Críticas de Desafío en la ciudad muerta (1958) - FilmAffinity
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Desafío en la ciudad muerta

Western El sheriff Jack Wade (Robert Taylor) salva de la horca a Clint Hollister (Richard Widmarck), un viejo compañero de fechorías. A pesar de ello, su antigua banda, con Clint a la cabeza, no le perdona que huyera con el botín del último golpe y decide enfrentarse a él para recuperarlo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
4 de septiembre de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo western en el que dos antiguos atracadores de bancos, que se conocían desde la guerra civil, están situados ahora a ambos lados de la ley. Jake Wade (Robert Taylor) es ahora un marshal de un pequeño pueblo; mientras que Clint Hollister (Richard Widmark) continúa con su vida delictiva. Igual que Gary Cooper en “El hombre del oeste” de Anthony Mann o Viggo Mortensen en “Una historia de violencia” de David Cronemberg, son hombres que arrastran un pasado inconfesable y que por diversos motivos deben rendir cuentas en un momento determinado, redimirse con ese pasado que les persigue y que deben afrontar irremediablemente.

Un western hermoso que narra una historia de rivalidad y amistad traicionada, aunque sin el tono crepuscular de otros westerns posteriores, que culmina con el enfrentamiento en el decorado más sombrío posible: una ciudad fantasma. William Bowers escribió este guión que gira sobre el pasado y el presente de un fuera de la ley. Transitando por escenarios cambiantes, que entroncan como elemento dramático, ya sea el amanecer o el crepúsculo, el desierto o las montañas rocosas y cimas nevadas, es la geografía del western clásico en un estupendo Cinemascope y en color del operador Robert Surtees.

No se manejan muchos elementos: bastan siete personajes, un botín escondido, unas oportunas referencias al pasado, una mujer defraudada pero enamorada, unos pocos comanches y un polvoriento poblacho para crear un clima de gran intensidad dramática. Una de las características de este lacónico western es la facilidad con que John Sturges describe, entre cabalgadas, charlas junto a la tradicional fogata, enfrentamientos y tensiones, a los dos antagonistas para ir más allá de su primer retrato como arquetipos, el regenerado Jake y el bandido Clint, Widmark compuso aquí uno de sus grandes personajes de villano. Un western sin la popularidad y espectacularidad de otros del mismo autor, que están en la memoria de todos, pero mucho más interesante y humilde.
Antonio Morales
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13 de febrero de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un argumento sencillo, ahora bien, un argumento magistralmente construido para mantener la intriga. Cada plano es un aumento de la tensión. Están juntos pero cada uno va por separado, es la clave para mostrar unos personajes con calado. Se dedican al negocio de los bancos. El de robarlos.

La acción es la concisa y precisa para el Western, hay pocas variaciones, aquí hay que saber que el lenguaje es el revólver y que los sentimientos sobran.

La fórmula es invariable y John Sturges sabe la fórmula. La aplica para uno de los mejores despliegues de indios comanches que hayas visto a la hora de asaltar un objetivo. La mejor combinación de ataques a un puñado de pistoleros. Y al fin, la máxima pureza para el clásico desafío que engrandece el género.

Jack Wade, el pasado te busca, desentiérralo.
floïd blue
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6 de diciembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Desafío en la ciudad muerta” dura 83 minutos, una duración impensable en el acelerado mundo actual, pero que a Sturges le llega y le sobra para poner en imágenes el libreto escrito por William Bowers, en el que se rasca sobre cuestiones éticas al respecto de la ley, y que sirve a Sturges para realizar un emocionante western lleno de simbolismos tan sencillos como efectivos. Se nos habla de un sheriff que antaño estuvo al otro lado de la ley robando y asaltando bancos, pero un desgraciado hecho, el haber matado a un niño en medio de un tiroteo, hizo que Wade se retirara de esa vida, abandonando a su compañero de correrías, Clint Hollister (un soberbio Richard Widmark, haciendo otro de sus característicos villanos).

