Fe y razón: el eterno debate - filosofía en la red » plataforma de divulgación filosófica
El siguiente texto es un resumen de nuestro artículo "Apuntes sobre el debate de fe y razón (2021)"; si quieres profundizar sobre el tema, te invitamos a que leas el artículo original.

El debate entre fe y razón es un tema clásico en la filosofía y la teología, generando diversas perspectivas. Algunos ven la fe como un obstáculo para la razón, mientras que otros la consideran esencial, relegando a la razón a un papel secundario. Sin embargo, existe una tercera postura que defiende la necesidad de que ambas coexistan y se complementen en la búsqueda de la verdad, ya sea teológica o filosófica. Esta última es la posición que se defenderá aquí, argumentando que fe y razón deben operar juntas.

Desde la Edad Media y el inicio de la modernidad, se ha planteado la necesidad de una razón autónoma, libre de dogmas y creencias no demostradas. Esto llevó a pensar que la razón podría prescindir de la fe. No obstante, se argumenta que tal separación es un error, ya que la razón, en sí misma, se basa en una especie de fe: la creencia en su propia capacidad para comprender todo lo que se le presente.

Los griegos, por ejemplo, favorecían la razón sobre la fe. Su fascinación por entender el mundo los llevó a preguntarse por el ser y desarrollar una concepción de Dios como el primer motor inmóvil, puro acto e intelección. Sin embargo, su enfoque racional les impedía comprender conceptos como la cruz cristiana, que requieren fe para ser entendidos.

En contraste, el cristianismo equilibra fe y razón. La fe cristiana no es ciega, sino que busca un equilibrio entre la obediencia y la confianza en la razón. Esta fe se manifiesta en conceptos como la encarnación y la muerte de Jesús. El conocimiento humano, limitado y falible, necesita de la razón y la fe para comprender a Dios y su creación. Los cristianos deben armonizar fe y razón, como lo hizo Pablo, utilizando la razón para argumentar sus creencias y entender la creación como una manifestación de Dios.

La filosofía, según Benedicto XVI y Juan Pablo II, debe complementar a la teología, permitiendo una comprensión más profunda de Dios y evitando una visión puramente utilitaria del hombre. La razón no debe limitarse a la experimentación, sino que debe incluir experiencias religiosas y una comprensión más amplia de la realidad.

Sin embargo, algunos teólogos como Lutero, Schleiermacher y Kierkegaard vieron una incompatibilidad entre fe y razón. Lutero, por ejemplo, consideraba que la razón y la fe no podían operar juntas y calificaba a la razón de “ramera del diablo“. Esta visión contrasta con la de otros teólogos católicos que continuaron integrando fe y razón en su pensamiento.

Santo Tomás de Aquino es un ejemplo clave de la conjunción de fe y razón. Para él, la razón no es suficiente para hablar de Dios; se necesitan las verdades reveladas accesibles mediante la fe. Aunque la razón tiene su autonomía, no puede contradecir la verdad revelada. Las verdades divinas pueden ser comprendidas parcialmente por el intelecto, pero hay verdades inaccesibles a la razón humana que solo Dios conoce.

La revelación divina desoculta conocimientos inaccesibles a la razón. Teólogos como Xavier Melloni y Martin Buber destacan que la revelación muestra algo de Dios, pero nunca en su totalidad, lo que requiere una conjunción de fe y razón para un conocimiento más completo.

Paul Tillich subraya que Dios no es simplemente otro objeto de la realidad, sino la realidad que fundamenta todo. Por tanto, el hombre, como parte de la creación, puede conocer verdades reveladas sobre Dios. La razón por sí sola solo puede conocer aspectos de la realidad, pero no puede comprender completamente a Dios.

La teología busca conocer la realidad última, Dios, y debe fundamentarse tanto en la palabra hebrea “amén” como en la palabra griega “logos“. La Revelación cristiana es una palabra comprensible, dirigida a la razón y a la fe. La razón ayuda a que la fe no sea irracional, permitiendo una comprensión, explicación y argumentación lógica de la fe.

En conclusión, la teología debe integrar amor por los primeros principios y un deseo de conocimiento, combinando fe y razón. Este enfoque católico (universal) permite comprender tanto el mundo como a su creador. La razón y la fe, como componentes del sujeto, deben ser desplegadas en la búsqueda de la verdad. La filosofía, como amor al saber, es el puente entre ambas, mostrando que la fe y la razón son indispensables en la comprensión plena de la realidad y de Dios.

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Imagen | Dall-E

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