Los ojos sin rostro (1960), de Georges Franju

La policía de París investiga la misteriosa desaparición de hermosas jóvenes. Detrás de los hechos está alguien fuera de toda sospecha, el prestigioso doctor Génessier, obsesionado por el rostro desfigurado de su hija Christine, a quien desea trasplantar un rostro nuevo, lo que le lleva de fracaso en fracaso.

Georges Franju adapta la novela de Jean Redon y entrega un atípico y bello film de terror, no exento de romanticismo, pues incide en el drama interior del protagonista, que no soporta la situación de su hija. Hay verdadera poesía en el deambular casi flotante de la triste Christine por su casa, donde permanece encerrada con el rostro oculto tras una máscara. Ayuda a crear una atmósfera gótica la fotografía de Eugen Schüfftan y la música de Maurice Jarre. Hay muchos pasajes inolvidables, pero sin duda la operación para arrancar su rostro a una de las chicas secuestradas es uno de los sobrecogedores, pues como decía Jean Cocteau, Franju sigue con éxito "la gran regla que consiste en tratar lo irreal con el máximo de realismo".