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Foto: Bridgeman / ACI
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Harry Houdini en una fotografía realizada a inicios del siglo XX.

Foto: Bridgeman / ACI

Curiosidades de la historia: episodio 160

¿Quién fue Harry Houdini? El mago que siempre escapaba

A principios del siglo XX, Houdini se hizo célebre en EE. UU. y el resto del mundo con actuaciones en las que se liberaba de cadenas y esposas incluso metido en el agua.

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Harry Houdini en una fotografía realizada a inicios del siglo XX.

Foto: Bridgeman / ACI

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TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST

El nombre de Erik Weisz (o Weiss) no nos resulta familiar, pero es el vivo reflejo del sueño americano. Por el contrario, decir Harry Houdini es sinónimo de sorpresa y fascinación. En realidad, Erik y Harry fueron la misma persona: uno de los magos más célebres de la historia, pionero en los espectáculos de masas.

Erik Weisz nació en Budapest en 1874, en el seno de una familia judía. Su padre, rabino de profesión, emigró a Estados Unidos y el resto de la familia se reunió con él cuando el pequeño tenía cuatro años de edad. Asentado en la comunidad judía de Wisconsin, Erik Weisz dio sus primeros pasos en el mundo del circo después de ver con su padre la actuación de un prestidigitador.

Junto a un grupo de muchachos del barrio montó un circo improvisado en el que, gracias a su excelente forma física –cualidad que lo acompañaría durante toda su vida–, el pequeño Weisz hacía de trapecista.  

Trasladado con su familia a Nueva York, mientras trabajaba en una fábrica conoció a un joven de su edad, Jacob Hyman, aficionado también a la magia, quien le habló de un libro que le cambiaría la vida, las memorias del prestidigitador francés Jean Eugène Robert-Houdin (1805-1871).

Robert-Houdin estaba, y está, considerado el padre del ilusionismo moderno, el artista que sacó la magia de ambientes callejeros y la convirtió en un arte escénico para teatros y sofisticadas fiestas de sociedad. Fascinado por la teoría del arte mágico y la biografía de este francés, Weisz decidió adoptar el nombre de Houdini en memoria y reconocimiento de aquel al que consideraba ya su mentor en la magia. 

Las ferias de Coney Island

Poco después abandonaría el trabajo en la fábrica para dedicarse a lo que más le gustaba, el ilusionismo. Empezó actuando en pareja, primero con su amigo Hyman y luego con su hermano Theo, en circos y ferias ambulantes.

En Coney Island, el área de entretenimiento de Nueva York, conoció a Wilhelmina Rahner, conocida como Bess, una joven cantante y bailarina que trabajaba en un circo ambulante, y que enseguida se convertiría en su esposa y en su nueva pareja artística.

Houdini hacía trucos de ilusionismo tradicional, con cartas o monedas, pero lo que tenía más éxito eran sus números de escapismo, como se llama al arte de liberarse de esposas y cadenas sin que el público se dé cuenta de cómo el mago abre los mecanismos. 

Aunque el escapismo existía desde antes, Houdini se convirtió en su maestro indiscutido, «el rey de las esposas», como él mismo se presentaba. Sus conocimientos de cerrajería, adquiridos de joven cuando trabajó en una ferretería, y sus dotes de prestidigitador le permitían librarse de esposas de doble y hasta triple cerradura, colocadas a menudo tanto en los brazos como en los tobillos. 

El número estrella de houdini

El escapismo fue la base del número que le dio más éxito en los inicios de su carrera: la metamorfosis (en el siguiente vídeo se puede ver un ejemplo protagonizado por su hermano Theo). En él, Houdini era atado y metido dentro de un saco, que a su vez se colocaba en un arcón que su esposa Bess cerraba con llave.

La misma Bess corría una cortina para ocultarse de los espectadores, de inmediato se oían tres palmadas y, al descorrer la cortina, aparecía Houdini totalmente liberado junto al arcón, con el saco del que ahora salía Bess esposada. Mediante una serie de hábiles trucos, Harry y Bess lograban hacer el canje en apenas tres segundos. 

