En un artículo anterior hablé de una obra misteriosa atribuida al Conde de Saint Germain, la llamada Santísima Trinosofía.

Hoy quiero hablar de otro libro extraño, de formato triangular, que también se suele asociar con la figura de Saint Germain.

Las dos copias conocidas de este Manuscrito Triangular están actualmente en el Getty Research Institute de Los Ángeles (California). El primero, MS 209, está datado en el año 1775 y fue realizado para Antoine Louis Moret, un masón francés que emigró a los Estados Unidos en el siglo XVIII. Pasó por varias manos, entre ellas las del ocultista Stanislas de Guaita, hasta que en el año 1934 fue comprado en una subasta por Manly Palmer Hall. De la trazabilidad del segundo manuscrito, MS 210, se sabe muy poco pero está fechado en 1750 y fue comprado, también por Hall, en 1934 en un remate de Sotheby’s.

La forma física del libro es ciertamente peculiar: un triángulo equilátero de 24 centímetros de lado, lo cual estaría enfatizando el carácter original y la naturaleza espiritual del libro.

La referencia a Saint Germain aparece en la primera página del libro, donde se dice: “Por don del muy sabio conde de St.-Germain que atravesó el círculo de la tierra». A excepción de esta nota, todo el resto del libro está escritos en un cifrado que verdaderamente es bastante sencillo de decodificar, e incluso alguien ya hizo el trabajo por nosotros pues en el MS 210 aparecen las letras del alfabeto y su correspondencia en el texto, y además se ha incluido una transcripción completa en francés escrita a máquina.

En la Wellcome Collection de Londres también se ha encontrado una transcripción del libro, inserta en otro manuscrito mágico, “La llave de Salomón”, por lo cual podemos deducir que la traducción del texto no era difícil para alguien interesado en su contenido.

Aún cuando nos han dejado todo en bandeja, lo cierto es que la lectura del texto es bastante complicada. Se trata de un manual de magia ceremonial, donde se enseña a consagrar instrumentos mágicos y se incluyen oraciones a los espíritus. En cierto modo, el contenido del libro es similar o parece estar inspirado en el Heptameron de Pietro d’Albano, una recopilación de siete tratados que abordan diversos temas relacionados con la magia, la astrología, la alquimia y otros conocimientos esotéricos.

El libro triangular se plantea tres objetivos, un poco ambiciosos:

  1. Encontrar cosas perdidas en los mares desde la inundación del globo, es decir objetos anteriores al diluvio.
  2. Descubrir minas y diamantes, oro y plata en las entrañas de la tierra.
  3. Preservar la salud y prolongar la vida durante un siglo, y ello con la frescura de cincuenta años y la fuerza de esa edad.

Uno símbolos centrales del libro son el triángulo y el círculo, dos figuras que aluden a los planos metafísicos.

En esta imagen que estamos viendo, hay dos círculos concéntricos, están los puntos cardinales, N, S, E y W., y -según revela Nick Koss- están marcadas las posiciones del Operador/Maestro y del Asistente/Levita. También podemos observar las letras cifradas P, V y T en las tres puntas del triángulo. Sin el contexto, no podemos determinar qué significan P, V y T. Tal vez etapas del ritual, no lo sé.

A pesar de la complejidad de su contenido, el Manuscrito Triangular sigue siendo objeto de fascinación para muchos estudiantes de esoterismo. En este punto, y con relación también al otro libro que analizamos hace unos días… ¿Qué otros secretos podrían estar ocultando estas obras? Y la pregunta que para mi es la más importante: ¿hay formas más sencillas de acceder a ese conocimiento?

Es posible que el verdadero valor de obras extrañas no radique únicamente en el conocimiento explícito que transmiten, sino más bien en el proceso de contemplación y reflexión que generan en aquellos que se sumergen en ellos. Cuando nos adentramos en estos escritos, nos enfrentamos a un desafío que va más allá de la mera comprensión intelectual; nos invitan a despertar facultades dormidas dentro de nosotros mismos, como la imaginación y la intuición.

Dicho de otro modo: la contemplación de estos textos puede ser vista como una forma de meditación, un ejercicio mental que nos lleva a explorar dimensiones más profundas de nuestra conciencia. En lugar de buscar respuestas directas y claras impulsados por el morbo de un conocimiento secreto, el contacto con diversos símbolos nos permite afinar nuestra percepción.

Así, más allá de buscar respuestas concretas (que seguramente no encontraremos), la verdad es que estos libros nos invitan a explorar los límites de nuestra comprensión racional y quizás su mayor enseñanza resida en recordarnos que el verdadero conocimiento no puede ser encontrado nunca en páginas impresas, sino en la capacidad de abrirnos a nuevas formas de percepción.

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