del de los ineficientes precisamente por esto.

26. No hay duda, pues, que el pragmatismo abre un camino muy f�cil a la soluci�n de una inmensa variedad de preguntas. Pero de esto no se sigue en absoluto que sea verdadero. Al contrario, se puede muy apropiadamente abrigar la sospecha sobre cualquier m�todo que resuelva de este modo las preguntas m�s dif�ciles convirti�ndolas en problemas f�ciles. Sin duda alguna la navaja de Ockham est� l�gicamente bien fundada. Una hip�tesis deber�a ser despojada de todo rasgo que no sea de ning�n modo necesario para proporcionar una explicaci�n de los hechos observados. Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem; s�lo que podemos muy bien dudar de que una hip�tesis muy simple pueda contener todos los elementos que sean necesarios. Es cierto que la mayor�a de las hip�tesis que al principio parecen unir una gran simplicidad con una completa suficiencia han tenido que complicarse mucho en el subsiguiente progreso de la ciencia.

27. �Cu�l es la prueba de que las posibles consecuencias pr�cticas de un concepto constituyan la suma total del concepto? El argumento en el que apoy� la m�xima en mi art�culo original era que la creencia consiste principalmente en estar deliberadamente preparada para adoptar la f�rmula en la que se cree como gu�a para la acci�n. Si esto fuera en verdad la naturaleza de la creencia, entonces sin lugar a dudas la proposici�n en la que se cree no puede ser nada m�s que una m�xima de conducta. Yo creo que eso es bastante evidente.

28. �Pero c�mo sabemos que la creencia no es nada m�s que la preparaci�n deliberada para actuar seg�n la f�rmula cre�da?

Mi art�culo original retrotra�a esto a un principio psicol�gico. La concepci�n de la verdad, en mi opini�n, se desarrollaba a partir de un impulso original para actuar consistentemente, para tener una intenci�n determinada. Pero en primer lugar, esto no se explic� muy claramente, y en segundo lugar, no pienso que sea satisfactorio reducir cosas tan fundamentales a hechos de la psicolog�a, ya que el hombre puede alterar su naturaleza, o su medio la alterar�a si �l no lo hiciera voluntariamente, si el impulso no fuera lo que es ventajoso o conveniente. �Por qu� la evoluci�n ha hecho que la mente del hombre sea construida de este modo? Esta es la pregunta que debemos hacernos hoy en d�a, y todos los intentos de establecer los fundamentos de la l�gica en la psicolog�a son vistos como esencialmente superficiales.

29. La pregunta sobre la naturaleza de la creencia, o en otras palabras la pregunta sobre lo que es el verdadero an�lisis l�gico del acto del juicio, es la pregunta en la que los l�gicos de los �ltimos a�os han concentrado principalmente sus energ�as. �Es la respuesta pragmatista satisfactoria?

�No percibimos todos nosotros que el juicio es algo estrechamente relacionado con la aserci�n? Este es el punto de vista que mantiene el discurso corriente. A un hombre o a una mujer se le oir� usar la oraci�n "Yo me digo a m� mismo". Esto es, se mantiene que el juicio es o nada m�s que una aserci�n a uno mismo, o de todas formas algo muy parecido a eso.

30. Ahora bien, es un problema bastante f�cil analizar la naturaleza de la aserci�n. Para encontrar un ejemplo que se pueda analizar f�cilmente, tomaremos naturalmente un caso donde el elemento asertivo est� magnificado - una aserci�n muy formal, tal como una declaraci�n jurada. He aqu� un hombre que va ante un notario o un magistrado y toma una medida tal que si lo que �l dice no es verdad, horribles consecuencias caer�n sobre el, y esto lo hace as� con el prop�sito de provocar que otros hombres sean afectados tal y como lo ser�an si la proposici�n jurada se les hubiera presentado como un hecho perceptivo.

Vemos de este modo que el acto de la aserci�n es un acto de una naturaleza totalmente diferente de la del acto de aprehender el significado de una proposici�n y no podemos esperar que ning�n an�lisis de lo que es la aserci�n (o ning�n an�lisis de lo que es el juicio o la creencia, si es que ese acto est� relacionado de alguna manera con la aserci�n), vaya a arrojar alguna luz en absoluto sobre la pregunta generalmente diferente de lo que es la aprehensi�n del significado de una proposici�n.