Pese a su habilidad, la competencia entre magos era enorme y Houdini se dio cuenta de que necesitaba publicidad. «Como no disponía de medios financieros para promocionar mi función, me vi obligado a acudir a la prensa», declaró más tarde.

Para ello, al llegar a una ciudad para actuar, iba directo a la comisaría y pedía que lo esposaran y lo encerraran, asegurando que podría escaparse en pocos minutos. La policía le tomaba la palabra, entendiendo que aquel fanfarrón intentaba mofarse de ellos.

Houdini era encerrado y, en efecto, a los pocos minutos salía por la puerta de la celda libre de las esposas para sorpresa de los policías. Los periódicos se hacían eco de la hazaña y le daban la publicidad gratuita que buscaba.

Houdini fue pionero en el uso de la promoción para sus espectáculos

Pese a ello, los Houdini no conseguían destacar. El matrimonio sobrevivía a duras penas llevando a cabo su espectáculo por circos, tabernas o ferias ambulantes, sin lograr que ninguna sala importante los contratase. Su suerte cambió en 1899, cuando Martin Beck, un empresario del espectáculo, lo vio haciendo uno de sus números de escapismo y le ofreció un contrato para actuar en sus teatros de vodevil por todo el país.

Por primera vez Houdini tenía un trabajo estable y unos ingresos sustanciosos. Sus espectáculos se hicieron enseguida muy populares en Estados Unidos y no pasó mucho tiempo antes de que diera el salto a Europa, actuando en ciudades como Londres, París, Berlín o Moscú, con un éxito clamoroso. 

Nuevo repertorio

El éxito hizo que surgiera una avalancha de escapistas imitadores, lo que obligó a Houdini a exprimir su ingenio para mantenerse en la cresta de la ola. Para promocionar sus espectáculos no bastaba ya con hacerse arrestar por la policía; ahora saltaba esposado al agua desde un puente o un muelle para emerger liberado por arte de magia (el vídeo bajo estas líneas muestra un ejemplo).

Hacía incluso que lo descolgaran dentro de una caja en medio de un río, escapándose debajo del agua. Otras veces lo levantaban con una grúa metido en una camisa de fuerza, de la que igualmente lograba escaparse.

La expectación que causaban sus exhibiciones acuáticas, realizadas a veces ante miles de espectadores, le inspiró un nuevo número para sus actuaciones en el teatro: encerrarse esposado en un bidón de leche lleno de agua y bien tapado, para aparecer al término de unos interminables minutos totalmente liberado. Más tarde sustituyó el bidón por una caja de tortura acuática en la que se sumergía cabeza abajo. 

Muchos creen, dando por buena la versión de la película El Gran Houdini (1953), protagonizada por Tony Curtis, que el mago falleció bajo las aguas heladas de un río durante una de sus actuaciones. Sin embargo, no fue así.

En 1926 Houdini se encontraba en la cima de su éxito y creó un ambicioso espectáculo de más de dos horas que estrenó en Broadway con un éxito rotundo. En paralelo, continuaba con sus giras internacionales, y en octubre llegó a Montreal con un programa de dos funciones diarias. 

Leyenda inagotable

Allí, un joven con el que estaba charlando le retó a poner a prueba su legendaria tolerancia al dolor, a lo que Houdini accedió. Al parecer, el joven le propinó varios puñetazos en el vientre antes de que el mago estuviera del todo preparado, lo que le provocó un gran dolor. A los pocos días, una peritonitis provocada por la infección del apéndice le produjo la muerte, el 31 de octubre de 1926. 

El legado de Houdini es inmenso. El mago David Copperfield atesora muchos de sus objetos personales en su museo privado de magia en Las Vegas. Allí se pueden ver sus esposas, sus camisas de fuerza, gran parte de su inmensa biblioteca de libros de magia o los restos de la vitrina que se inundaba y de la que él conseguía escapar con los pies inmovilizados en su espectáculo de la caja de tortura acuática.

Se conserva incluso un registro de su voz del año 1914. Escuchándolo y contemplando sus tesoros cuesta pensar que Harry Houdini llegase a morir, que no pudiera escapar de la muerte una vez más.