En numerosas ocasiones, la historia de un género puede estudiarse a través de la carrera de un director, y el de John Sturges es un caso evidente: director de westerns clásicos y grandes cintas de aventuras, sus películas aparecen a lo largo de los cincuenta teñidas de un aire nostálgico, triste a veces, que podría incluirle en la lista de los precursores de la ya próxima tendencia desmitificadora, muchas de sus películas, de este modo, transpiran ya un notorio afán reivindicador, así “Conspiración de silencio” y “El último tren de Gun Hill”, ambas una denuncia sin ambages del racismo, por no hablar de “El sexto fugitivo”, donde, por encima de la revisión argumental a los diferentes arquetipos del género, se plantea la búsqueda del pasado de su protagonista, en la mejor línea del western crepuscular. Algo similar sucede con el presente título, en muchos aspectos un remake de la obra maestra de William A. Wellman “Cielo amarillo”, pero al mismo tiempo imbuido de la atmósfera turbadora del mejor Anthony Mann y con más de un punto en común con “El último tren de Gun Hill” del propio director, rodada un año después. Así, Jake Wade (Robert Taylor) se ve obligado a iniciar un retorno a su turbio pasado al ayudar a escapar a un delincuente (Richard Widmark), que antes le había hecho el mismo favor (del mismo modo que el personaje de Kirk Douglas debe enfrentarse a su viejo amigo convertido en marshall en “El último tren de Gun Hill). Cuando, prisionero de su “amigo” y su banda, encuentra refugio en una ciudad abandonada, los fantasmas personales de cada uno de los personajes, como en la cinta de Wellman, comienzan a aflorar, quizá alentados por el ambiente malsano del lugar.

Un efectivo western que cumple de sobra con sus objetivos. Una buena película.
Juan Marey
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24 de septiembre de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Widmar y Taylor, una trama simple, unos escenarios maravillosos y sabiendo crear exquisitos picos de tensión determinados, "Desafío en la ciudad muerta" lo tiene todo para satisfacer a los seguidores del género. No va más allá de lo que se lee en la sinopsis, ni falta que hace. Sturges sabe enseñar el nerviosismo de los protagonistas, que son los dos machotes en cuestión. Hay unos pocos secundarios que suman lo suyo, incluida una parte femenina que en la época debía ser imprescindible. Como los indios, qué le vamos a hacer, no tienen otra manera de atacar que como la que vemos aquí, pobres inútiles.

Así que puede que sea previsible, no escaparemos aquí de las normas, desde el principio sabemos que el malo malote es Widmark y raro sería que no acabara como todos tenemos en mente. Son los años cincuenta, el western es como es, clásico desde su médula, así que no hay lugar para grandes giros o sorpresas. Por fortuna soy capaz de disfrutar de películas que están bien conducidas, como es el caso de Sturges. Es un tipo de cine que hace de su sencillez su mejor virtud. Dos buenos actores, mala leche, disparos y un desierto que no te lo acabas, yo creo que es una del oeste muy meritoria.
Luisito
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23 de octubre de 2014
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desafío en la ciudad muerta no es un remake de ningún oriental sobrevalorado, a lo sumo es una nueva visión de una peli cutre llamada Quantez. Quantez no es nada y la que nos ocupa es un mundo. Seguramente que las que nos ocupa no estará en los grandes y ostentosos libros sobre el western y sí estarán otros que no le llegan a la espuela del malvado Henry Silva. John Sturges coge una lechuga, un tomate, un pepino, aceite, vinagre y sal y hace una ensalada de primera. Robert Taylor aparte de ser un facha de cuidado era un buen actor y a lo mejor era un gran actor. Richard Widmark era un grandisimo actor y seria un grandísimo actor si fuera facha. Desafío en la ciudad muerte tiene buenas lechugas, buenos pepinos, buenos tomates, buen aceite, buen vinagre y buena sal y lo que tenemos que hacer es saborear dicha ensalada aunque yo las ensaladas solamente lechuga y poco aceite.
Lloyd
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