31. �Cu�l es la diferencia entre hacer una aserci�n y hacer una apuesta? Ambos son actos por los cuales el agente deliberadamente se somete a s� mismo a horribles consecuencias si una cierta proposici�n no es verdadera. Cuando �l se ofrece a apostar s�lo espera que el otro hombre se haga a s� mismo responsable de la misma manera de la verdad de la proposici�n contraria; mientras que cuando hace una aserci�n siempre (o casi siempre) desea que lleve al hombre al que se la hace a hacer lo que �l hace. De acuerdo con nuestra lengua vern�cula "apostar�" tal y tal, es la frase que expresa una opini�n privada que no se espera que los otros compartan, mientras que "ya lo creo" es una forma de aserci�n que pretende causar que otro siga la petici�n.

32. Entonces, tal parece ser una explicaci�n satisfactoria de la aserci�n, al menos en una mirada preliminar al asunto. Pasemos ahora al juicio y a la creencia. Por supuesto no puede cuestionarse que un hombre actuar� de acuerdo con su creencia en tanto su creencia tenga algunas consecuencias pr�cticas. La �nica duda es si esto es todo lo que es la creencia, si la creencia es una mera nulidad en tanto que no influencie la conducta. �Qu� posibles efectos sobre la conducta puede tener, por ejemplo, creer que la diagonal de un cuadrado es inconmensurable con el lado? Llama a una diferencia e, no importa qu� peque�a sea, y la diagonal diferir� de una cantidad racional mucho menos que eso. El profesor Newcomb en su c�lculo y todos los matem�ticos de su estilo bastante anticuado piensan que han probado que dos cantidades son iguales cuando han probado que difieren por menos de alguna cantidad se�alable. Yo una vez me esforc� por hacer que Newcomb dijera si la diagonal del cuadrado difer�a de una fracci�n racional del lado o no; pero �l vio a d�nde iba yo y no quiso contestar. La proposici�n de que la diagonal es inconmensurable ha perdurado en los libros de texto desde tiempo inmemorial sin ser nunca atacada y estoy seguro de que el tipo m�s moderno de matem�tico la sostiene de la manera m�s decidida. Sin embargo me parece bastante absurdo decir que hay alguna diferencia pr�ctica objetiva entre conmensurable e inconmensurable.

33. Por supuesto pueden decir si quieren que el acto de expresar una cantidad como una fracci�n racional es una muestra de conducta y que una clase de cantidad pueda ser as� expresada y la otra no es en s� misma una diferencia pr�ctica. Pero un pensador debe ser superficial, en efecto, si no ve que admitir una especie de practicidad, que consiste en la conducta de uno sobre las palabras y los modos de expresi�n, es romper inmediatamente todas las barreras contra el sinsentido para cuya exclusi�n el pragmatismo fue dise�ado.

El pragmatista tiene el pragmatismo para ser capaz de decir: aqu� est� una definici�n y no difiere en absoluto de la concepci�n confusamente aprehendida porque no hay diferencia pr�ctica. Pero �qu� es lo que impide a su oponente replicar que hay una diferencia pr�ctica que consiste en su reconocer una, y no la otra, como su concepci�n? Esto es, una es expresable de una manera en la que la otra no es expresable.

El pragmatismo se volatiliza completamente si usted admite esta clase de practicidad.


� 4. LAS RELACIONES DE LAS CIENCIAS NORMATIVAS

34. Debe entenderse que todo lo que estoy tratando de mostrar ahora es que el Pragmatismo es al parecer un asunto de tan gran y probable inter�s, y al mismo tiempo tanta duda pende sobre su legitimidad, que bien valdr� la pena desde nuestro punto de vista hacer un examen met�dico, cient�fico y cuidadoso de todo el asunto, para asegurarnos de nuestra base, y para obtener alg�n m�todo seguro para tal filtraci�n preliminar de preguntas como el pragmatista afirma proporcionar.

Empecemos, pues, esta investigaci�n. Pero antes de hacerla se�alemos la trayectoria propuesta. Eso deber�a hacerse siempre en tales casos, incluso si las circunstancias subsecuentes exigen modificar el plan, como normalmente exigen.

Aunque nuestra investigaci�n ha de ser una investigaci�n sobre la verdad, sea lo que sea lo que resulte ser la verdad, y por lo tanto, obviamente, no ha de estar influida por ninguna simpat�a por el pragmatismo o por ning�n enorgullecimiento de �l como una doctrina americana, con todo a�n no llegamos a esta investigaci�n, no m�s de lo que cualquiera llega en cualquier investigaci�n, en este estado en blanco que los juristas fingen insistir como deseable, aunque los creo con suficiente sentido com�n como para saber mejor lo que conviene.

35. Tenemos ya algunas razones para pensar que hay algo de verdad en el pragmatismo, aunque tambi�n tenemos algunas razones para pensar que hay algo err�neo en �l. Pues a menos que ambas ramas de esta afirmaci�n sean verdaderas, har�amos mal perdiendo tiempo y energ�a en la investigaci�n que estamos emprendiendo.

Supongo, por lo tanto, que hay suficiente verdad en �l como para hacer deseable un vistazo preliminar a la �tica. Ya que si, como el pragmatismo nos ense�a, lo que pensamos se interpreta en t�rminos de lo que estamos preparados para hacer, entonces seguramente la l�gica, o la doctrina de lo que debemos pensar, tiene que ser una aplicaci�n de la doctrina de lo que deliberadamente elegimos hacer, que es la �tica.

36. Pero no podemos tener ninguna pista de los secretos de la �tica - el campo de pensamiento m�s cautivador pero en seguida sembrado de peligros - hasta que hayamos inventado primero nuestra f�rmula de qu� es aquello que estamos preparados para admirar. No me preocupa que doctrina �tica abracemos, siempre ser� as�. Supongamos, por ejemplo, que nuestra m�xima �tica sea la de Pearson3, la de que toda nuestra acci�n deber�a estar dirigida hacia la perpetuaci�n de la estirpe biol�gica a la que pertenecemos. Entonces surgir� la pregunta: �en base a qu� principio deber�a juzgarse que una cosa tan buena para que esta estirpe sobreviva - o tan buena en absoluto? �No hay nada en el mundo o in posse que sea admirable per se excepto la copula y el enjambre? �Es el enjambre una cosa buena en absoluto, excepto por los resultados a los que puede llevar? El curso del pensamiento seguir� una l�nea paralela si consideramos la m�xima �tica de Marshall: Act�a para dominar los impulso que exigen una reacci�n inmediata, para que la orden-de-impulso determinada por la existencia de impulsos de menos fuerza, pero de mayor significaci�n, pueda tener todo el peso en la gu�a de tu vida. Aunque yo no tengo una comprensi�n tan clara como quisiera de la filosof�a de este pensador tan cercano, pero demasiado t�cnico, sin embargo supongo que �l no estar�a entre aquellos que pondr�an objeciones al hacer depender a la �tica de la Est�tica. Desde luego la m�xima que acabo de leerles procedente de su �ltimo libro4 supone que es una cosa buena que un impulso se salga con la suya, pero con todo no es una cosa igualmente buena que un impulso se salga con la suya y que otro impulso se salga con la suya. Hay una preferencia que depende de la significaci�n de los impulsos, sea lo que sea lo que eso significa. Se supone que hay alg�n estado de cosas ideal que, sin tener en cuenta como ser�a causado e independientemente de cualquier raz�n ulterior, se mantiene como bueno o admirable. Brevemente, la �tica debe basarse en una doctrina que, sin considerar en absoluto lo que nuestra conducta tiene que ser, divide idealmente los estados de cosas posibles en dos clases, aquellos que ser�an admirables y aquellos que no ser�an admirables, y emprende la tarea de definir exactamente que es lo que constituye la admirabilidad de un ideal. Su problema es determinar por an�lisis que es lo que se debe admirar deliberadamente en s� mismo, per se, sin prestar atenci�n a lo que pueda conducir y sin prestar atenci�n a sus consecuencias sobre la conducta humana. Llamo a esta investigaci�n Est�tica, porque se dice generalmente que las tres ciencias normativas son la l�gica, la �tica y la est�tica, siendo las tres doctrinas que distinguen lo bueno y lo malo; la L�gica con respecto a las representaciones de la verdad, la �tica con respecto a los esfuerzos de la voluntad, y la Est�tica en los objetos considerados simplemente en su presentaci�n. Ahora bien, pienso que esa tercera ciencia Normativa no puede ser otra que la que he descrito. Es evidentemente la ciencia normativa b�sica sobre la que, como un fundamento, debe erigirse la doctrina de la �tica para ser coronada a su vez por la doctrina de la l�gica.

37. Pero antes de que podamos emprenderla con alguna ciencia normativa, alguna ciencia que proponga separar las ovejas de las cabras, est� claro que debe haber una investigaci�n preliminar que justifique el intento de establecer tal dualismo. �sta debe ser una ciencia que no establezca ninguna distinci�n entre lo bueno y lo malo en ning�n sentido cualquiera, sino que precisamente contemple los fen�menos tal y como son, que simplemente abra sus ojos y describa lo que ve; no lo que ve en lo real como distinto de la quimera - no teniendo en cuenta tal dicotom�a - sino simplemente describiendo el objeto, como un fen�meno, y exponiendo lo que encuentra en todos los fen�menos parecidos. Esta es la ciencia que Hegel convirti� en su punto de partida, bajo el nombre de Ph�nomenologie des Geistes [Fenomenolog�a del Esp�ritu] - aunque �l la consideraba desde un esp�ritu fatalmente estrecho, ya que se limitaba a s� mismo a lo que realmente se impone a s� mismo en la mente y as� colore� toda su filosof�a con la ignorancia de la distinci�n de esencia y existencia, y as� le dio un car�cter nominalista, y podr�a decirse en un cierto sentido el car�cter pragmatoidal en el que tienen su origen los peores errores hegelianos. Seguir� a Hegel en lo que respecta a llamar a esta ciencia Fenomenolog�a aunque no la limitar� a la observaci�n y al an�lisis de la experiencia, sino que la extender� a la descripci�n de todas las caracter�sticas que son comunes a todo lo que es experimentado o podr�a concebiblemente ser experimentado o resultar objeto de estudio de cualquier modo directo o indirecto.

38. Hegel estaba en lo cierto al mantener que le corresponde a esta ciencia sacar a la luz y aclarar las Categor�as o los modos fundamentales. Tambi�n estaba en lo cierto al mantener que estas Categor�as son de dos clases; las Categor�as Universales, que se aplican todas a todo, y las series de categor�as, que consisten en fases de evoluci�n.

Con respecto a estas �ltimas estoy convencido de que Hegel no se aproxim� a ning�n cat�logo correcto de ellas. Puede ser que aqu� y all�, en las largas divagaciones de su Enciclopedia haya sentido un poco el calor de la verdad. Pero, en mi opini�n, su cat�logo est� completamente equivocado en todas sus caracter�sticas principales. He hecho largos y arduos estudios sobre este asunto, pero no he sido capaz de hacer ning�n cat�logo que me satisfaga. Creo que mis estudios, si alguna vez son publicados, ser�n de ayuda a futuros estudiantes de este dificil�simo problema, pero en estas conferencias dir� muy poco sobre este asunto. La cuesti�n es bastante diferente con las tres Categor�as Universales, que Hegel, a prop�sito, no consideraba como categor�as en absoluto, o por lo menos no las llamaba as�, sino como tres estadios del pensamiento. Por lo que se refiere a �stos, me parece que Hegel est� tan cerca de lo correcto que mi propia doctrina podr�a muy bien tomarse por una variedad del hegelianismo, aunque en realidad se determin� en mi mente por consideraciones completamente ajenas a Hegel, en un momento en el que mi actitud hacia el hegelianismo era de desprecio. No hubo ninguna influencia de Hegel sobre m� a menos que fuera de una clase tan oculta que escape completamente a mi comprensi�n; y si hubo una influencia tan oculta, creo que es casi tan buena como argumento a favor de la verdad esencial de la doctrina, como la coincidencia de que Hegel y yo llegáramos sustancialmente al mismo resultado de modos bastante independientes.

39. Esta ciencia de la Fenomenolog�a, entonces, debe tomarse como la base sobre la que se erige la ciencia normativa, y de acuerdo con esto debe reclamar nuestra primera atenci�n.

Esta ciencia de la Fenomenolog�a es desde mi punto de vista la m�s fundamental de todas las ciencias positivas. Esto es, no se basa, por lo que se refiere a sus principios, en ninguna otra ciencia positiva. Por una ciencia positiva quiero decir una investigaci�n que busca conocimiento positivo; esto es, un conocimiento tal que pueda ser convenientemente expresado en un proposici�n categ�rica. La l�gica y las otras ciencias normativas, aunque preguntan no por lo que es sino por lo que deber�a ser, son sin embargo ciencias positivas ya que es por aseverar la verdad categ�rica, positiva por lo que son capaces de mostrar que lo que llaman bueno realmente es as�; y la raz�n correcta, el esfuerzo correcto y el ser correcto de los que ellas tratan derivan este car�cter del hecho categ�rico positivo.

40. Quiz�s me preguntar�n si es posible concebir una ciencia que no aspire a afirmar que algo es positivamente o categ�ricamente verdadero. Contesto que no s�lo es posible concebir una ciencia tal, sino que tal ciencia existe y florece, y la Fenomenolog�a, que no depende de ninguna otra ciencia positiva, sin embargo, si va a estar correctamente fundada, debe hacerse depender de la Ciencia Hipot�tica o Condicional de las Matem�ticas Puras, cuyo �nico objetivo es descubrir no c�mo son las cosas realmente, sino c�mo supuestamente deber�an ser, si no en nuestro universo, entonces en alg�n otro. Una Fenomenolog�a que no tenga en cuenta la matem�tica pura, una ciencia que apenas alcanzaba a�os de competencia cuando Hegel escrib�a, ser� la misma cosa lamentable y torcida que Hegel produjo.



Traducci�n castellana de Ux�a Rivas (2003)




Notas

* Esta traducci�n se ha llevado a cabo desde el texto ingl�s de los CP (5. 14-40) y se han mantenido la numeraci�n, los t�tulos y subt�tulos de sus editores. La introducci�n corresponde a la versi�n inglesa del Essential Peirce, vol. 2, p. 133. En las notas se indica en cada caso el origen. [Nota del Editor]

1. En franc�s en el original.

Considerar cu�les son los efectos pr�cticos que pensamos pueden ser producidos por el objeto de nuestra concepci�n. La concepci�n de todos estos efectos es la concepci�n completa del objeto. [p. 48.].

Para desarrollar el sentido de un pensamiento es necesario pues simplemente determinar qu� h�bitos produce, pues el sentido de una cosa consiste simplemente en los h�bitos que ella implica. El car�cter de un h�bito depende de la manera en la que �l puede hacernos reaccionar no solamente en tal circunstancia probable, sino en toda circunstancia posible, por m�s improbable que pueda ser. Lo que sea un h�bito depende de estos dos puntos: cu�ndo y c�mo �l hace reaccionar. Con respecto al primer punto: �cu�ndo? Estimulando totalmente a la acci�n derivada de una percepci�n; con respecto al segundo punto: �c�mo? El fin de toda acci�n es el de llevar aun resultado sensible. Nos atenemos as� a lo tangible y lo pr�ctico como base de toda diferencia de pensamiento, sea todo lo sutil que ella pueda ser [p. 47.]
[Nota del T.]

2. Esto es, recibe (-2)n2 centavos si n cruces median entre dos caras sucesivas. [Nota de CP]

3. Ver su Gram�tica de la ciencia, Introducci�n, pp. 26-27, donde parece decir que la sociedad no debe permitir que una mala estirpe se perpet�e a si misma. [Nota de CP]

4. El instinto y la raz�n de Henry Rutgers Marshall, p. 569, Macmillan Co. (1898). [Nota de CP]




Fin de "El pragmatismo: las ciencias normativas" (Lecciones de Harvard sobre el pragmatismo, Lecci�n I), C. S. Peirce (1903). Traducci�n castellana de Ux�a Rivas (2003). Original en CP 5. 14-40.

Una de las ventajas de los textos en formato electr�nico respecto de los textos impresos es que pueden corregirse con gran facilidad mediante la colaboraci�n activa de los lectores que adviertan erratas, errores o simplemente mejores traducciones. En este sentido agradecer�amos que se enviaran todas las sugerencias y correcciones a sbarrena@unav.es

Fecha del documento: 15de abril 2003
Ultima actualizaci�n: 21 de febrero 2011

[Página Principal] [Sugerencias]